Ubicada en las remotas montañas de Palmichal de Acosta, Costa Rica, y rodeada de bosque tropical nuboso, se encuentra Casa Salvaje (como la bautizaron sus creadores), un refugio brutalista tropical y 100% autosuficiente.

La intención de la arquitecta fue enmarcar la naturaleza del entorno, y capturar las energías cósmicas de este privilegiado lugar.

La elección de los materiales fue pensada cuidadosamente para que soporten el clima tropical y se quiso generar un fuerte contraste mediante las formas geométricas de los volúmenes para así realzar las cualidades orgánicas del sitio.

La vivienda funciona con energía solar, y su agua proviene del manantial que brota montaña arriba en la propiedad.

La entrada de la propiedad se compone de un volumen cuadrado de concreto colado al cual se le llama el ‘vortex’, un espacio de bienvenida, de quietud, y de contemplación.

Bajo la apertura circular del cielo se incrustaron cristales que capturan las energías de la luna, el sol, la lluvia y otros fenómenos. Estas energías son trasladadas a los visitantes al ingresar a la casa.

El vortex tiene también una apertura circular que enmarca la vista a la montaña y el espacio es a su vez un invernadero/vivero de plantas endémicas como filicópsidas y orquídeas de montaña.

Las paredes de concreto colado están estampadas con diseños de hojas encontradas en los alrededores y el exterior del vortex está completamente cubierto de vegetación, en un intento no solo por borrar los límites del exterior y el interior, sino de traslaparlos.

El sitio presentaba retos enormes de logística debido a su ubicación tan remota e inaccesible, por lo cual el uso de materiales locales se volvió una necesidad.

Así, en el interior, las paredes, los cielos y los pisos de la casa se revistieron completamente con madera roble coral, que da una sensación acogedora.
Piedra local se usó para enchapar algunas paredes exteriores, y las tejas de madera se hicieron a mano en sitio con madera de teca costarricense.

El paisajismo se diseñó como un jardín comestible y medicinal, con piscinas y lagunas de agua de manantial y rodeadas de plantas autóctonas.

De pureza geométrica y labor artesanal, Casa Salvaje se convirtió para la propietaria en el refugio perfecto para el aislamiento y la conexión, y comprende muchas de las intenciones y la filosofía de la arquitecta.

Se intentan reinterpretar técnicas ancestrales y apoyar economías locales para desarrollar proyectos de simplicidad esencial con conciencia cultural, que además reflejen el espíritu de quien la habite.

Ficha técnica
Arquitectos: Mazpazz Arquitectura.
Ubicación: Palmichal, Costa Rica.
Área del proyecto: 120 m2.
Año del proyecto: 2021.
Fotos: Andrés García Lachner.