Ahora que se vino el frío y los resfriados se vuelven cada vez más frecuentes, nada mejor que tener al alcance de la mano unas ramitas de tomillo para combatirlos. Acá te contamos cómo plantar esta aromática en casa y aprovechar al máximo sus beneficios.
Las plantas aromáticas son imprescindibles para aportar sabores frescos y únicos a nuestros platos. Pero hay algo más... Algunas especies son milenariamente utilizadas como remedios naturales por sus propiedades curativas y su capacidad para aliviar una amplia variedad de dolencias: desde dolores y afecciones en la piel hasta problemas estomacales y de las vías respiratorias.
Pero, ahora que llegó y el frío y los resfriados se vuelven un problema muy frecuente, nada mejor que plantar algunas aromáticas que nos ayuden a combatirlos (además de sazonar algunas comidas, claro). Y una de las más efectivas es el tomillo.
Además de sus propiedades culinarias, el tomillo se usa hace miles de años como remedio natural para una amplia gama de dolencias y afecciones, gracias a sus propiedades antimicrobianas y antiinflamatorias. Eso sí, siempre hay que consultar con un médico de cabecera.
En el ámbito respiratorio, una infusión de tomillo ayuda a aliviar la congestión nasal causada por virus y actú como expectorante natural. También contribuye a aflojar la mucosidad y facilitar la expulsión de flemas.
Por otro lado, gracias a sus propiedades antisépticas, antifúngicas y antivíricas, es una opción recomendada para el tratamiento de aftas, faringitis y amigdalitis.
En el sistema digestivo, el tomillo puede ser beneficioso para problemas gástricos ocasionales, estimulado el apetito, mejorando la digestión, aliviando el estreñimiento y reduciendo los gases intestinales.
En cuanto al alivio del dolor, gracias a sus propiedades analgésicas y antiinflamatorias es un gran aliado para los dolores menstruales, de muelas y de cabeza.
Tener siempre al alcance de la mano algunas ramitas de tomillo siempre es una buena idea, especialmente para esta época de gripes y resfríos. Por eso, nada mejor que incorporarlo a la huerta (ya sea en exteriores o en la cocina).
Lo mejor de todo es que cultivarlo es súper simple:
1. Prepará la maceta. Elegí un recipiente con la suficiente profundidad, ya que el tomillo desarrolla raíces bastante profundas. No elijas macetas con menos de 20 cm de fondo. Es clave que el recipiente cuente con agujeros de drenaje, ya que esta planta no tolera el exceso de humedad en el suelo ni los encharcamientos.
2. Elegí el sustrato adecuado. No es muy exigente, por lo que una mezcla universal será más que suficiente. Podés enriquecer la tierra con humus o compost.
3. Sembrá o plantá el tomillo. Si vas a sembrarlo mediante semillas, asegurate de no enterrarlas muy profundo y esparcilas bien de forma regular. Si vas a hacerlo mediante un esqueje, podés ayudarte con enraizante.