Símbolo de resistencia y durabilidad, el ladrillo a la vista se impone esta temporada en un espacio tradicionalmente blanco y sobrio: la cocina, que ahora le encuentra su propio sabor a este revestimiento que fue furor en la década de los '80.
Podés encontrarlo en distintas variantes: tímidamente en alguna columna, en un término medio que lo despliega sólo en la pared principal o en una apuesta a full que impone el ladrillo visto en la totalidad de las paredes de la cocina, incluido el bajomesada.
Detalles en madera, hierro, vidrio y plata, le marcan un rico contraste.
Si bien es cierto que este revestimiento se asocia al estilo industrial y rústico, en realidad es súper versátil y se adapta sin problemas a las diferentes improntas que predominen en la cocina: desde la más clásica hasta la más vanguardista.
Muchos combinan la pureza del ladrillo con un mobiliario y materiales más refinados y actuales. Otros tantos, apuestan por un espacio más vintage.
En cocinas pequeñas pero luminosas, lo conveniente es aplicar el ladrillo a la vista en pocas cantidades: puede ser en la pared predominante o cubriendo sólo la mitad de la misma a modo de guarda.
En cocinas pequeñas pero con poca luz natural, muchos prefieren pintar los ladrillos de color blanco para ganar un plus de luminosidad, amplitud visual y darle al espacio un look un poco más relajado y elegante. Pero también puede hacerse presente tímidamente en un pilar o en una columna.
De igual manera, este material se puede pintar de diferentes colores. Incluso hay quienes se animan a pintarlos de negro para tener crear una cocina en total black: una tendencia deco que sigue vigente.
Si las paredes de ladrillo a la vista te parecen una buena idea pero no querés meterte en obras, podés apostar por vinilos autoadhesivos para paredes que imitan visualmente a la perfección a este material.
Se pueden pegar sobre paredes y azulejos lisos, y al retirarse no dejan rastro alguno. Sólo una advertencia: no se deben aplicar sobre superficies con Epoxi ya que los repela.