Gabriela Totaro no aprendió sobre finanzas en una universidad de elite ni en un cargo corporativo. Su verdadera escuela fue la vida: atravesó una separación compleja, crió a sus hijos sola, vivió momentos de crisis económica y enfrentó problemas graves de salud.
“Mi hijo Francisco nació con una malformación severa y durante años vivimos situaciones muy duras. En 2008 me diagnosticaron un tumor en la columna y coincidió con una operación cardíaca de mi hijo mayor. Prioricé su salud. Esa experiencia me enseñó mucho sobre la fragilidad de la vida y la importancia de estar preparada”, recuerda.
Fue entonces cuando, en busca de un trabajo más estable, llegó al mundo de los seguros y después al estudio de las finanzas. Sumó esa formación a su carrera como psicopedagoga y su experiencia vital. Hoy se dedica a enseñar educación financiera con un enfoque humano, accesible y concreto.
Qué es la educación financiera y por qué importa
Lejos de los términos técnicos y los gráficos de mercado, Gabriela plantea la educación financiera como una herramienta para mejorar la calidad de vida. “Influye en todo: desde cómo planificás tu mes hasta cómo proyectás tu futuro. Si no entendés tus números, estás más expuesto a la incertidumbre”, explica.
Saber de finanzas no es solo para quienes tienen grandes ingresos. Es entender cómo administrar lo que tenés, cómo ahorrar, invertir y prepararte para imprevistos. Según Totaro, tener educación financiera también impacta en la economía del país: “Cuando más personas entienden cómo funciona el dinero, hay más inclusión y más estabilidad”.
Aprender desde chicos: el mejor momento para empezar
“Empezar en el secundario ya es tarde”, asegura Totaro (gt.educacionfinanciera). Como psicopedagoga, enfatiza que la relación con el dinero se forma en la infancia, observando lo que hacen los padres. A los 5 años, los chicos ya pueden entender conceptos básicos como el ahorro, la planificación o la generosidad.

En sus capacitaciones a madres y padres, promueve herramientas como el método de los “tres frascos”: uno para ahorrar, otro para disfrutar y otro para donar. De esta manera, los chicos desarrollan autonomía, autoestima y valores duraderos.
Los errores financieros más comunes (y cómo evitarlos)
Gabriela identifica cinco errores frecuentes:
- No saber cuánto ingresás y cuánto gastás.
- Confundir dinero “quieto” con ahorro (guardar efectivo no es invertir).
- Creer en la “plata fácil” que prometen las redes.
- Pensar que la única inversión válida es una propiedad.
- No tener un fondo de emergencia.
¿El consejo más claro para empezar? “Conocé tus números. Hacé un presupuesto. Anotá todo. Y separá un porcentaje para ahorrar, aunque sea el 1%”.
Claves para mejorar tu salud financiera
- Hacelo simple: usá una planilla para registrar ingresos y egresos.
- Ahorrá apenas cobrás: no esperes a que sobre.
- Creá tu fondo de emergencia: entre 6 y 12 meses de gastos.
- Formate: hay cursos accesibles y confiables.
- Invertí de manera inteligente: con asesoramiento profesional y paciencia.
“Las finanzas no son magia ni timba. Requieren disciplina y conocimiento. Pero cuando lo incorporás, todo cambia”, afirma Gabriela.
¿Querés mejorar tu salud financiera?
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