Una de las cosas que más me costó en mis inicios como emprendedora fue adquirir la capacidad de delegar tareas. Tenía la falsa creencia de que yo hacía las cosas “mejor que nadie” y que era mucho más complejo controlar que hacerlas yo misma.
Esta es una creencia totalmente errónea, que nos impide seguir creciendo y desarrollando nuestro negocio. No existe ninguna empresa que pueda crecer sin armar una estructura de delegación.
No me fue tan sencillo, pero al momento de planificar mi crecimiento profesional entendí que era inviable lograrlo si seguía desarrollando tareas de rutina y operativas en el 100 % de mi tiempo.
Pero DELEGAR no es un trabajo simple de realizar, y hacerlo efectivamente implica tener en cuenta varios factores:
Confianza en el equipo de trabajo que armamos para la realización de las tareas. ¿Esas personas son las adecuadas para llevar a cabo el trabajo?¿Confío en que su nivel de compromiso con la tarea va a tener una relación con lo que espero de ellas?
En caso de que las respuestas sean afirmativas, ¿Como genero en ellas el grado de compromiso que necesito para sentir la confianza en “Soltar” esa tarea?
Si la respuesta es negativa, ¿qué estoy esperando para cambiar de equipo?
Proceso comunicacional adecuado: delegar efectivamente implica tener un proceso de realización de la tarea/ función.
Es importante establecer cuáles son nuestras expectativas y la importancia que tiene la realización de la tarea encomendada y el tiempo en que esperamos que sea realizada.
No podemos esperar que con una simple explicación, otra persona entienda lo mismo que nosotros. La primera vez mostramos cómo se realiza la tarea, la idea es que tome notas y consulte lo que vaya surgiendo. La segunda, la hace nuestro “ colaborador” bajo nuestra supervisión. La tercera la hace “solo” y luego chequeamos los resultados.
Delegar una tarea NO implica dejar de tener injerencia sobre ella, sino cambiar del rol “ hacedor” al rol “supervisión”. O sea, debe haber instancias de chequeo posterior a la delegación.
¡Bancar el error! Es muy probable que la primera vez que se realice no sea perfecta. Dar lugar a que las personas de nuestro equipo se equivoquen hace que la confianza sea mutua y se genere una buena sinergia laboral.
Hacer responsable del proceso a nuestro equipo, y que dispongan de margen de decisión y de autonomía dentro de lineamientos establecidos con anterioridad. Es importante ser claros en cuanto a qué decisión es parte de su área de influencia y en qué casos deben consultarla con nosotros.
Establecer mecanismos a fin de auditar la realización exitosa de la tarea.
Fuente: Por Romina Chiffel, Coach Ontológica y Ejecutiva , líder de equipos comerciales de Remax Roble @rominachiffel