#AmorEs: el fin de la relación con su novio de la adolescencia la devastó pero le abrió la puerta para hacer sus sueños realidad y vivir una vida de película - Revista Para Ti
 

#AmorEs: el fin de la relación con su novio de la adolescencia la devastó pero le abrió la puerta para hacer sus sueños realidad y vivir una vida de película

La historia de amor más hermosa puede comenzar luego de una ruptura, como la de Joanna y su sueño de ser una ciudadana del mundo y de llenarse de experiencias maravillosas.
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Joanna tenía 22 años y hacía 3 que estaba de novia con Agustín, se habían conocido y puesto de novios en la secundaria. Tenían mucho en común: incluso trabajaban juntos en un emprendimiento muy exitoso. Cada uno vivía con sus padres pero siempre rondaba el pensamiento de convivir.

Los dos eran amantes de la vida sana: comían alimentos orgánicos y ella se había especializado en elaborar todo tipo de comidas que meticulosamente le preparaba en viandas, ya que la mamá de Agustín era una cocinera más tradicional. Otra de las cosas que disfrutaban era el deporte (aunque cada uno lo hacía por su lado) mientras él hacía "fierros", ella amaba el spinning y el boxeo recreativo. De vez en cuando iban juntos a fiestas electrónicas (a Agustín le encantaban) pero, a decir verdad, Joanna prefería acurrucarse en el sofá a ver películas por Netflix.

Foto: Pinterest

Las escapadas a acampar en la naturaleza era lo que más amaban compartir: con frío, con calor, con lluvia o con nieve, cuando les surgían las ganas de irse a internar durante unos días en la montaña, organizaban y se iban a vivir esa aventura juntos.

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El emprendimiento iba viento en popa: él creyó que era el momento de dar un paso adelante... y le contó a Joanna que se iba a vivir solo. A Joanna le hizo un poco de ruido que no le propusiera convivir, pero dejó ese pensamiento de lado y se dispuso a ayudarlo con la decoración del nuevo departamento: ella era una optimista de la vida y se puso contenta por el progreso de su novio. A la par, se decidieron a sacar -al fin- los pasajes a Tailandia. Era abril y en enero partirían a ese viaje con el que tanto habían soñado. Lo mejor era que se iban a sumar varios amigos, así que el plan parecía perfecto.

Joanna era una mujer bellísima por fuera pero, por sobre todas las cosas, por dentro. Su carisma inundaba todo, junto con su bondad, solidaridad y calidez. Tenía un par de amigas cercanas pero mucha gente conocida a su alrededor que la apreciaba y la valoraba. Se hizo amiga de un par de chicas del gimnasio, un grupo mujeres -con una década o más de edad que ella- con las que pasaba muy gratos momentos: ella les contaba cómo era su vida de soltera, de chica independiente y las demás la aconsejaban sobre su relación y la contenían cuando ella, con esa sonrisa dulce que siempre portaba, les contaba los desaires que cada vez más seguido le hacía Agustín.

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Un día ella lo esperaba cocinando en su departamento y él llegó de entrenar con la cara desencajada. Era septiembre y ya habían comenzado con los preparativos del viaje al Sudeste Asiático. "Se terminó para mí, no sé que me pasa pero necesito estar solo. Te quiero muchísimo pero siento que ya no te amo", atinó a decirle a Joanna, quien lo miraba atónita tratando de descifrar lo que estaba escuchando.

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Sin pedirle explicaciones, agarró las llaves del auto, su cartera y se fue a la casa de su mamá. Lloró toda esa tarde, toda esa semana y todo ese mes. Las duras palabras de Agustín fueron la sentencia de su relación: si no hay amor profundo y verdadero, ya no hay nada que hacer. Y si bien le constó muchísimo, lo aceptó: quebrada de dolor, se propuso seguir para adelante. Resolvía cada día a la vez y, poco a poco, se estaba empezando a sentir un poco menos triste. Primero el tema laboral: se deslindó del emprendimiento mediante un arreglo económico. Además, siguió entrenando y preparando el viaje que ahora iba a hacer solamente con amigos. Habían arreglado compartir el vuelo inicial con Agustín pero luego cada uno haría su propio itinerario. Y así lo hicieron.

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Antes de viajar, mientras preparaba las valijas, a Joanna se le cruzó un pensamiento: quedarse unos días más en el exterior. Tenía ahorros y libertad. Se defendía con su inglés y siempre había soñado con vivir en otro país. Se puso a investigar cómo trabajar en Europa y qué programas había para engancharse: se sorprendió con la oferta y se fue anotando todo lo que le gustaba, llena de esperanzas y con la adrenalina a mil.

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Cuando la estadía en Tailandia terminó, el grupo se reunió en el Aeropuerto Internacional Suvarnabhumi para emprender el regreso. Pero para Joanna era una despedida: les reveló su plan de que no tomaría el mismo avión que ellos. Tenía un pasaje a Estambul, la primera de muchas paradas que tenía planificadas dispuesta a empezar con su nueva vida. Sus amigos la escucharon boquiabiertos pero la abrazaron fuerte para despedirla. Agustín también. Ella lloró mucho por la despedida, por dejar atrás un país, una familia, amigos, muchas costumbres y no sabía por cuánto tiempo. Pero también se emocionó por ella misma, por haberse animado a dar ese paso de cumplir con sus sueños y de vivir, a partir de ese momento, una historia de amor con ella misma.

Nota: Si querés contar tu historia de amor, o aquella que marcó tu vida, podés hacerlo escribiendo a [email protected]

Más información en parati.com.ar

   

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