El 13 de marzo de 2013, la vida de Jorge Mario Bergoglio cambió para siempre. Y la de millones de argentinos, también. Eran las 16.06 en Buenos Aires cuando desde Roma llegó la noticia que nadie esperaba: Habemus Papam. Y el nombre que resonó desde el balcón de la Basílica de San Pedro estremeció al país entero. Francisco, el nuevo Papa, era argentino.

Las escenas se multiplicaron en segundos: gritos en los cafés, bocinazos en las avenidas y lágrimas en las casas. Lucila se estaba duchando cuando escuchó los alaridos desesperados de su hermana y pensó que habían entrado a robar. Paola, embarazada, esperaba en un bar de Palermo a su marido para hacerse una ecografía y el local explotó como si Argentina hubiera metido un gol en la final de un Mundial. En cuestión de minutos, la noticia le daba la vuelta al mundo.

A 12 años de aquel momento histórico y con la reciente muerte de Francisco, esas imágenes y emociones regresan con fuerza. El país que ese día festejó a su Papa hoy lo despide, recordando con nostalgia aquella primera imagen del hombre sencillo y de gesto austero, que se asomó al balcón de la historia para pedir humildemente: “Recen por mí”.

Desde el primer minuto, Francisco rompió protocolos. Cambió la limusina papal por un colectivo, saludó a la multitud desde la Plaza San Pedro antes de su asunción, conservó los zapatos que había llevado a Roma y mantuvo su viejo maletín. Cercano, humano, directo. Así fue hasta el final.



En sus últimos mensajes de Pascua, las imágenes mostraban a un Francisco frágil, pero entero. Su sonrisa, su mirada serena y ese gesto de bendición sobre la multitud serían las últimas postales de su vida. Hoy esas fotos cobran otro sentido. Son las imágenes que el mundo atesora de un Papa que hizo historia.

El adiós a Francisco vuelve a unir a los argentinos en una mezcla de dolor y orgullo. Como aquel miércoles 13 de marzo, los recuerdos de bocinazos, abrazos espontáneos y lágrimas en las veredas de Buenos Aires regresan. Porque no importa cuánto pase el tiempo: el día que Bergoglio se convirtió en Papa, un pedazo de la historia argentina se instaló para siempre en el Vaticano.
Aún antes de su asunción oficial como la mayor autoridad de la Iglesia Católica, él ya había elegido la forma de ser recordado en la historia. Y de lo que más habló una sorprendida prensa internacional fue de su austeridad.
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