Vanina Martorilli tiene una de esas trayectorias que se construyen con sensibilidad, visión y mucha experiencia. Directora de casting, talent producer y productora artística con más de 30 años en la industria audiovisual, fue parte de algunos de los títulos más premiados y recordados de la ficción argentina, como Graduados, 100 días para enamorarse y El Marginal. Hoy, al frente de su propia agencia de casting, habla con Para Ti sobre los cambios en la industria, el rol de la mujer, el descubrimiento de talentos y el futuro de las ficciones.
“Jugué en las grandes ligas”
-Vanina, tu carrera es impresionante, y más en un rol que históricamente no estuvo ocupado por mujeres.
-Sí, ahora me dedico más al casting, pero al principio fui desde asistente meritoria hasta productora artística. Jugué en las grandes ligas. Lo que mencionás de ser mujer no es menor. Recuerdo una foto en uno de los Martín Fierro de Oro que ganamos con El Marginal, donde yo fui responsable de casting y producción artística. Éramos todos hombres, la protagonista (Martina Gusmán) y yo. Pensaba: “¿Por qué somos tan pocas?”. Tiene que ver con una cultura que hay que revisar.
-¿Sentiste resistencia en esos espacios de decisión?
-Más que resistencia, creo que ni siquiera estábamos acostumbradas a ir por ese camino. Siempre me atrajo ocupar roles de liderazgo, pero tradicionalmente los puestos de mujeres eran en vestuario, maquillaje, peinado… Ahora está mucho más diversificado. Me da orgullo ver chicas en sonido o como asistentes de cámara llevando los fierros.

-¿Y cómo fue esa convivencia con varones en puestos de poder?
-En Underground, mis jefes y mentores fueron Sebastián Ortega y Pablo Culell. Tuve suerte. En una mesa chica de decisiones, yo era la única mujer. Y cuando hubo que servir café, lo hizo uno de los jefes. Ese gesto dice mucho.
El casting como arte y como revolución
-Una de las cosas más celebradas de El Marginal fue el casting.
-Sí, era un abanico de actores tan diversos. Cuando Sebas Ortega me acercó el proyecto pensé: “Siempre hay que subir la vara”. Hicimos una parte del casting en el Barrio 31 para darle verosimilitud, y ahí descubrimos muchos talentos nuevos. También dimos lugar protagónico a actores con trayectoria. Fue un gran trabajo de todo el equipo.

-¿Cómo manejás el prejuicio a la hora de elegir?
-Hay que entrenar el ojo. En El Marginal, por ejemplo, Nico Furtado vino con el personaje armado. Pero si lo veías, tal vez no lo imaginabas en ese rol. Hay que animarse a decir “vení, hacé de preso y mostrame que podés”. Lo mismo con Rodrigo Noya: se presentó para un personaje en una telecomedia y nos sorprendió. Buscamos actores versátiles, que se animen.
-¿Cómo cambió la figura del director de casting?
-Ahora está profesionalizada. Antes el actor venía con el representante y su carpeta. Siempre hacían los mismos papeles. Hoy se animan más. Eso, acompañado por un productor, hace la diferencia.
Las mujeres en la industria: liderazgo y contención
-Hablás mucho del equilibrio entre lo técnico y lo humano.
-Sí. Además de tener mi parte masculina, más decidida, también tengo una parte maternal y canceriana para resolver conflictos. En un set trabajan cientos de personas, no sabés con qué te vas a encontrar. Hay que tener contención emocional.

El salto a la independencia
-¿Cómo te animaste a dar el paso a trabajar por tu cuenta?
-Después de muchos años en Underground, sentí que había llegado a un techo. Ahora cofundé Caza Casting y doy formaciones para actores. Antes el autocasting no se usaba en Argentina. Hoy les enseño cómo hacerlo bien: fondo blanco, formato horizontal, lenguaje actoral y técnico.

-¿Qué buscás transmitir en esas capacitaciones?
-Doy una masterclass de 3 horas donde les explico todo: mi experiencia en corporaciones, cómo profesionalizarse, cómo inscribirse en IMDB, cómo usar Instagram si buscan visibilidad internacional. Todo cambió: Diario de un gigoló, por ejemplo, tuvo elenco iberoamericano y en su momento fue lo más visto en habla no inglesa en Netflix. Un chico que hizo solo un capítulo ahora brilla en México.
-¿Cuál fue el proyecto más inusual que encaraste?
-Graduados. Fue mi primera producción artística y de casting. La historia iba y venía en el tiempo, con los mismos actores haciendo de jóvenes y adultos. Acá no se usaba eso. Lo habíamos visto en Friends. Me pareció una locura divina. Además, como soy egresada '89, viví todo eso: Feliz domingo, la primavera, Bariloche. Fue hermoso.
La magia de los elencos
-¿Cómo vivís el proceso de ver cómo se genera química entre actores?
-Es muy gratificante. Hay algo mágico cuando ves que un elenco funciona, que hay sinergia. Es fundamental que los “capitanes” del elenco empujen para adelante. Y lo más lindo es ver crecer a los “pollitos”, como les digo yo. Llamarlos y decirles “quedaste”, y luego ver cómo ascienden. Siempre les digo: “Si sos profesional, te van a volver a llamar”.
Lo que viene: nuevos talentos, nuevos desafíos
-¿En qué estás trabajando ahora?
-Se está por lanzar En el barro, una miniserie que hice para La Hormiga Casting. Tiene un elenco increíble: Ana Garibaldi, Rita Cortese, Lorena Vega y Valentina Zenere. Solo puedo decir que hay mucho talento, mucha entrega. Y muchas ganas de seguir abriendo puertas.
Vanina Martorilli es una voz clave en la evolución de la televisión argentina. Su mirada combina experiencia, innovación y un compromiso genuino con descubrir lo que todavía no fue contado. Porque, como ella misma dice, “nosotras también podemos subirnos al andamio”
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