Historias de Cemento: Casa Curutchet, una obra emblema mundial de la arquitectura platense - Revista Para Ti
 

Historias de Cemento: Casa Curutchet, una obra emblema mundial de la arquitectura platense

En esta nueva edición los invito a descubrir la casa que el cirujano Pedro Curutchet abrió a los platenses, un edificio que nació a la era moderna de la mano de Le Corbusier. Pasen y vean.
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“Lo mío, mis estudios, son de estructura y de forma aplicados al diseño del instrumental quirúrgico. Mi vocación es esa, fíjese que yo he hecho una cosa que es pariente de la arquitectura. Funcionalismo, forma, estructura, tienen elementos básicos de la arquitectura. Quizás en mi había un arquitecto frustrado, o había una segunda vocación”.

Pedro Domingo Curutchet (1901-1989)

Le Corbusier, Charles Édouard Jeanneret-Gris (1887 -1965) decía que la geometría resolvería los problemas de la arquitectura y los volúmenes que nos regala en esta casa parecen ser la expresión gráfica que esclarece ese pensamiento. Aun así, me atrevo a decir que el acto de habitar puede romper con los bocetos del mas afamado de los dibujantes de tablero. En esta historia, la cronología de una casa de manual.

La famosa Casa Curutchet fue diseñada por el arquitecto suizo que nació en La Chaux-de-Fonds, pero a los 29 años se trasladó a París adoptando el seudónimo «Le Corbusier», apellido que recibe de su abuelo materno.

Para 1900 Le Corbusier estudia el arte de grabar y cincelar en la escuela de arte de La Chaux-de-Fonds, en Suiza. Años después se orienta hacia la pintura y la arquitectura. En 1905 diseñó su primera obra, se trataba de una casa unifamiliar para un miembro de la Escuela de Arte la Villa Vallet.

Los siguientes diez años se dedicó a diseñar edificios, prístino de los que llevarían su sello, tan único e indiscutible.

En 1929 Le Corbusier visita nuestro país promocionando los CIAM (Congreso Internacional de Arquitectura Moderna) y también La Plata, donde años después su obra, única en Sudamérica, marcaría un tributo a su estilo y reconocimiento mundial. En aquella oportunidad, llega en tren, no podía irse sin conocer el trazado higienista de La Plata, ciudad ideada con un plano urbano innovador.

El Dr. Pedro Curutchet (1901-1989) fue un cirujano y diseñador de instrumental quirúrgico nacido en Las Flores y reconocido en todo el país, no solo por lo expuesto, sino también por diseñar un nuevo sistema instrumental anatómico.

En 1948 decidió trasladarse a la ciudad de La Plata, donde compra un lote de apenas 9mts por 20mts de fondo, en el Boulevard 53 Nº 320, entre medianeras que resaltaban sus reducidas dimensiones. Al frente, la Plaza Rivadavia y su verde parque y el bosque por la Av. 1 son el marco de esta vivienda pensada para la vida cotidiana en la ciudad de las diagonales.

El Dr. Curutchet se contacta con Le Corbusier, por entonces el arquitecto superlativo, el más influyente conocido, para encomendarle el diseño de su vivienda particular y consultorio. Intuyo, un cirujano, cultor de las artes todas, deseaba una obra de la mano del más ponderado arquitecto.

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La construcción está conformada en hormigón armado y losas encasetonadas sobre columnas de hormigón armado cilíndricas. Las losas son de 40 centímetros de espesor y permiten suspender un falso cielorraso capaz de contener todas las canalizaciones necesarias con pendientes de agua. En el caso de las fachadas, están constituidas con paños de vidrio y son enteramente independientes de la estructura, mientras que la carpintería contempla un fuerte armazón de madera formando cerramientos de vidrio fijos con ciertos paños abiertos en los lugares necesarios.

En 1948 una hermana de Curutchet viajó a París y se reunió con el arquitecto en su estudio del 35 de la Rue de Sévres. Cuentan que Le Corbusier se entusiasmó con el desafío de reunir en una vivienda la doble función de estudio profesional y casa familiar.

El 1 de febrero de 1949 quedó acordada la contratación, encomendando la dirección técnica de la obra al arquitecto Amancio Williams, quien era un colega de su confianza. Recordemos que Williams fue quien, junto a Delfina Gálvez proyectan la “Casa sobre el Arroyo”, obra recientemente restaurada en Mar del Plata.

Pero, en 1951 debido a discrepancias entre Le Corbusier y Williams este último renuncia, asumiendo la dirección de obra el arquitecto Simón Ungar (1952-1953) y finalmente el ingeniero Alberto Valdés (1953-1954). Como era usual para aquel momento, los arquitectos europeos enviaban los planos y sin haber visitado su obra nunca, sus colegas oficiaban de directores de obra locales.

Williams tuvo cierta influencia en el desarrollo final del proyecto, como la rotación de 180º de la escalera, el reemplazo de los muros de acceso por muros vidriados y la obtención de permisos municipales. La obra llega a su fin después de muchas idas y vueltas, dichos y entredichos, acuerdos y desacuerdos.

En 1954, el Dr. Curutchet se instala finalmente con toda su familia en la casa, donde permaneció algunos pocos años. En su interior aparece el mobiliario diseñado por Le Corbusier y su equipo, probablemente el mueble fijo o instalado de forma permanente presente en sus obras sea un estandarte que sobresale en su conjunto.

Fue muy interesante la correspondencia entre Le Corbusier y el Dr. Curutchet quienes expresan en sus líneas el respeto y admiración, la pasión por la obra y claramente en este párrafo de 1949 puede comprobarse: «Se que esta obra quedará como una lección de arte contemporáneo, del arte suyo, de vanguardia, del original espíritu creador. Mi deber será que todos aprovechen esa lección, en beneficio de su propia cultura y en reconocimiento al gran maestro».

Al ingresar, una gran rampa es el acceso hacia la casa, oficiando de eje de composición estableciendo una suerte de continuidad espacial de la vereda hacia el interior. Una casa con claros elementos como planta libre, terraza jardín con un parasol al frente de la terraza que funciona como pantalla, la línea del frente y aventanamientos horizontales con la liberación de fachada que son algunos rasgos reconocibles en las líneas de Le Corbusier. Otro rasgo se encuentra en la base, con pilotis, columnas circulares que parecen mantener la casa en el aire, libre y liviana.

Un recorrido que establece dos direcciones, dos volúmenes claramente separados por el patio y la rampa de acceso. Hacia el frente el consultorio, con sala y antesala, una habitación de internación y baño privado. Al fondo del terreno, dependencias de servicio y el ingreso a la escalera de acceso al primer piso, donde la cocina y el comedor con una amplísima terraza inunda de luz hasta el último rincón. El segundo nivel pertenece al área social, con estudio y dos habitaciones con sus baños.

Curutchet manifestó “Era una luz que me gobierna, no yo a ella”. Según dichos, el doctor y su familia finalmente abandonan la casa porque la obra puesta en escena cotidiana no funcionaba como fuera previsto. Dicen que el exceso de luz, la falta de seguridad, la distribución y la carencia de intimidad del espacio abierto no permitió el desarrollo amigable de la vida familiar.

Comentan que el Dr. Curutchet sentía vivir en la “casa de Le Corbusier” porque los transeúntes invadían su espacio admirando la vivienda como una obra de museo.

En 1987 fue declarada monumento nacional y posteriormente pasó a ser sede del CAPBA (Colegio de Arquitectos de la Provincia de Buenos Aires) y declarada Patrimonio de la Humanidad en 2016. En la actualidad está abierta al público para su visita guiada.

A veces, la teoría del diseño contrasta con el ejercicio de habitar. A la luz de los relatos, la Casa Curutchet fue un gran desafío que contó con la distancia que, tal vez interpuso el afable contacto entre cliente - arquitecto, tan necesario para moldear la obra.

A pesar de los vaivenes, de los excesos de claridad y libertad que la casa parece ofrecer, indiscutiblemente se trata de una pieza arquitectónica, ente de estudio y contemplación, preludio de un movimiento que llegaba para quedarse.

Más información en parati.com.ar

 

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