6 estrategias para potenciar tu concentración, foco y productividad
 

6 estrategias para potenciar tu concentración, foco y productividad

6 estrategias para potenciar tu concentración, foco y productividad
En un mundo lleno de distracciones digitales y multitareas, recuperar la concentración y enfocarse en una sola actividad es clave para la productividad y el bienestar. Una especialista nos ayuda a organizarnos para rendir más y mejor, sin "morir" en el intento.

¡Qué difícil es concentrarse hoy en día! No es fácil llevar la atención a una actividad y mantenerla. La velocidad y brevedad con la que compartimos información en redes sociales y aplicaciones afectan los procesos cognitivos de nuestro cerebro. En un mundo en el que muchas cosas compiten por tu atención, una forma de “fabricar” tiempo es eliminando la dispersión.

Una mente enfocada logra sus objetivos. Cuando tenés claridad en las metas, planificás, mantenés una agenda diaria según esa planificación, hacés los ajustes necesarios y tenés la disciplina para mantenerla; entonces, vas a ser productivo.

1. Ejercitá la concentración

Mirá fijamente la llama de una vela durante cinco minutos todos los días, preferentemente a la mañana o al atardecer. Este es un ejercicio muy simple que enseñan varias tradiciones espirituales como paso previo a aprender a meditar. Es una forma de eliminar distracciones del entorno y el parloteo de la propia mente.

2. Meditá diariamente

Si sos un principiante en el tema, empezá con cinco minutos por la mañana y cinco por la tarde. Sentate, cerrá los ojos, relajate, respirá rítmicamente y dejá que tu mente poco a poco se silencie. ­Los beneficios de la meditación se ven con su práctica.

3. Evitá el multitasking

Las neurociencias afirman que el multitasking no existe, ya que el cerebro es secuencial: no está en dos o más temas de manera simultánea, sino que pasa de un tema a otro de forma superveloz, en pequeñísimas fracciones de segundos.

Por ejemplo, si estás escribiendo un e-mail y, al mismo tiempo, participando de una reunión en Zoom, se dispara una red neuronal cuando estás escribiendo y otra cuando escuchás algo de la reunión. Una y otra alternadamente, muy rápido y de manera desordenada. Esto causa dispersión, estrés y reduce la productividad en un 40 %.

En cambio, una hora de atención focalizada duplica las conexiones neuronales y lográs, así, un mejor rendimiento de tu tiempo sin cansancio.

Encará un tema por vez y aumentarás tu foco y productividad. Encerrate en tu burbuja y poné toda tu atención en lo que estás haciendo.

4. Minimizá las interrupciones

El cerebro necesita de por lo menos veinte minutos para volver al mismo nivel de concentración que tenía antes de una interrupción. ­Desactivá las notificaciones de las redes sociales y apps, porque, aún si no las abrís en ese momento, el sonido ya te habrá  desconcentrado.

“En la oficina me interrumpen todo el tiempo: ‘¿Tenés cinco minutos?’. Y, bueno, como ya me interrumpieron, accedo”. Por un lado, esos cinco minutos terminan siendo treinta. Por otro, cada vez que accedés a esas interrupciones, hacés que la persona persevere en su conducta y que no tenga en cuenta si estás muy atareado o no.

Cuando trabajás con otros, es usual que te hagan comentarios o preguntas. Acordá con tu equipo de qué forma pueden reducir o gestionar esas interrupciones. Algunos destinan los últimos quince minutos de cada hora para estas consultas. Otros colocan un objeto llamativo y previamente consensuado sobre el escritorio como por ejemplo una pelotita roja,como un pedido para que no se los interrumpa. 

De más está decir que, si se abusa de este recurso, pierde efecto. Por otro lado, es probable que el equipo no lo incorpore inmediatamente. Cada nuevo hábito necesita consolidarse y, para eso, todos tienen que colaborar y perseverar en la nueva conducta.

5. Agendá tus eventos y actividades

Tener “todo” en la cabeza, resulta agobiante y aumenta la probabilidad de que se te pase un vencimiento o confundas el horario de una reunión. Liberá espacio en tu mente para pensar cuestiones claves o estratégicas. Agendá y poné por escrito eventos, citas y actividades. Hacerlo te ordena, baja la ansiedad y te vuelve más eficiente.

Tener una idea vaga de “lo que tengo que hacer” es muy distinto a tener esas acciones plasmadas. 

Una práctica común es hacer un listado para las tareas del día o de la semana. Ir completando y tachando tareas da gran satisfacción e impulso para continuar.

Sin embargo, la enumeración de pendientes no sirve para ponderar cuánto tiempo te va a llevar cada actividad. Para eso, cada vez que anotes una tarea en la agenda, estimá el tiempo que insumirá realizarla. Tené en cuenta que la carga horaria será mayor en una actividad que realizás por primera vez o en la que no tenés experiencia. Estimar los tiempos también es un aprendizaje. 

Recordá bloquear espacio en tu agenda o app para descansos breves y almuerzo, y dejá margen para algún imprevisto. Siempre surge algo de último momento y, si bien no podés preverlo, sí podés dejar un espacio de tiempo disponible.

Destiná un color en la agenda para cada tema o actividad, así podrás ubicarte rápidamente y el color predominante te dará un panorama global de a qué estás dedicando más tiempo y energía.

6. Trabajá en bloques de tiempo

Una de las técnicas más usadas es Pomodoro, creada por el italiano Francesco Cirillo, a quien le resultaba difícil estudiar porque se dispersaba continuamente. Entonces decidió que tenía que concentrarse indefectiblemente veinte minutos y, para medir el tiempo, usó un reloj de cocina con la forma de un tomate.

De allí su nombre. Esta técnica es ideal cuando te cuesta enfocarte o no tenés disciplina. Se trata de trabajar o estudiar durante veinte o veinticinco minutos con un nivel muy alto de concentración y luego tomarse cinco de descanso. En el bloque de veinticinco minutos, no debes chequear el WhatsApp, ni las redes, ni tampoco navegar por internet. Y, sí o sí, vas a tomarte un descanso luego, ya que es necesario.

Personalizá estos bloques en función de tu capacidad de concentración y de la complejidad de la tarea. Si esta es sencilla y te resulta fácil concentrarte, destinia un bloque de una hora y media o dos, seguido de un descanso de veinte minutos. Si la tarea es compleja y tu nivel de concentración es alto, destina cuarenta y cinco minutos al trabajo y descansá quince. Cuando la tarea es sencilla, pero tu nivel de concentración es bajo, trabaja cuarenta minutos y descansa diez. Andá probando y ajustando estos bloques en función de lo que a vos te funcione.

Fuente: Mariel Mejuto, coach y facilitadora , de su reciente libro publicado por Ed. Planeta «Tu mejor versión profesional y emprendedora”

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