Bajo los cielos del mundo: Posada Qenti, Icho Cruz, Córdoba - Revista Para Ti
 

Bajo los cielos del mundo: Posada Qenti, Icho Cruz, Córdoba

Considero que planificar un viaje es el escenario posible donde voy sentando las bases –expectativas, curiosidades, anhelos- de lo que finalmente constituirá el descubrimiento de un nuevo camino. Así, al recrear las emociones que quedaron grabadas en mi memoria, concluyo cada uno de mis paseos mirando el firmamento, agradeciendo la oportunidad de haber conocido un nuevo destino y llevar de la mano al lector por los mismos caminos que he recorrido bajo los cielos del mundo.
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Es  tiempo de hermanas, tiempo de buscar ocasiones de charlas sin compromisos ni obligaciones en un espacio de tranquilidad. Estamos en vacaciones y el cuerpo nos pide descanso. 

Decidimos viajar hasta la provincia de Córdoba, Argentina, a la Posada Qenti, enclavada en el paisaje serrano de Icho Cruz, en el valle de Punilla. Desde Buenos Aires nos dirigimos directamente al aeropuerto de la capital cordobesa. El aeropuerto dista unos 45 km de nuestro destino, Icho Cruz, nombre que en quechua significa Cruz de Palo.

Vista desde la piscina exterior de la Posada Qenti.

A los costados de la carretera se plasma la devoción que tienen los cordobeses por el Gauchito Gil, uno de los santos paganos que tiene como principales seguidores a los camioneros. Así, mientras miro por la ventanilla del vehículo que me traslada el paisaje, van apareciendo continuamente pequeños altares con cintas rojas y ermitas que levantan los seguidores del culto para agradecer los favores recibidos.

Luego de unos 50 minutos llegamos a la Posada, que se halla rodeada por varias hectáreas entre caminos y sierras. Bajamos nuestras maletas y enseguida nos explicaron que el nombre de la Posada fue escogido porque la zona es muy visitada por la mayor, en tamaño, de las especies americanas de colibrí; la tradición nativa dice que los colibríes traen amor y alegría al que los observa. El nombre Qenti proviene del lenguaje de los comechingones -pueblos originarios que habitaron el lugar- y que en quechua significa colibrí.

Paisaje serrano por las mañanas.
Los caballos de la posada pastando en el valle de Punilla.
Silletas para disfrutar los atardeceres con vistas al valle.

Una vez llegado a destino, un asesor nos puso al tanto de actividades diarias a realizar y sus horarios. De esta manera podíamos optar por una o varias y planificarlas, ya que, de acuerdo con el plan seleccionado se combinaba alimentación y  ejercicio físico. 

Licuados  energéticos.

Diariamente, temprano  por las mañanas y después de un  desayuno con jugos y panes artesanales, realizábamos una caminata acompañadas por los profesores del gimnasio de la Posada quienes nos guiaban por diferentes senderos serranos. La dificultad de esta actividad se iba incrementando con el correr de los días. 

Caminatas matutinas.
Vista panorámica de las hectáreas de la Posada Qenti.

Por las tardes asistíamos a talleres de salud, charlas  sobre nutrición, revitalización, actividades físicas, estrés, cansancio. Las charlas eran brindadas por profesionales en una pequeña sala de butacas muy cómodas. La misma sala se transformaba por las noches en cine para proyectar interesantes películas. 

Porche para disfrutar la tranquilidad del paisaje a cualquier hora del dia. 

Además, la Posada dispone de servicio de masajes corporales y faciales, que alternábamos los días de descanso con clases de yoga para principiantes. Los días nublados aprovechamos la piscina cubierta y climatizada y tomábamos clases de aquagym. Los días de sol, la piscina exterior, siempre lista; siempre listo también el gimnasio donde los profesores nos indicaban los ejercicios diarios de entrenamiento, tanto básicos como personalizados

 Platos con comida gourmet.
Los tés frutados cambian todos los días.

Por las noches, momentos de recreación: cenas con música  con violines, música local y shows de stand up.

Conocimos las dos huertas orgánicas de la Posada. La más pequeña, ubicada detrás de la cocina, provee al chef lo indispensable para realizar menús diarios de gastronomía gourmet. Los menús pueden ser acompañados por diferentes tipos de té, limonadas, aguas frutadas, jugos de fruta y de verduras naturales, todo bien fresco.

Huerta cercana a la cocina  y al chef.
Aromáticas detrás de la cocina. 

La huerta orgánica más grande la conocimos de la mano de un ingeniero agrónomo quien nos explicó las características de cada uno de los vegetales y aromáticas que allí crecen.

Huerta principal.

Después de esos días de vacaciones saludables bajo los cielos del mundo cordobés, regresamos a Buenos Aires aún recordando las cabalgatas y los paseos en bicicleta que estuvieron siempre presentes. Nos trajimos dentro de las maletas los nuevos hábitos incorporados en ese paisaje serrano colmado de tranquilidad.

Vista nocturna de la Posada Qenti. 

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