Cómo encarar en casa el diálogo sobre la sexualidad, un tema que todavía sigue siendo tabú. En esta nota, la médica pediatra Evangelina Cueto da las pautas para hacerlo.
¿Por qué cuesta tanto hablar de sexualidad? Siempre que tengo la posibilidad, inserto el archivo del origen etimológico de la palabra tabú: parece que viene de la bonita Polinesia y significa “lo prohibido”, “algo sobrenatural y peligroso”. Sin dudas, la sexualidad humana ocupa primer puesto en el podio de los tabúes, aunque -paradójicamente- se trate de una cuestión constitutiva de nuestra especie: venimos de la sexualidad y somos sexualidad.
Desde los enfoques tradicionalistas, la sexualidad no es propia de las temáticas de las infancias, sino que se la reserva para la pubertad y la adolescencia. Tal es así, que -desde estas perspectivas- se espera la finalización de la niñez para abordar la sexualidad (y muchas veces, tarde piaste!). Uno de los motivos, es porque se (mal)entiende que la salud sexual es la salud reproductiva. Y otro de los motivos de fantasía para excluir a las infancias del derecho a conocer, es la confusión entre sexualidad y genitalidad. Estos dos conceptos estuvieron, históricamente, unidos de manera errónea porque, si bien la genitalidad es un aspecto de la sexualidad, no la define como un todo.
Para la OMS, sexualidad es “una dimensión fundamental del ser humano que se expresa en pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, roles y relaciones”. En resumen, la sexualidad se expresa en todo lo que somos y hacemos.
El gran capítulo de la Educación Sexual Integral (ESI) nos invita a mirar de frente la sexualidad, involucrarnos como familias y desmantelar el tabú rey para ser garantes de cumplimientos de derechos, que, no solo tienen impacto beneficioso para las infancias y juventudes, sino que nos favorecen comunitariamente.
La Educación Sexual Integral es un derecho que garantiza a todos los estudiantes (y desde el nivel inicial!) el acceso al conocimiento de la sexualidad humana, desde un enfoque multidimensional: es decir, teniendo en cuenta que la sexualidad tiene componentes biológicos, psicológicos, socioculturales, jurídicos y éticos. Sin romanticismo, es una plataforma fundamental para construir una sociedad mejor porque promueve relaciones interpersonales de respeto, disfrute de la diversidad, valoración de la afectividad, cuidado del cuerpo y de la salud, desde el punto de vista integral.
Existe una Ley Nacional (además de otras locales) que garantizan el derecho a la ESI. SE trata de la Ley 26150, sancionada en el año 2006 y, aún, parcialmente implementada, a pesar de, por su edad, ser una Ley recontra adolescente. Justamente, es importante que entre todos empujemos el cumplimiento pleno de este derecho y, sin dudas, desde las familias tenemos bastante que aportar.
Además de fortalecer en vínculo con la escuela y velar porque contenidos de calidad sobre ESI se desplieguen en estas instituciones, el espacio simbólico “hogar” también es un ámbito en sí mismo donde pueden circular estos conocimientos. Pero primero, lo primero: los adultos debemos hacer el ejercicio de reflexionar sobre lo que nos sucede con la propia sexualidad para iniciar diálogos genuinos con los hijos. Nadie dice que alejarse de pacatismos es tarea sencilla, pero el trabajo de reconversión para brindar encuentros de diálogo enriquecedores, es una meta prometedora.
Además de utilizar las preguntas de los chicos como centro de las conversaciones, hay otros recursos que pueden resultar útiles para sacar del cajón:
Fuente: Evangelina Cueto es pediatra (MN:120230), su ig es @eva_pediatra