Hay una Buenos Aires que no aparece en los mapas ni en los folletos. Una ciudad que se esconde detrás de las fachadas modernas, que se respira en los bares antiguos, que suena a tango improvisado en una vereda cualquiera. Esa es la Buenos Aires que Mariela Blanco —periodista, escritora y amante confesa de su ciudad— invita a descubrir: una capital que se deja conocer solo por quienes están dispuestos a caminarla con los cinco sentidos abiertos.
Acaba de presentar su quinto libro, Tan Buenos Aires (Editorial Dunken). Se trata de una recopilación de más de 50 microhistorias que recorren la ciudad. Entre ellas, revela tres edificios y rincones poco conocidos, como Palacio Lezama, la Antigua Biblioteca Nacional y la Residencia Casey, testigos de la memoria porteña y de secretos que solo la ciudad más indómita guarda.
Historias escondidas detrás de cada esquina
Su mirada va más allá del paisaje: busca los relatos invisibles:
Palacio Lezama – Fábrica de Bizcochos Canale
El Palacio Lezama, ubicado frente al Parque Lezama, es un edificio emblemático de ladrillos rojizos y cúpulas destacadas que domina la esquina de Martín García y Azara. Fue inaugurado en 1910 por José Canale, inmigrante genovés, como sede de su creciente fábrica de bizcochos, galletas y panes dulces, productos que se convirtieron en parte de la memoria alimentaria de varias generaciones porteñas.
La fábrica combinaba tradición y modernidad, con hornos industriales y una organización que integraba obreros, recetas familiares y comercio. Durante décadas, los Bizcochos Canale fueron un símbolo de la ciudad, presentes en meriendas y recreos, especialmente con sus panes dulces navideños que perfumaban diciembre.
“En 1985, un incendio interrumpió la actividad, dejando el edificio como una estructura silenciosa”, cuenta la autora. Tras su restauración, el Palacio Lezama recuperó un nuevo rol, funcionando como sede de ministerios porteños y espacio para exposiciones y eventos culturales. “El Palacio Lezama resistió al absurdo de las ciudades que tantas veces descartan lo que fue hermoso y hoy preserva la memoria histórica de su pasado industrial”, resalta Blanco
La Antigua Biblioteca Nacional – Tras los pasos de Borges
Ubicada en San Telmo, en México 564, la Antigua Biblioteca Nacional es un edificio neoclásico construido en 1896 por Carlos Morra para albergar la Lotería de Beneficencia. Gracias a la intervención de Paul Groussac, director de la Biblioteca Nacional en ese momento, el edificio fue reasignado a la institución, cumpliendo desde entonces su función bibliotecaria, aunque con nuevas misiones a lo largo del tiempo. Entre sus salas de techos altos y escaleras ceremoniosas trabajó Jorge Luis Borges durante dieciocho años, como director entre 1955 y 1973.
Su presencia parece aún recorrer los corredores, un recuerdo vivo de su paso por la institución y de la Buenos Aires intelectual que él representó. Hoy, el edificio es Monumento Histórico Nacional y alberga el Centro de Estudios Borgeanos, con manuscritos, primeras ediciones, fotografías y bibliotecas de autor de Borges, Bioy Casares y Silvina Ocampo. “Recientemente, ha sido sometido a una restauración que ha recuperado fachadas y despachos, consolidando su valor histórico y cultural como espacio dedicado a la preservación y difusión de la obra de Borges”, comenta Blanco.
Residencia Casey – El palacio de las mil historias
Situada en Avenida Alvear 1690, la Residencia Casey es una imponente mansión que perteneció al empresario Eduardo Casey O’Neill y, más tarde, a Vicente Casares, fundador de La Martona y abuelo del mencionado Adolfo Bioy Casares. La casa refleja la historia de la industria lechera argentina y conserva detalles que remiten a la época de su auge, incluyendo referencias al tambo modelo de Casares y su famosa producción de dulce de leche.
La mansión fue ampliada por Vicente Casares, que sumó 12 ambientes a los 30 originales y tres baños adicionales, consolidando su carácter señorial. A lo largo del tiempo, la residencia tuvo otros dueños ilustres, como Teodelina Alvear de Lezica y la marquesa pontificia Adelia Harilaos de Olmos, quien la remodeló con miras a hospedar al Papa Pío XII, aunque finalmente él prefirió otra residencia cercana. Hoy, la Residencia Casey mantiene su valor histórico y arquitectónico, siendo un testimonio de la opulencia de fines del siglo XIX y de las conexiones culturales e industriales de sus ocupantes. Sus espacios y detalles cuentan historias de familias, negocios y anécdotas que siguen vinculadas al imaginario porteño.
Una ciudad que se siente, no se recorre
Además de estas joyas porteñas, la obra incluye un capítulo donde se explora el rico patrimonio del Gran Buenos Aires, como el Palacio Sans Souci, el Convento de San Francisco, Villa María, Villa Carmen, Villa Ocampo, la Casa Minka, el Club Canottieri Italiani, el Museo de Arte de Tigre, y el Castillo Guerrero.
Entre los documentos que respaldan el trabajo, hay planos originales con firmas de figuras destacadas como Corina Kavanagh y Rosa T. de Torquinst, piezas de archivo que suman valor histórico.
Tan Buenos Aires será presentado por su autora el próximo viernes 14 de noviembre a las 20.00 hs en el Claridge Hotel
Blanco es licenciada en Periodismo (UNLZ). Se especializó en patrimonio urbano, aunque prefiere definirse ante todo como una simple “cazadora de historias”. Es autora de “La Conexión Aparente”; “Las mejores entrevistas de Radio y Televisión”; "Leyendas de ladrillos y adoquines" (libro declarado de Interés Cultural tanto por la Legislatura porteña en 2017, como por la Honorable Cámara de Diputados de la Nación en 2024) y de “La Historia es Noticia” (obra distinguida por la cámara Baja con una Declaración de Beneplácito).
Mariela insiste en que la mejor forma de conocer Buenos Aires es dejar que te sorprenda: mirar hacia arriba, detenerse a oler el jazmín de una reja o escuchar una milonga que suena a lo lejos.
“Esta ciudad tiene una energía única: te enseña que la belleza está en los detalles que nadie ve”, reflexiona.
Redescubrir Buenos Aires a través de los ojos de Mariela Blanco es entender que no hace falta irse lejos para viajar. A veces, el destino más inspirador está a la vuelta de tu casa, esperándote con una historia nueva que contar.
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