El universo bridal vive una transformación profunda: las novias actuales buscan mucho más que un vestido hermoso; quieren una pieza que hable de su identidad, que esté conectada con la cultura, la moda y también con los valores personales. En una elegante velada porteña que fusionó diseño, arte y solidaridad, la alta costura argentina volvió a demostrar por dónde pasa el nuevo lujo nupcial.
La noche se vivió como un encuentro especial entre la moda y la investigación científica

La alta joyería se convirtió en protagonista absoluta en una velada que unió moda, arte y solidaridad. Jean Pierre Joyería presentó su nueva colección de verano en su boutique de Av. Alvear, con un exclusivo fashion show a beneficio de la Fundación S.A.L.E.S., en apoyo a la investigación científica argentina liderada por destacados profesionales como el Dr. Gabriel Rabinovich.

Las creaciones del diseñador Fabio Toñanez para Ibraina Atelier, ricas en texturas, técnicas artesanales y una estética que rinde homenaje a las raíces guaraníes, mostraron que las novias pueden ser sofisticadas sin renunciar a lo auténtico.

El protagonista absoluto fue el ñandutí, tejido tradicional que se combinó con satén, lino y crochet dando como resultado vestidos con alma, delicadeza y una sensualidad sutil pero cargada de historia.


Uno de los momentos más impactantes de la pasarela fue la irrupción de una novia negra, elegante y potente, que rompió con todos los códigos establecidos. La apuesta no solo sorprendió: confirmó que hay una corriente en crecimiento que invita a desafiar la tradición del blanco y a elegir prendas que representen la personalidad de quien se casa.

El cierre llegó con una novia blanca de espíritu más clásico pero igualmente única: un diseño íntegramente confeccionado en ñandutí, donde cada motivo tejido se volvía un detalle emocional.

Las joyas también tuvieron un papel fundamental en esta nueva mirada bridal. La alta joyería, con piezas en oro blanco y amarillo realzadas con diamantes, no funcionó como complemento, sino como parte esencial del look. Collares, anillos, pulseras y aros elevaban cada vestido con brillo propio, aportando un aire de distinción y demostrando que las joyas vuelven a ocupar su lugar como símbolos de herencia, compromiso y legado.

Las futuras novias no solo quieren verse radiantes: quieren sentirse representadas, conectar con algo simbólico y elegir piezas que puedan quedar en su historia familiar. El lujo de hoy se aleja de lo efímero y se acerca a lo emocional. La artesanía vuelve al centro, la joyería recupera protagonismo y la moda se convierte en un puente entre tradición y modernidad.

Si algo dejó claro esta pasarela es que la novia del 2026 será única, cultural, poderosa y profundamente personal. Una mujer que elige el brillo, pero no cualquier brillo: el que tiene significado.
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