La Semana de la Moda de Nueva York 2026 dio inicio con un despliegue de energía, innovación y estilo que dejó en claro por qué esta ciudad es uno de los epicentros más influyentes del calendario internacional. Bajo la mirada expectante de editores, fotógrafos, compradores y referentes de la industria, las firmas presentaron colecciones que fueron verdaderos manifiestos creativos.
El ambiente en los venues era eléctrico: flashes encendidos, música envolvente y el murmullo de quienes buscaban anticipar cuál será la próxima gran tendencia. El Rockefeller Center volvió a convertirse en el gran escenario de la moda, con pantallas gigantes y actividades al aire libre que acercaron la alta costura al público y envolvieron a la ciudad en un clima vibrante y teatral.
Las propuestas de este primer día mostraron un mosaico de referencias estéticas que convivieron en armonía: la precisión de la sastrería estadounidense reinterpretada con cortes audaces, la nostalgia bohemia de los años 70, la elegancia marina transformada con una mirada fresca, y la riqueza artesanal caribeña trasladada a piezas de lujo.
Simkhai: espíritu playero y nostalgia californiana

El diseñador neoyorquino Jonathan Simkhai, uno de los talentos jóvenes más destacados de la escena estadounidense, presentó una colección que buscó aportar alegría y calma en medio del clima político y económico desafiante. Inspirado en sus recuerdos familiares en las playas de Los Ángeles, propuso una línea relajada y luminosa, pensada para transmitir la sensación de renovación que deja el sol californiano sobre la piel.


La pasarela mezcló dhotis y pareos con cazadoras de cuero sin tratar, trajes reinterpretados como prendas de skate y chaquetas de aviador para hombre, junto a túnicas blancas con franjas de encaje, piezas en toalla y bouclé con flecos, corsés de punto Aran y minivestidos de lentejuelas pálidas que evocaban el resplandor del mar.


Aunque las ideas fueron celebradas por su frescura y por el guiño al estilo de vida costero, algunos críticos señalaron que la ejecución no estuvo a la altura de su habitual nivel de precisión, dejando la sensación de una propuesta más contemplativa que rupturista.





Norma Kamali: glamour setentero y energía disco en clave contemporánea

La legendaria Norma Kamali volvió a demostrar por qué es un ícono neoyorquino con una colección que fusionó el hedonismo de los años 70 con una mirada actual y vibrante. Su pasarela fue un despliegue de brillos, lentejuelas, lycra metalizada y siluetas ajustadas, con guiños al mundo de la noche y a la estética disco que marcó sus inicios.

Hubo monos enterizos ceñidos, vestidos drapeados al cuerpo, bikinis con recortes estratégicos y capas fluidas que aportaron movimiento y teatralidad. Todo en una paleta intensa de dorados, plateados, fucsias, rojos y negros, diseñada para mujeres que no temen brillar.

Con esta propuesta, Kamali reafirmó su estilo inconfundible: atrevido, sexy y empoderado, demostrando que su sello creativo sigue siendo sinónimo de audacia y vitalidad en la moda neoyorquina.



Lafayette 148: sastrería relajada y lujo silencioso

La firma Lafayette 148 presentó una colección que apostó por el lujo silencioso, con prendas de líneas puras, cortes impecables y materiales nobles que transmitieron calma y sofisticación. En contraste con el ritmo frenético de Nueva York, la propuesta se sintió serena, minimalista y atemporal.


Sobre la pasarela dominaron los trajes holgados en lino y seda, pantalones amplios de tiro alto, camisas desestructuradas y abrigos livianos de líneas arquitectónicas, acompañados por tonos neutros como marfil, arena, camel, gris perla y rosa.

Cada pieza mostró la maestría técnica de la casa: acabados perfectos, confección precisa y materiales de calidad, reafirmando que el verdadero lujo está en la discreción y en el diseño pensado para perdurar.





Derek Lam: elegancia americana con un giro setentero

El diseñador Derek Lam presentó una colección que celebró la esencia de la elegancia estadounidense con un giro nostálgico inspirado en los años 70. Su pasarela combinó sastrería relajada con detalles bohemios, logrando una propuesta equilibrada entre lo clásico y lo cool.

Se vieron pantalones de pierna ancha, camisas livianas con lazo, trenchs fluidos, faldas midi y vestidos estampados, en una paleta de tonos tierra, caramelo, azul petróleo, blanco marfil y acentos mostaza.

Con esta propuesta, Lam reafirmó su talento para crear piezas versátiles, femeninas y urbanas, pensadas para mujeres que buscan elegancia sin rigidez y comodidad sin perder estilo.




Lela Rose: romanticismo floral y optimismo primaveral

La diseñadora Lela Rose llenó la pasarela de frescura y color con una colección que celebró el romanticismo, la femineidad y el espíritu optimista de la primavera. Su propuesta apostó por la delicadeza artesanal y el encanto clásico que caracteriza a la firma, pero con un giro moderno en las siluetas.

Desfilaron vestidos midi con falda acampanada, trajes sastreros en tonos pastel, conjuntos de dos piezas con bordados florales, faldas plisadas y blusas con volados, en una paleta que combinó rosas, lilas, celestes, verdes agua y amarillo limón, con pinceladas metalizadas que aportaron brillo sutil.

Con esta colección, Rose reafirmó su lugar como referente de la moda elegante, femenina y alegre, ideal para quienes buscan piezas sofisticadas con un aire lúdico y primaveral.





Tanya Taylor: color, arte y energía vibrante

La diseñadora Tanya Taylor presentó una colección que fue un verdadero estallido de color, optimismo y creatividad, reafirmando su sello característico: piezas femeninas con estampas artísticas y un espíritu lúdico que conecta con la energía de Nueva York.

Sobre la pasarela desfilaron vestidos midi con estampas pintadas a mano, camisas oversize con flores abstractas, faldas plisadas en bloques de color y trajes sastreros en tonos vibrantes, acompañados por accesorios gráficos y sandalias de plataforma.

La paleta incluyó naranjas, fucsias, verdes lima, azul eléctrico y lavanda, creando un universo visual lleno de dinamismo. Con esta propuesta, Taylor consolidó su lugar como una de las voces más frescas y artísticas de la moda neoyorquina.






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