La noche anterior al crimen, Rob Reiner y su hijo Nick asistieron a la fiesta de Navidad de Conan O'Brien. Según fuentes citadas por PEOPLE, padre e hijo protagonizaron allí una discusión acalorada. Otra voz cercana al encuentro describió el comportamiento de Nick como “errático” y dijo que “estaba asustando a todos”.
Ese clima no se disipó. Menos de un día después, el domingo 14 de diciembre, Rob (78) y Michele Singer Reiner (70) fueron hallados muertos a puñaladas en su casa de Brentwood, Los Ángeles. Fue su hija Romy, de 28 años, quien los encontró; los paramédicos llegaron alrededor de las 15.30. Una fuente con conocimiento directo de la escena la definió como una “pesadilla de terror de Hollywood”.
El arresto y el silencio de las respuestas
Esa misma noche, a las 21.15, Nick Reiner —que, según fuentes, vivía con sus padres— fue detenido y arrestado bajo sospecha de asesinato. Permanece detenido sin fianza, sin cargos formales ni declaración de culpabilidad. Las autoridades no informaron el motivo.
Nada de lo ocurrido fue ajeno a una historia larga y dolorosa. Rob y Michele habían intentado durante años ayudar a Nick, que luchaba con adicciones desde la adolescencia. Pasó por más de 18 centros de rehabilitación y hubo períodos en los que vivió en la calle. En 2016, padre e hijo hablaron abiertamente de esa relación tensa cuando estrenaron Being Charlie, una película coescrita por Nick que reflejaba esos “años oscuros”.

“Nos obligó a analizar lo que cada uno estaba pasando”, dijo entonces Rob. Nick reconoció que el rencor hacia sus padres casi había desaparecido. Pero al año siguiente volvió a recaer. En 2018, contó que había destrozado la casa de huéspedes de sus padres durante un episodio de consumo. Aun así, la familia siguió unida: “Lo intentaron todo —darle espacio, mantenerlo cerca—, pero sus dificultades eran muy profundas”, resumió una fuente.
El final impensado
Quienes conocían a los Reiner coinciden en lo mismo: eran una familia muy unida, presente en estrenos y eventos, protectora hasta el límite de lo posible. “Es la peor pesadilla de cualquier padre”, dijo una persona cercana. En las últimas horas de Rob y Michele confluyeron años de amor, miedo y una tensión que nadie logró contener. El resultado fue un silencio brutal en una casa que, hasta entonces, había sido refugio.
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