“Si alguien tenía que morir, pensé que debía ser yo.” La frase, dicha con la inocencia y valentía de un chico de apenas seis años, dio la vuelta al mundo en 2020. Bridger Walker no era un actor, ni un personaje de película. Era un nene cualquiera, de los que juegan en el jardín de su casa. Hasta que un día, sin planearlo, se convirtió en un héroe real.
El 9 de julio de 2020, en la ciudad de Cheyenne, en Wyoming, Estados Unidos, el pequeño estaba jugando con su hermana menor cuando un perro de los vecinos se soltó y corrió directamente hacia ellos. Sin pensarlo, se interpuso entre el animal y su hermanita.

El perro lo atacó brutalmente. Le mordió la cara y el cráneo. Las heridas fueron tan graves que necesitó más de 90 puntos de sutura y una cirugía de dos horas. Cuando ya estaba a salvo, Bridger explicó con una tranquilidad que conmovió a todos: “Si alguien tenía que morir, pensé que debía ser yo.”
Su historia se viralizó gracias a su tía, que compartió lo ocurrido en Instagram. En cuestión de horas, su historia dio la vuelta al mundo. Llegó a los medios, a las redes, a los grupos de WhatsApp. Pero, sobre todo, llegó al corazón de millones de personas.
Entre ellas, las de varios actores de Marvel. Chris Evans, el mismísimo Capitán América, le envió un mensaje personalizado y le prometió su escudo. “Sos un verdadero héroe”, le dijo. Mark Ruffalo, Tom Holland, Brie Larson y Anne Hathaway también se sumaron con palabras de admiración y agradecimiento.

Pero eso no fue todo: Holland fue más allá y lo invitó al set de "Spider-Man: No Way Home". El pequeño no sólo conoció a su superhéroe favorito: lo vio colgarse de los techos, lo abrazó y vivió, por un rato, dentro de su propia película.
La recuperación de Bridger Walker
Con el correr de los meses, Bridger inició un proceso médico para atenuar las cicatrices. Viajó a Nueva York y a Utah, donde recibió tratamientos dermatológicos gratuitos. Aunque los resultados fueron visibles, él siempre dejó que no quería que sus marcas desaparezcan del todo porque reflejaban que había salvado a su hermana.
Hoy, su cara luce mucho más aliviada, pero sigue teniendo esa pequeña señal que, lejos de avergonzarlo, lo llena de orgullo.
También retomó una de sus pasiones: el jiu-jitsu, que practica junto a su familia. A pesar de todo lo vivido, no desarrolló miedo a los perros y pudo seguir adelante con una fortaleza que asombra.
Bridger ya no es un nene de seis años. Hoy tiene diez, vive en Wyoming con su familia y continúa siendo un ejemplo silencioso de coraje. Su historia sigue inspirando a miles de personas en el mundo: hay ilustraciones con su cara, videos con su relato, homenajes y premios que recuerdan su valentía.
Pero él prefiere seguir siendo un hermano mayor. Uno que actuó por instinto, que no esperó aplausos ni cámaras, y que, cuando se mira al espejo, ve a un nene común con una historia extraordinaria.
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