"Con una bicicleta y una libreta": la historia de Tito "El Gallego" en la desaparición de Diego Fernández Lima - Revista Para Ti
 

"Con una bicicleta y una libreta": la historia de Tito "El Gallego" en la desaparición de Diego Fernández Lima

Con una bicicleta, una libreta y una fe inquebrantable, Tito “El Gallego” Fernández recorrió calles, paradas de colectivo y barrios enteros en busca de su hijo Diego, desaparecido en 1984. Cuatro décadas después, sus restos aparecieron en la zona donde siempre creyó que estaría.
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Era un padre como tantos: acompañaba a su hijo a entrenar, lo alentaba desde la tribuna, se emocionaba con cada pase y cada gol. En Excursionistas a Juan Benigno Fernández todos lo conocían como Tito, “El Gallego” , y lo veían llegar en bicicleta, con una sonrisa sencilla y el orgullo de ver crecer a Diego en la cancha.

“Era un papá como todos”, recuerda Gabriel Pepe Noto, ex dirigente del club, entrevistado en "Mujeres Argentinas" sobre el halllazgo de Diego Fernández Lima. “Lo traía al Baby, lo veía entrenar… pero cuando ocurrió la tragedia, lo que más me impactó fue la lucha del Gallego. Solito trató de encontrar a su hijo. Andaba todos los días con esa bicicleta y esa famosa libretita, anotando datos de cada lugar y de cada chico que conocía a Diego”.

La desaparición de Diego ocurrió un jueves. “Al otro día él tenía que venir a entrenar”, relata Noto. “Cuando Tito se enteró, vino al club y empezamos a buscarlo. Los chicos repartían folletos, los pegaban por el barrio… pero la búsqueda de Tito era otra cosa. Él recorría cada parada del 114, el colectivo que usaba su hijo. Las caminaba una por una. Preguntaba, anotaba, volvía a pasar. Era increíble verlo… y muy duro también”.

En su memoria, aquella bicicleta y esa libreta se volvieron símbolos de una búsqueda en soledad, sostenida solo por amor y determinación. “El otro día un familiar me agradeció por recordarlo, porque la verdad… él solo se bancó toda esta locura”, dice Noto con emoción.

La libreta es negra y tiene en su margen superior izquierdo impreso el número 1983. Es una agenda de ese año que el papá de Diego usaba para anotar algunos números de teléfono familiares. Esa libreta se convirtió en un símbolo de la búsqueda incansable de Tito.

Pasaron 41 años. Y el hallazgo reciente de los restos de Diego, justamente en la zona donde Tito siempre creyó que estaría, estremeció a todos. “Es increíble —agrega Noto—, después de tanto tiempo, apareció ahí… en el lugar que él imaginaba”.

En el homenaje que el club le hizo a Diego hace unos días, los abrazos fueron más largos y las palabras, más difíciles. Porque hablar de Tito es hablar de una fuerza que no se apaga, del amor que persiste incluso cuando la vida golpea más fuerte. Es hablar de un padre que, con una bicicleta y una libreta, le enseñó a todo un barrio lo que significa no rendirse nunca.

La búsqueda de Tito tuvo un final tan trágico como la historia que la motivó. En medio de una de esas recorridas incansables, mientras seguía una pista que creía podía acercarlo a Diego, sufrió un accidente de tránsito que le costó la vida. Hoy, con el hallazgo de los restos de Diego, la historia de Tito vuelve a cobrar vida. No solo por lo que encontró, sino por lo que nos deja: la certeza de que el amor puede ser más fuerte que el tiempo y que incluso la muerte no apaga la luz de quien nunca dejó de buscar.

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