Conmovida, Natalia Ciak contó cómo fue regresar al lugar donde su expareja, Alejandro Ruffo, asesinó a Joaquín, el hijo de 8 años que compartían. Acompañada por amigas y vecinas, retiró las pertenencias del niño y expresó: “Siempre fuimos los dos, así que nos vamos los dos”.
Con una entereza que emociona, Natalia volvió por primera vez a la casa de Lomas de Zamora -la que ella llama "la casa del horror"- donde ocurrió el crimen que le arrebató la vida a Joaquín, su hijo de 8 años. El regreso no fue fácil: fue un gesto de despedida y, a la vez, un intento de cerrar un capítulo imposible de cerrar. Allí mismo su ex pareja, le quitó la vida a Joaquín por asfixia por compresión extrínseca de cuello y luego intentó suicidarse.

Para Natalia, volver a esa casa no fue solo atravesar una puerta: fue mirarse de frente con la ausencia, rescatar lo que quedaba de Joaquín y darle un sentido a la despedida. En cada juguete, en cada rincón, había una parte de su hijo. El regreso al lugar donde todo cambió para siempre fue un acto de valentía. Ella eligió entrar -con el corazón roto-, ordenar, donar y, sobre todo, despedirse. Fue su manera de cerrar una herida que nunca dejará de doler.
“Fue muy movilizador pararme frente a la puerta. Contraté un servicio que hizo una limpieza y después entré con amigas y dos vecinas. Me ayudaron a terminar de sacar juguetes, cosas de Joaquín, algunas cosas mías. Dividí para los compañeritos de Joaqui, otras se las di a las vecinas que tienen nenes chicos, y el resto fue a donación”, le relató Natalia a Para Ti.
Entre los objetos también estaban muebles de su hijo y algunos electrodomésticos que ella había comprado. Cada cosa pasó por sus manos con cuidado y con dolor. Pero lo más difícil llegó al final: “Cerré la puerta, tuve mi momento con Joaqui adentro para charlar y decirle: ‘Bueno, nos vamos, nos vamos los dos’. Siempre fuimos los dos, así que nos vamos los dos”.
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En medio de esa despedida íntima, Natalia descubrió también algo que la conmovió: “Te encontrás con mujeres que te saludan en la puerta, que te abrazan y te dicen ‘qué fuerte que sos, qué valiente’. Y yo por dentro me desarmo porque siento que me falta un montón de valentía. Me cuidé con mi hijo dentro de un círculo de autoprotección. Ahora empiezo a caer, pero con la contención de mi familia, amigas, amigos y compañeros de trabajo”.

Más tarde, en un mensaje que compartió en sus redes, Natalia dejó en claro que su lucha recién empieza: “Hoy fui a despedir y a tomar cosas que faltaban… A darle un cierre a una historia que no cierra, que no es justa, que duele y cada día que pasa más. Hoy solo me queda ser su voz hasta que la Justicia hable, y que todos recuerden al bello niño: Joaquín. Los abrazo, gracias a cada mensaje, cada muestra de amor y respeto. Joa y Naty”.
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