Mauricio D’Alessandro aseguró que Diego, el adolescente desaparecido en 1984, tenía una relación con la familia que vivía en la casa donde fueron hallados sus restos hace pocas semanas, en el barrio porteño de Coghlan. El dato cambia el eje de la investigación y abre nuevas hipótesis.
“Está probado el vínculo entre Diego y los habitantes de esa casa”, aseguró D’Alessandro en DDM (América TV), al referirse a la familia Graf, que habitó la casa de Naón y Monroe durante la década del 80.
Un hallazgo que conmocionó y una historia silenciada
El caso se reactivó en julio, cuando un grupo de obreros encontró restos humanos enterrados durante una obra en la casa donde vivió Gustavo Cerati entre 2002 y 2003. Los estudios genéticos realizados por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) permitieron confirmar que los restos pertenecían a Diego, un joven de 16 años que desapareció en 1984 cuando le dijo a su mamá que iba a la casa de un amigo.
Desde ese momento, la historia cobró visibilidad pública por primera vez en más de 40 años. La familia había buscado a Diego de forma incesante, pero sin apoyo de la justicia ni de los medios.
¿Quiénes vivían en la casa y qué relación tenían con Diego?
Según explicó D’Alessandro, en la época de la desaparición, la propiedad ya no pertenecía a la familia Cerati, sino que estaba habitada por otra familia del barrio: los Graf. El joven Diego conocía a sus integrantes y tenía un vínculo previo. Aunque por ahora no se conocen detalles sobre la naturaleza de esa relación, el dato se convierte en una pieza clave para esclarecer lo ocurrido.
La investigación está a cargo del fiscal Martín López Perrando y, según informa TN, desde la sede judicial anticiparon: “Ahora queda saber qué pasó. Intentar dar una respuesta justa a esa familia”.
Las fuentes del caso aseguran que, por ahora, no se llamará a declarar a los propietarios del chalet. Actualmente, allí vive una señora muy mayor de apellido Graf, que tiene dos hijos; un varón y una mujer.
Por el momento, buscarán hablar con compañeros de colegio de Diego que puedan aportar algo de información sobre el presente del chico en ese momento: si estaba preocupado por algo o si había contado algo que, con el descubrimiento, tome relevancia.
Un caso que podría marcar un antes y un después
Lo que empezó como un hallazgo casual durante una refacción se transformó en una historia que interpela a toda una generación. El caso de Diego no solo expone una desaparición silenciada durante 40 años, sino también las fallas de un sistema que no supo, no quiso o no pudo buscar respuestas.
Hoy, con los restos identificados y un vínculo confirmado con los dueños de la casa, la verdad parece más cerca.
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