Desde hace cuatro meses la sonrisa de Ana Rosenfeld (67) no es la misma. La acompaña siempre y sigue siendo su sello personal, como lo fue antes de que la vida le diera el golpe que cambió su existencia de forma definitiva y le arrebatara de sus brazos al amor de su vida, Marcelo Frydlewski, su compañero por nada menos que 37 años. Sin embargo Ana, dueña de una fortaleza sin igual, no se permitió caer. Y aunque admite que aún no llegó a asimilar la muerte de su marido, es ella quien se ocupa de sostener a sus hijas, Pamela y Stephanie, ambas abogadas como ella, y madres de sus cuatro nietos, Ámbar (6), Tomás (4), Philippe (4) y Ralph (2).
Aunque muy creyente, esta mujer trabajadora y tenaz que debutará como panelista de LAM en breve, revela que no cree que haya una vida más allá de la muerte ni un paraíso donde reencontrarse con su "amorcito", como solía llamar a Frydlewski. Con una postura pragmática confiesa que prefiere pensar que él la ayuda y la ilumina desde una estrella.
-¿Cómo estás Ana?
-No cambió nada, cuatro meses no es nada para cambiar el estado de ánimo y ver la realidad con otros ojos. Sigo viendo lo mismo que veía en octubre cuando Marcelo se fue. No tengo una mirada diferente, lo único que veo diferente -y cada vez estoy cayendo más en la realidad-, es que él no vuelve. Por fuera sonrío, me esmero en estar en actividad, en no deprimirme, en seguir la vida, pero por dentro la angustia y la tristeza son sofocantes.
Vos pensá que 37 años no se pueden cambiar con la imaginación de cómo seguir de ahora en más. Yo no se cuánto más voy a vivir, pero imaginarme que tengo por delante una vida sin mi compañero al lado, todavía no lo imagino. No encontré un lugar mío personal en esa realidad. El lugar profesional, familiar, de amistades y compañeros lo sigo teniendo porque es el mismo, eso no cambió y es lo que me mantiene entretenida. Pero el paso mío a Ana sola, a que me digan "Ana es viuda", es un poco difícil. O que me pregunten si estoy de duelo o de luto... son palabras muy duras para alguien que no llega a dimensionar lo que es la vida de ahora en más. Por que son títulos que te estigmatizan y vos decís "pucha, ¿estoy de duelo?, ¿estoy sola? ¿estoy viuda?". Son palabras muy crueles.
-Sos muy activa en Instagram y muchos seguidores seguían el caso por esa red social...
-Si, yo me hice muy pública no solo por el trabajo y la tele, sino también por Instagram. Ahí es como que mostré otra cara, otra faceta. Fue Marcelo el que me lo hizo abrir, en complot con Wanda (Nara), una vez que estábamos de viaje con ella. Fue Wanda la que me dijo “¿cómo que no tenés Instagram?”, a lo que yo le pregunté: "¿Y que voy a hacer en Instagram". Y Marcelo fue contundente, dijo: "Yo sé lo que va a mostrar: que no es la mala que se ve en la tele cuando habla de laburo". Porque me costaba divertirme en la tele, porque estoy dando un mensaje tan duro de lo que es la realidad y la justicia, que no me daba para estar con otra cara que no sea seria y dura.
Entonces el Instagram me acercó a la gente, me humanizó. La gente empezó a ver que más allá de tener puesta la camiseta de la defensa de los derechos que enarbolo, además soy una mujer, tengo... tenía mi pareja, tengo a mis hijos y mis nietos, tengo una vida, es como una cara diferente de la crudeza de la profesión, son como dos miradas diferentes.
La compañía de la gente
-¿Y cómo ves la mirada del otro ahora que tenés que asumir que sos viuda o que pasó lo que pasó?
-La gente es muy cariñosa y acompaña. De hecho, durante toda la enfermedad y ni bien pasó lo que pasó, los rezos eran constantes, me acompañaron con cadenas de oración, gente muy muy solidaria. Pero no falta quien dice "mirá, se le fue el duelo porque sonríe" o "se le fue el luto porque usa vestidos con flores". Por suerte es el coma cero cero cero uno de la gente que me sigue o que me ve la que opina así.
Por otra parte, la gente que me sigue sabe que con Marcelo siempre nos divertíamos y eso no era una pose, era auténtico. La mirada de él era siempre querer complacerme, siempre me decía que me compre ropa, siempre le gustó verme bien. A él no le gustaba que no usara colores. Y ahora cuando me visto con color siento que lo estoy homenajeando. Ahora si tuviese que comprar no se si tendría el mismo gusto en la ropa. Es increíble, no necesito nada, pero si tengo que comprar -porque soy "pilchera", me encantan los zapatos y las carteras-, tendría que pensar qué elegir... creo que me cambió hasta la forma de elegir porque antes mi reflejo era él.
-¿Estas como recién cayendo en la realidad?
-¡No estoy cayendo! En definitiva estoy sentada acá y estoy pensando que llego tarde a casa y que Marcelo me va a estar esperando en la puerta… Y de repente no puedo creer que llego a casa y no está. Me duele horrores la noche cuando estoy sola. Prendo la tele y capaz son la una de la mañana y sigo viendo una película, porque literalmente nunca más dormí más de 5 horas desde que él murió. Yo antes dormía bien y siempre decía que soñaba cosas lindas y en colores y desde que él se fue nunca más soñé cosas lindas; sí sueño con él pero sueño escenarios y episodios que cuando me despierto no entiendo. Pero antes me acostaba y me despertaba con una sonrisa. Cuando nos conocimos él me dijo "lo más lindo que tenés es que te acostás y te despertás con una sonrisa".
Llorar por las noches
-Me describis una tristeza.
Y si, no cambió. La gente me escribe y me dice "no te brillan los ojitos", o "ya no sonreís como antes". Y es verdad, yo ahora fuerzo la sonrisa, ya no voy por la vida sonriendo… antes yo sonreía por cualquier cosa, ahora no.
-Sos fuerte.
-Es eso lo que me mantiene: la fortaleza que tengo. Yo misma me sorprendo… Siempre fuí fuerte, pero lo estoy notando ahora porque estoy sosteniendo yo a mis hijas. Ellas lloran porque lo extrañan… Y encima el celular todo el tiempo me muestra fotos de lo que hicimos juntos, me lo recuerda cada minuto.
-¿Llorás?
-Obvio, cuando estoy sola. Cuando la gente me habla de él me emociono, pero cuando estoy sola lloro fuerte, lloro profundo, me enojo, estoy enojada.
-Hablame de ese enojo.
-Estoy enojada porque Marcelo se cuidó durante un año y 8 meses de pandemia. No salía de casa y yo tampoco porque como él tenía comorbilidades, yo no me exponía para no traer el virus a casa. Fue la diabetes no el cáncer, la causa que lo llevó a perder la batalla contra el covid. Él tuvo un cáncer de pulmón que fue leve, se enteró porque le apareció una manchita en el pulmón, le extirparon eso y listo. Pero la culpa de que hoy no esté acá la tuvo la diabetes, que es una enfermedad silenciosa que te va debilitando los órganos. Cuando él se contagió Covid, por supuesto los órganos no eran los de una persona fuerte y fue una cosa muy especial lo que pasó.
-¿Especial?
-Sí, fue una cosa muy especial ver que no salía adelante, no salía... Yo tenía la ilusión de que salía, me lo imaginaba al lado mio. Mirá que soy de las personas que se imaginan las cosas, yo era de las personas que sueñan lindo, sueñan en colores... lo que sueño ahora son pesadillas, porque sueño con él pero en situaciones donde no me encuentro, alrededor mio hay cosas que no llego a interpretar qué son…
Con la pandemia de Covid yo digo que Dios se enojó. Soy muy creyente y tradicionalista de la religión judía y pienso que Dios estuvo muy presente mandando señales por algo que estábamos haciendo mal en el mundo. Ahora ya está pasando, es como que nos suavizó el castigo.
Una mujer muy creyente
-Siendo tan creyente, ¿cambió tu concepto de la muerte?
-Si, por supuesto que me cambió la mirada de la muerte y además de todo, ahora me asusta, antes no me asustaba. Antes me imaginaba que faltaba mucho y me decía que a partir de tal edad podría pasar, porque tomaba como referencia la edad de mis papis.
-¿Tus papás fueron longevos?
-Sí, mis papás murieron a los 87 años, pero el papá de Marcelo no, murió a la misma edad que él, 67.
-¿Pensás que te vas a encontrar con él en el cielo?
-No. No lo encuentro en ningún lado. Está solamente dentro mío, no está en ningún lado, él me está cuidando, como dicen. Me gusta esa idea de que es una estrellita que está vigilando cada cosa que yo hago y me manda señales, todo eso me emociona. Pero la realidad es que nadie que se fue volvió como para contar qué es lo que él está viviendo en este momento. No me consuela que nos vayamos a reencontrar y que vamos a seguir estando juntos en otro plano, porque además no creo en eso.
"La gente me dice estás igual pero es mentira"
-¿Cómo es Ana Rosenfeld puertas adentro más allá de lo que se ve en redes sociales y de lo que está viviendo hace cuatro meses?
-Me abstraigo de los últimos cuatro meses. Yo te puedo hablar de la Ana que Marcelo quería… Ana siempre fue una mujer llena de ilusiones, llena de fuerza, energía, siempre con una frescura y una naturalidad que me ha caracterizado y que la gente ve en mí. Me río, me divierto... bueno, me cuesta hablar en presente... Estoy pendiente mis cuidados personales, me gusta recibir a la familia en casa, que la mesa esté hermosamente servida. Toda la vida me arreglé. Nunca -desde los 18, 19 años- salí desarreglada a la calle. Antes casi no usaba maquillaje ahora tengo que usar un poco, especialmente para tapar ojeras. La gente compara y me dice "estás igual", pero mentira, no estoy igual. Nunca fui egoísta, siempre me gustó compartir, me gusta viajar, eso lo voy a extrañar un montón.
-¿No te imaginás viajando sola?
-No es lo mismo el viaje de placer que el familiar, por ejemplo a Estados Unidos voy a seguir yendo con continuidad porque tengo una hija viviendo allá con mis nietos. Pero viaje de placer como hacíamos a las islas… ¿qué voy a hacer ahora en una isla sola? Antes, con Marcelo íbamos a una isla paradisíaca donde nos tirábamos en la arena a disfrutar… ¿qué voy a disfrutar ahora de eso? De hecho, estuve un mes y medio en Punta del Este y bajé un solo día a la playa cuando llegué, y subí inmediatamente a mi casa. Dije "yo no puedo venir a la playa".
"No me permití disfrutar"
-¿Por qué?
Porque ir a la playa es sentarte en una reposera a disfrutar. Yo no me imaginaba tirarme en una reposera… ¿haciendo qué? Si te sentás en una reposera a tomar sol es porque estás disfrutando y yo no me permití disfrutar. Sí fui a eventos, hice notas, me vestí, me arreglé, fui a todos lados donde me invitaron, pero ir a la playa era ir al lugar donde nunca estuve sola, siempre estuve con él.
-¿Es decir que la playa está relacionada con él?
-Cien por ciento, porque él amaba el sol y la playa. Podía quedarse horas leyendo un libro bajo el sol. El destino elegido por él siempre era Ibiza, el mio era Capri. Le gustaba todo lo que era exótico, viajaba para comer, comía mucho…
El backstage de la producción
- ¿Siempre pudieron darse una vida lujos?
-Yo empecé a trabajar muy joven, tenía 19 años. El otro día conté que mi primer auto fue un Chevy SS Coupé, y después no paré nunca de trabajar... la gente no podía creer que tuviera ese bote. Mi primera inversión fue comprarme ese auto y una oficina y ahí no paré nunca de trabajar. Después fui cambiando autos y cada plata que juntaba la invertía.
Abogada a los 20 años
-¿Ya te habías recibido a esa edad?
-A los 19 y juré a los 20. Estudiaba mucho, me recibí en el (Colegio) Carlos Pellegrini, di sexto año libre y entré en la Universidad de derecho sin rendir examen de ingreso porque el Pellegrini era universitario. Venía con un training impresionante y en el colegio había tenido mínimo 7 materias en común con abogacia de las 28 de la carrera.
-¿Te imaginabas trabajar con famosos en esa época?
-Me imaginaba sobresalir. De ahí en más, obviamente la notoreidad viene de la mano de quien ya tiene ese poder, alguien te da esa mano para empujarte de la línea de atrás a la de adelante. Pero yo me inventé a mi misma, más allá de la gente generosa que me hizo un lugar en el medio. Yo siempre dije que fui la primera abogada mujer civilista en aparecer.
-¿Cómo te llevás con la fama?
-La tomo con naturalidad, porque es como dicen, que hoy estás y mañana no estás. Lo que si me doy cuenta es que me convertí en popular, si popular y famosa son sinónimos, ponele. Me llevo bien porque yo no cambié mi estilo de vida ni mi personallidad. No me visto distinta por ejemplo. Siempre fui igual.
-¿Llegar a ser abogada de las famosas se dio naturalmente?
-Si, recuerdo que estaba haciendo un divorcio en Mónaco y me llamó Marcelo para decirme que me había llamado una persona muy muy famosa para hacerme una consulta profesional. Y al poco tiempo conocí a Ramón (Palito Ortega) y a Evangelina (Salazar), despues a Marcelo Tinelli, que era vecino, a Mauro Viale y se fue dando por recomendaciones. Y de repente terminé siendo la abogada de Wanda Nara, de Pampita, de Luciana Salazar y de Karina Jelinek, que son las mujeres emblemáticas del medio.
Cómo es ser abogada y amiga de Wanda Nara
- Pro y contras de ser la abogada de Wanda Nara
-Ninguna contra. Todos pro. Bueno, tengo que laburar un montón. Los primeros años de juicios fueron largos defendiendo sus intereses y los de sus chiquitos. Y en los últimos años me tiene haciendo contratos a cualquier hora, ¡leo contratos a cualquier hora porque me lo manda a la madrugada!
-Te hiciste amiga de Wanda
-Re. Y también mis hijas, son muy amigas de ella.
-¿Y cómo surgió esas amistad?
-Se fue dando porque fuimos compartiendo muchos viajes. Marcelo y Mauro (Icardi) se hicieron muy amigos y compartimos viajes. Nos encontramos en Ibiza, en Milán, en Estados Unidos y por supuesto en Argentina. Fundamentalmente viajando.
"El terror de los maridos"
-En una nota dijiste que no te gusta que te digan que sos el terror de los maridos…
-(risas) No, no es que dije que no me gusta, dije que no me gusta que piensen que soy únicamente el terror de los maridos. Porque el terror de los maridos es un título fuerte, pero yo siempre digo que quiero que respeten a quien yo represento, entonces por carácter transitivo me convertí en el miedo de los maridos porque me gusta ir a fondo. Y de hecho, en la bajada del titulo de mi libro, dice "El terror de los maridos" y abajo, "Cómo prepararse para ser una futura ex". Lo del terror de los maridos surgió del divorcio de Roberto Pettinatto, que lo empecé a perseguir por todos lados y le encontré todo, tuvo que aplicar y firmar inmediatamente.
-¿Harías un programa de teve de casos judiciales?
-¡Claro! Pero verdaderos, no quisiera ser la Doctora Polo, porque en su programa los casos están presentados muy de show, muy exagerados y no me siento cómoda en esa discusión.
La llegada a LAM
-Debutás como panelista de Los Angeles de la Mañana. ¿Cómo te sentís en ese rol?
-Estoy muy contenta de trabajar en el programa. Mucha de la actualidad pasa por Tribunales. Más allá de la investigación o data periodística, la gente quiere saber sus derechos. A mi me va a hacer muy bien volver a casa tarde... ahora llego y está vacía.
-¿Escribirías un libro con tus memorias?
-Te digo que todos los días me vienen a la mente todos los casos que tengo y son tantos que tendría que escribir más que un libro... Estoy por sacar mi segundo libro, que es "La injusticia de la justicia", y por momentos me freno porque tengo tanto material que podría escribir un libro cada día. Porque todos los casos son tan diferentes que merecen ser expuestos.
Ana en familia
-Hablame de tus roles como mamá y como abuela.
-Amo, amo. Muchas mujeres con las cuales hablo me dicen "yo suplo como abuelo lo que no pude hacer como mamá". No es mi caso. Con mis hijas, a pesar de que laburé toda mi vida, fui a todos los actos del colegio aunque trabajara todo el día. Siempre fui una mamá presente, no tengo la necesidad de suplir a mis nietos por mis hijas. Mis nietos ocupan un lugar divino, después de mis hijas. Tengo tres varones y una nena, Ámbar de 6 años, que es hija de Pamela, es muy conpinche mía. Pamela es muy net con la ropa y a la nena le encantan los tacos, los brillos entonces le encanta meterse en mi placard.
- La última: no te hiciste cirugías ni usás botox, ¿por qué?
-Es verdad, la única cirugía estética que tengo es que me acomodé las lolas después de dar a luz, pero solo me las acomodé, el tamaño era el mío. Y botox no me puse nunca, ¡pero creo que llegó el momento! (risas). Pero no me animo. El día que lo haga lo voy a publicar porque tengo miedo que me cambien la cara, de eso tengo miedo.
Fotos: Chris Beliera.
Video: Manuel Adaro.
Producción y estilismo: Sofía Perez y Santía.
Maquilló y peinó: Elizabeth Flecha para Sebastián Correa Estudio con productos Givenchy.