El automovilismo internacional atraviesa horas de profundo dolor. Greg Biffle, una de las figuras más queridas y respetadas de la NASCAR, murió junto a su esposa y sus dos hijos, de 14 y 5 años, en un trágico accidente aéreo ocurrido en Carolina del Norte. La aeronave, un Cessna C550, se estrelló durante el aterrizaje en el Aeropuerto Regional de Statesville, provocando una de las tragedias más impactantes que haya vivido el deporte estadounidense en los últimos años.
En el avión viajaban seis personas. Durante las primeras horas hubo incertidumbre sobre la identidad de los ocupantes, hasta que el influencer y amigo personal del piloto, Garrett Mitchell, confirmó la noticia a la revista People.

“Desafortunadamente, puedo confirmar que Greg Biffle, su esposa Cristina, su hija Emma y su hijo Ryder estaban en ese avión. Iban a pasar la tarde con nosotros. Estamos devastados”, escribió en sus redes sociales.

La noticia generó una inmediata ola de conmoción y recordó inevitablemente al accidente que en enero de 2020 le costó la vida a Kobe Bryant y a su hija Gianna, otro golpe irreparable para el deporte norteamericano.
Un héroe dentro y fuera de las pistas
Biffle, nacido en Vancouver, Washington, estaba a días de cumplir 56 años (el 23 de diciembre). Más allá de su enorme carrera deportiva, en el último tiempo se había ganado un lugar especial en el corazón del público por su compromiso solidario. En septiembre de 2024 fue considerado un héroe nacional tras utilizar su helicóptero privado para rescatar personas y llevar suministros durante el devastador paso del huracán Helene.
Ese gesto humanitario elevó su figura más allá del automovilismo y lo convirtió en un símbolo de entrega y solidaridad.

Una carrera que lo convirtió en leyenda
Desde muy joven, Greg Biffle dejó en claro que su vida estaría ligada a la velocidad. De estilo agresivo pero controlado, rápidamente llamó la atención de los grandes equipos. Ingresó a la Truck Series, donde fue Novato del Año en 1998 y campeón apenas dos temporadas después.
Su ascenso fue meteórico. En la Busch Series (actual Xfinity Series) volvió a brillar: Novato del Año en 2001 y campeón en 2002, logro reservado solo para los pilotos más talentosos. En la categoría principal de NASCAR consiguió 19 victorias, 92 top 5, fue subcampeón en 2005, tercero en 2008 y quinto en 2012.

Su primera victoria llegó en Daytona en 2003 y la última en Michigan en 2013. El punto más alto de su carrera fue la temporada 2005, cuando ganó seis carreras y quedó a apenas 35 puntos de Tony Stewart en uno de los campeonatos más competitivos de la historia. En 2023, NASCAR lo incluyó entre los “75 Greatest Drivers”, sellando definitivamente su legado.
Familia, negocios y pasión por volar

En lo personal, Biffle fue padre de Emma Elizabeth, fruto de su primer matrimonio con Nicole Lunders, con quien fundó en 2005 la Fundación Greg Biffle, dedicada al bienestar animal. Tras su divorcio, formó pareja con Cristina Grossu, con quien tuvo a Ryder Jack en 2020.
Además de piloto, fue empresario y dueño de un pub en Vancouver y de óvalos de carrera en Oregon. Su pasión por la adrenalina lo llevó también a obtener licencias para pilotear aviones y helicópteros, sueño que pudo concretar con sus propias aeronaves.

Hoy, esa misma pasión quedó trágicamente ligada a su final.
La muerte de Greg Biffle, acompañado por su esposa e hijos, provocó una conmoción que trasciende al automovilismo. Se va una leyenda de la velocidad, pero también un hombre solidario, comprometido y profundamente humano. El deporte vuelve a quedar de luto.
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