Hay visitas que cambian un día. Y otras que cambian una vida. Para Nina y Marisol, las argentinas detrás de Amsterdam Baking Company, lo que pasó esta semana fue exactamente eso: un pequeño milagro cotidiano que mezcla orgullo, nostalgia y la sensación de que los sueños, a veces, se abren paso solos.
Ellas lo contaron así, con la emoción a flor de piel: “¿A que no saben quién ha venido hoy? No todos los días entra la reina de Holanda a tu pastelería.” Y no, no estaban preparadas para lo que estaba a punto de pasar.
Una escena cotidiana… hasta que entró la reina
Dos días atrás, Nina y Marisol estaban grabando contenido en la tienda de Oost cuando el mundo se detuvo: “Hace 2 días estábamos grabando contenido en nuestra tienda de Oost en Ámsterdam, cuando de pronto entra Máxima, sí, la reina de Holanda. Llegó a almorzar a nuestra tienda, imaginate nuestras caras, no lo podíamos creer.”
No hubo anuncio, protocolo ni aviso de la corona. Solo Máxima, entrando como una clienta más, con su calidez habitual. La primera reacción fue espontánea: “Ella fue tan amable, tan sencilla, nos pidió que no la grabáramos, claro, y aunque justo estábamos en pleno rodaje, decidimos guardar los teléfonos y respetar ese momento.”
Sin cámaras, sin flashes, solo un encuentro sincero.
Orgullo, nervios… y un intento fallido de volver a trabajar
Después del impacto inicial, hicieron lo que pudieron: “Nos fuimos a la parte de atrás a seguir trabajando o bueno, intentar trabajar. Estábamos nerviosísimas, tardamos como 2 horas en volver a enfocarnos.”
Mientras tanto, la vida del local seguía: “Los clientes entraban, algunos se daban cuenta de quién era, otros no. Qué honor, el pecho se nos hinchaba de orgullo.”
El momento más emotivo: los alfajores de maicena
A mitad de la visita, la reina se acercó a la cocina. Tenía curiosidad, preguntas y ese vínculo inevitable con los sabores de su infancia. “En un momento ella misma se acercó a la cocina y empezó a preguntarnos por las máquinas, por los hornos y, por supuesto, hacer su pedido.”
Y ahí pasó lo más lindo del día: “Lo más lindo fue cuando agarró con toda la emoción del mundo unos alfajores de maicena que teníamos en la estantería navideña. Son sus favoritos, claro.”
Lo que dijo a continuación las conmovió:
“Nos dijo que le encantaban y que le hacía mucha ilusión llevarse este sabor tan nuestro a su casa. Fue como ver volver por un ratito a ese pedacito de Argentina que todos llevamos encima cuando estamos lejos, incluso ella.”
Ese gesto, simple y profundo, lo dijo todo.
Un final inesperado y una foto para el recuerdo
Antes de irse, Máxima les dejó un regalo que no buscaban pero que atesorarán para siempre: “Al final nos regaló una fotito juntas y aunque no era el plan del día, fue una experiencia que nos marcó.”
Y cerraron con la frase que ya dio la vuelta a las redes: “Gracias, Máxima, por venir a visitarnos. Esto solo nos confirma que cuando emprendés con el corazón en serio, nunca sabés quién puede entrar por tu puerta y eso no tiene precio.”
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