"Y acá vamos de vuelta, mi dulce niño": la carta de Navidad de Natalia Ciak a Joaquín, el hijo que le arrebató su ex pareja - Revista Para Ti
 

"Y acá vamos de vuelta, mi dulce niño": la carta de Navidad de Natalia Ciak a Joaquín, el hijo que le arrebató su ex pareja

Una madre escribe desde el dolor más profundo: el asesinato de su hijo a manos de su pareja. Su carta, publicada en vísperas de Navidad, expone el duelo imposible, la violencia vicaria y una pregunta que interpela a toda la sociedad: ¿quién escucha a las madres antes de que sea tarde?
News
News

Hay cartas que no deberían escribirse nunca. Cartas a hijos que deberían estar abriendo regalos, no descansando en la memoria. Esta es una de esas cartas. Y necesita ser leída

Natalia Ciak escribe a días de Navidad. Escribe a su hijo Joaquín. Escribe desde el lugar más oscuro que una madre puede habitar: la ausencia forzada, la violencia que no pudo frenar, el sistema que no la escuchó.

El 5 de agosto, Joaquín fue asesinado por la pareja de Natalia. Un filicidio. Un mensaje brutal enviado a través del cuerpo de un niño. "Lo hice para dejarle un mensaje a la madre", declaró el asesino. Y ese mensaje sigue resonando, insoportable, en la mente de Natalia cada segundo de cada día.

Esta es su carta. Cruda, sin filtros, sin consuelos baratos. Es el testimonio de una madre que todavía está de pie, aunque no sabe cómo.

La carta completa


"Y acá vamos de vuelta, mi dulce niño. Sabés, el tiempo, el reloj es muy traicionero. Algunos tienen la creencia de pensar que el tiempo lo cura todo. ¿Estás mejor?, me preguntan muchos… Mi respuesta debe aburrir a muchos. No estoy mejor. Me duele el alma. Es muy difícil describir algo así: desolación, corazón con agujeros, alma quebrada, mente aturdida. Salir del shock y realizar la ausencia real al lado mío y de quienes supieron conocerte y tener la suerte de que seas parte de sus vidas.


Época actual: Pre Navidad. Pasó el duelo a tu última Noche Buena. (Sí, sabés que los perfiles narcisistas suelen arruinar momentos festivos. De haberlo sabido, de haberlo visto, intuido, jamás hubiese sido parte.) Vuelvo y me quedo con tu mirada estrellada y la inocencia que explota el corazón cuando empezaba la Navidad. Los ojos revoloteando a todos lados: ¿Llegará? ¿Traerá lo que pedí? Y ahí llega esa mágica sonrisa con un poco de nerviosismo y… ¡la bolsa de arpillera en la puerta de la casa de los abuelos!

Este año me queda un árbol vacío, tu ilusión perdida, tus ojos cerrados y mi corazón perdido en un mundo que corre de prisa, que no entiende de duelos en estas épocas. Las personas que supuestamente siempre iban a estar a tu lado… siguen sus caminos. Algunos quedan, otros creen que lo superaste, y otros jamás preguntarán ni con un simple ¡Hola! para escuchar o leer, contener, empatizar, apoyar, acompañar.

Todas palabras que se perdieron en la sociedad. Todos estos que quieren que te abandones… y aquellos que sin conocerte se vuelven incondicionales.

"¡Mamá, levántate! Superá tu dolor un poco cada día. Sé suave con vos misma. Acariciá tu logro diario. Yo sigo al lado tuyo, en tu corazón. Nuestro lazo es eterno"...


¿Quién soy hoy? Una mamá sumida en un gran dolor. Trabajo no integrado. Trabajo en la culpa. Trabajo en volver a saber quién soy. No voy a ser la misma que era. ¿Pensar en bajar los brazos? Pensé más en eso y no me siento orgullosa. Solo querés dormir y dormir porque te anestesia.
Ahora bien, ¿por qué no lo hago? Porque Joaquín solo conoce una madre valiente, aguerrida, que hizo y hace todo por defenderse (defendernos). Que soporta la crítica sin empatía y apuesta a que su voz y la de su hijo sean oídas por una justicia dilatadora, que pareciera ponerse en el lugar del criminal. No loco. No psiquiátrico. Traicionero y narcisista. Quien solo merece la pena mayor ante cada declaración: "Lo hice para dejarle un mensaje a la madre."


No deja de sonar en mi mente, así como no salgo del shock por lo encontrado ese 5 de agosto.
¿Y por qué hoy te cuento esto? Jamás te hubiera traicionado. Siempre hice todo para cuidar tu bienestar y que no dejaras de ser un niño feliz. Porque lo fuiste. Sé que en el último tiempo te sentiste intranquilo. Lo dijiste: "Cortala". Se lo decías a tu papá, me defendías siempre de cosas que no deberías haber visto.


Te colmé de amor, amigos, los abuelos, la tía, todo lo que te diera felicidad. ¿Por qué volvimos?
Porque empezaban las clases y no quería que perdieras tu tiempo por temas adultos. Ojalá JAMÁS hubiéramos regresado.

No veo el futuro, solo imagino posibles panoramas. Como el libro que compramos esa vez: ¡Creá tu propia historia! No sé si en ellos te salvo. Ni si la justicia me oye. Ni si tu maestra te lee. O si él o su propia miseria acaba con él mismo… La realidad: Hoy no estás, y no volvés.

Esta Navidad y fin de año pido: Que donde estés hables de todo lo que vivimos juntos. Pedí un deseo: ¡Que mi mamá vuelva a sonreír! Que hables al cielo y sientas mis abrazos. Yo estoy ahí en tus victorias y derrotas, diciéndote al oído: ¡Créetela, mamá!
— Mamá.
— ¿Y qué, Joaquín?
— Convertí cada herida en una historia para contar, que ayude a otros.
Que tu alma baile de todo lo que logré acá.
Mi orgullo.
Te amo,
Mamá."

Lo que Natalia no dice (pero grita entre líneas)


Esta carta es muchas cosas a la vez: Es un duelo sin cierre. Porque no hay cierre posible cuando te arrancan a un hijo así. Porque la Navidad ya no será nunca más lo que era. Porque el árbol vacío es la metáfora más cruel de lo que le quitaron.


Es una acusación al sistema. Esa justicia "dilatadora" que parece ponerse del lado del criminal. Ese asesino que declaró sin filtros su intención: matar al hijo para destruir a la madre. Y sigue respirando. Y el proceso sigue. Y Natalia sigue esperando.


Es un testimonio de soledad. Las personas que "siempre iban a estar" desaparecieron. Porque el duelo de una madre que perdió a su hijo asesinado incomoda. Porque no saben qué decir. Porque es más fácil alejarse que sostener. Es una carta de culpa imposible de soltar.


"¿Por qué volvimos?" Esa pregunta que la tortura. Esa decisión que tomó pensando en las clases, en la normalidad, en no hacer sufrir a Joaquín por "temas de adultos". Esa decisión que nunca debería haber tenido que tomar sola. Que el sistema debería haberle quitado de las manos.
Es un pacto con su hijo.


"Convertí cada herida en una historia para contar, que ayude a otros." Natalia sigue de pie no porque esté bien. Sino porque Joaquín solo conoció a una madre valiente. Y esa madre no se va a quebrar. Aunque por dentro ya esté rota.

La realidad de la violencia vicaria. Es matar a los hijos para destruir a la madre. Es la forma más extrema de violencia machista. Es decirle a una mujer: "Voy a quitarte lo que más amás."
Y funciona. Porque una madre que pierde a su hijo así no vuelve a ser la misma nunca.


Pero también es esto: madres que se levantan cada mañana aunque no sepan cómo. Que transforman el dolor más insoportable en denuncia pública. Que ponen el nombre de sus hijos en cada marcha, en cada reclamo, en cada "nunca más". Joaquín... Francisco, el nene de 4 años que hace unos días también fue asesinado por su padre dejando una frase demoledora ("Por culpa tuya nos fuimos para siempre")... Todos los nombres de esos chicos que en nombre de la violencia vicaria, no pudieron crecer, no deberían estar en esta lista.

Qué podemos hacer... No apartar la mirada. No preguntarle a Natalia si "está mejor" porque la respuesta ya la dio: no está mejor. Está de pie. Que no es lo mismo. No romantizar su dolor diciendo que "Joaquín la está cuidando desde el cielo" cuando lo que Natalia necesita es que su hijo esté acá, abriendo regalos, quejándose de la comida, peleándose por un juguete.

Creerle. Amplificar su voz. Exigir justicia que no dilate. Y a cada madre que esté leyendo esto y sienta que algo no está bien en su relación: no estás loca. Tu instinto no está exagerando. Si sentís miedo, hay motivo.


En su carta, Natalia escucha a su hijo diciéndole: "Convertí cada herida en una historia para contar, que ayude a otros." Y eso es exactamente lo que está haciendo. Cada vez que habla. Cada vez que denuncia. Cada vez que no se calla aunque el mundo prefiera que lo haga. Joaquín no está. Pero su voz sigue sonando a través de su madre. Y nosotras tenemos que escucharla.

Natalia: te leemos. Te creemos. No estás sola. Y Joaquín sigue siendo tu orgullo, como vos sos el de él.

Si estás atravesando violencia de género o conocés a alguien que la esté sufriendo:
📞 Línea 144 (atención las 24 horas)
📞 Línea 137 (atención a víctimas de violencia familiar y sexual - CABA)

Suscribite al newsletter de Para Ti 

Si te interesa recibir el newsletter de Para Ti cada semana en tu mail con las últimas tendencias y todo lo que te interesa, completá los siguientes datos:

 
 

Más Para Ti

 

Vínculo copiado al portapapeles.

3/9

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipisicing elit.

Ant Sig