Estas zonas de paso -muchas veces olvidadas- pueden transformarse en espacios de atracción con el simple gesto de sumarles recursos y accesorios posibles. Con papeles murales, colores intensos, alfombras, lámparas y muebles a medida podés cambiarles la cara y hacerlos protagonistas del hogar.
Los pasillos son los grandes olvidados de la decoración. A veces largos y estrechos, otras cortos y angostos, muchas veces oscuros y sin nada de gracia, estas zonas de paso de la casa puede ganar muchos puntos de atracción con soluciones sencillas y posibles.
Antes, tomá nota de esta selección de recursos para cambiarles la cara:
*Color intensos en paredes frontales, techo o puertas.
*Alfombras en todo el largo, siempre despegadas unos centímetros de las paredes.
*Papel mural en la pared frontal o en alguno de los laterales.
*Muebles enteros o a medida, según el ancho del pasillo.
*Bancos con diseño.
*Marcos con fotos o cuadros: pequeños en serie o bien grandes.
*Lámparas con personalidad.
*Apliques y molduras.
Si querés darle identidad y un toque alegre al pasillo, buscá un papel mural con estampas de fuerte presencia. Aquí se optó por uno muy delicado y colorido con diferentes flores, que sobresale junto al resto de los muros, puerta y piso, en blanco. Cuadros, alfombra y percheros completan el espacio.
El ancho de este pasillo de un depto joven permitió acomodar un banco de diseño (en madera con pats de hierro) frente a un original revistero resuelto con 12 cajones de frutas recuperados y pintados en tonos pastel. Otro recurso para copiar: las paredes pintadas a media altura.
En este pasillo de acceso sin mucha gracia, un mueble a medida se volvió un elemento clave para darle gracia y sumarle funcionalidad. El diseño, con cajones rebatibles, actúa como zapatero y guarda tutti, pero además suma un plano de apoyo para dejar llaves, anteojos y demás apenas se ingresa a la casa.
Un empapelado con diseño a rayas verticales en blanco y negro viste una pared completa de este pasillo estrecho. Para acentuar la apuesta, se lo remató con una alfombra con diseños geométricos y una decoración general que repite el binomio blanco y negro.
¿Una solución fácil y accesible? Decorá tu pasillo con plantas de interior que no tengan grandes requerimientos de luz. Según el ancho de tu pasillo y su ambientación, ubicalas sobre muebles, bancos o directamente en una esquina, sobre el piso.
Un infinito al rojo vivo que sube desde la puerta del dormitorio hasta el techo, permite que este largo pasillo vibre con personalidad. Para reforzar la apuesta, se pintaron de color y en un patrón libre, algunas de los recortes del parquet.
Un fino zócalo sirve aquí como apoyo para una selección de cuadros. Para bajar visualmente el techo alto se optó por pintarlo de negro, en un rico contraste con las paredes blancas. Las revistas simplemente apiladas como al descuido, suman otro guiño original. Infaltable, para cerrar el conjunto, una alfombrita a rayas.
Para acentuar la silueta de un pasillo largo y estrecho, nada mejor que rematarlo con luminarias en serie, como este trío de campanas en fibras. ¿Afombras? Siempre. Recordá que deben estar separadas de las paredes entre 10 a 15 cm de cada lado y ser entre 45 y 60 cm más cortas que el pasillo. Y no te olvides de colocarles un antidezante por debajo (fundamental para evitar porrazos).
No hay mejor lugar que el pasillo para reunir esas fotos que resumen de un vistazo la historia de cada familia. Seleccionalas con buen criterio (podés jugar con el blanco y negro total o combinar con algunas en color), enmarcalas en un mismo estilo y dale a las paredes que van a actuar como telón de fondo, un color neutro que permita que estos cuadros se destaquen.