“Todos tenemos miradas distintas de las cosas, tanto de las que nos pasan como de las que vemos”, expresa Sole Savio, interiorista creadora de Club de Diseño (@clubdedisenova).
Y su columna es una invitación a reflexionar. “Con el fin de que seamos selectivos en base a nuestras experiencias sensoriales, para que podamos imprimirlas en nuestro entorno y generar más bienestar –describe- Más allá de modas o tendencias, seamos fieles a nosotros mismos”.
Neurarquitectura y biofilia

Existe información objetiva de cómo el espacio que nos rodea puede influir en nuestro sentir, condicionando también el estado de ánimo y el comportamiento. Podemos ser los mismos en todas partes y sentirnos muy diferente en distintos lugares. La disciplina que lo analiza se llama neuroarquitectura.
También se sabe que la biofilia reduce un 35% el estrés, así que si eligen un momento en el que puedan estar frente a la naturaleza, será mejor. Puede ser una plaza, hasta un mural con paisaje o un cuadro que les transmita un poco de paz.
El doctor Jonás Salk, después de mucho tiempo de trabajo, fue clave en el desarrollo de la vacuna contra la poliomielitis cuando decidió tomarse un tiempo de descanso en Asís, Italia. Logró inspirarse y descubrió cómo lo ayudó el entorno. Por eso convocó al arquitecto Louis Kahn para desarrollar un edificio basado en el desarrollo de los conceptos de la neuroarquitectura.

Los últimos 30 años se los dediqué a la observación e investigación de todo lo que me rodeaba. Tuve la suerte de tener que mudarme muchas veces, y lo consideré siempre una oportunidad para empezar otra vez, diseñar y armar un nuevo hogar. A veces fueron períodos cortos, otros más largos, y esos desafíos me fueron entrenando.
Elementos para crear y decorar casas con memoria

Entre tantos destinos, hubo unos que me conmovieron más que otros, como vivir en una finca al pie de la cordillera en San Juan, entre parrales y olivos.
Era una casona que reformé y llené colores. Comencé a trabajar en una pinturería, y cuando ya que no me quedaba nada por pintar en mi propia casa, decidí acompañar a quienes quisieran hacerlo en las suyas.
Mucho antes de eso, mi abuela me esperaba en sus casa con revistas de decoración, moda, arquitectura y viajes, y ese mundo me atrapó desde muy pequeña, igual que su departamento, muy coqueto, entre empapelados, alfombras y muebles bien elegidos. También tuve una tía, Charo; su afición por las antigüedades y su gusto exquisito me llenaban de asombro y admiración.
En uno de mis primeros viajes, ese tan ansiado a París, solo pude traer un pequeño salero del Aeropuerto Charles de Gaulle. Eso me hizo entender que el estilo ecléctico era el que me permitiría poner en exhibición todo lo que me resultara conmovedor y me llevara de vuelta a ese maravilloso viaje.

De eso se trata: de que el hogar nos recuerde esa historia que queremos revivir y nos haga feliz cada vez que la vemos. Por eso, entre todos los estilos que hay, les sugiero que descubran el suyo, con sus propios objetos.
Hubo otra casa, en La Cumbre, Córdoba, de impronta inglesa, con más de 100 años, en la que vivió mi abuela en su infancia. Todavía me colma de euforia llegar y pasar a través de ese portón de hierro verde oscuro gastado, y ver los frescos pintados en la galería, los pinos centenarios, los frutales y los canteros con flores de mil colores.
Esto y mucho más es lo que me influye al diseñar: los techos altos que expanden el espíritu y la creatividad, los colores audaces y sobrios a la vez —de los marrones a los verdes—, algunos muebles con historia y valor afectivo, lo trabajado con dedicación, las molduras, lo original, lo personal.
¡Y el arte! Una vez le regalé un cuadro a alguien que amo pintado especialmente para él, con el preciso estilo que sabía que le gustaría. Aún hoy la obra es protagonista del living de su casa. Por eso, al arte en nuestro hogar lo recomiendo a medida y muy sentido.
Casas que calman: con sentidos y sentimientos

Conté todo esto para darle más sentido a “la psicología secreta del diseño”. Porque, de una forma inexplicable, siempre gustamos de lo que nos resulta familiar y nos abraza.
Hay recursos arquitectónicos y estéticos que tienen una explicación. ¿Será que mucho blanco y azul en Grecia regula la temperatura e invoca el mar? ¿Sabían que en La Boca se usaron tantos colores porque eran restos de las pinturas que quedaban en los barcos que venían con inmigrantes llenos de añoranzas e ilusiones?¿Tanto colorido habrá estimulado en ellos las ganas de una vida nueva?
Las emociones importan en la decoración, y los sentidos también.
La vista. Elijan luz natural o cálida. Usen los colores teniendo en cuenta sus signficados y virtudes: el verde cura, el azul calma, el amarillo es un estimulante intelectual y los tonos oscuros aportan sofisticación y un toque de osadía.

Al armar un hogar tengan en cuenta la circulación de aire, y ventilar especialmente por las mañanas.
El olfato. ¿A quién no le gusta el olor del pasto recién cortado? ¿O el del café y las tostadas? ¿El azahar del limonero? ¿Las magnolias?
El oído. ¿El ruido de las olas cuando rompen? ¿La lluvia? ¿Esa canción que te hace sentir feliz, o con ganas de bailar?
El tacto. Dejá que tus manos también habiten la casa. No es lo mismo apoyar la piel sobre lino fresco en verano, que acurrucarse en una manta de lana en invierno. Los materiales hablan, abrazan, contienen o despiertan.
Buscá texturas que te den calma y otras que te inviten al juego: una alfombra mullida, una madera cálida, una cerámica rugosa. Que tus dedos tengan memorias para contar.

El gusto. Tu hogar también puede tener sabor. Preparar un té de hierbas en una taza preferida, cortar frutas frescas y dejar que su aroma y acidez llenen el aire, o recibir con un chocolate que derrite cualquier cansancio… Todo eso queda impreso en la memoria de los momentos vividos.
Dejá que el gusto acompañe la experiencia sensorial de tu espacio: porque lo que probamos también nos habla de hogar.
Finalmente, te invito a detenerte un momento y mirar tu espacio con otros ojos. ¿Qué rincón de tu casa te calma? ¿Qué objeto guarda tu memoria más feliz? Elegí conscientemente qué querés que tu casa te devuelva cada día. Todo se puede sentir en sus hogares. ¡Háganlo único! Lo van a disfrutar, y dirán:¡Qué placer! ¡Estoy en casa!



