Argentina 2025. Y el arte va... En arteba lo que fue innovador e historia de la vanguardia sigue asombrando como novedoso, y lo nuevo irrumpe en escena con el ímpetu de lo que emerge aquí y ahora, y se queda para que lo vean bien, lo exploren, giren alrededor, se saquen fotos –una selfie- y permanezcan en sus P.O.V. hasta que pase algo, algo más: la experiencia.
Todo eso ocurrió (lo que pasó) en arteba 2025, con un auto rojo –un Fiat Palio, un coche compacto, versátil, de clase media accesible- intervenido a través de un desguace artístico en una docena de cortes siguiendo la icónica silueta de corazón.


El capó, el techo, las puertas. agujereados en fragmentos en forma de corazón que, una vez extraídos, fueron blanco de disparos... agujereados por el impacto de uno, dos, tres, cuatro, cinco tiros.
Carrocería desahuciada y corazones heridos son las auto/partes de “Milenial”, el proyecto de Federico Roldán Vukonich, en la galería Casa Proyecto, ganador del Premio en Obra en la categoría Artista.
Quién es Federico Roldán Vukonich: premio arteba 2025 (sobre ruedas)

Antes de su consagración, la instalación ya se había llevado ese otro premio del arte contemporáneo expresado en las fotos tomadas y compartidas durante el evento, subidas y compartidas y arrobadas a través de las redes sociales: hashtag corazón, hashtag Milenial, arroba efe efe efe –con tres “f”- erre erre ve... Tal como repitió cientos de veces Federico Roldán Vukonich a los que, frente a él, le preguntaron por su yo en las redes -en Instagram @fffrrv- para mencionarlo antes de que recibiera el gran premio de la última edición de arteba 2025 en Centro Costa Salguero.
Federico Roldán Vukonich nació en Paraná, Entre Ríos, en 1993, y desde muy chico -curioso e inquieto- experimentó “la fascinación por trabajar con las manos”, describe a para ti DECO.
Recuerda que a los cinco años, en el Museo de Entre Ríos, vivió una experiencia hipersensorial iniciática que lo volcaron a las actividades creativas. Pero al camino del artista lo comenzó a los 18 años, cuando mostró una pintura en un salón provincial en el mismo museo de la primera revelación.
“Mis influencias provienen, por un lado, de las personas con las que me vinculo/vinculé a lo largo de la vida. Eso empieza por mi círculo familiar más cercano. Por otro lado, me influye mucho mi paisaje cotidiano y las imágenes que fui recolectando desde que tengo memoria”.

Piensa en los paisajes del litoral, el río, el barro, la naturaleza, y en otras imágenes que se fueron superponiendo a lo largo de su vida: la ciudad, los edificios, las calles, los autos... “Básicamente, todo lo que veo”, resume Federico Roldán Vukonich, un estudiante de diseño gráfico devenido en artista de la Universidad Nacional de las Artes.
"De todos modos, la formación más importante para mí fue y sigue siendo trabajar con otros artistas –afirma- Ahí aprendés todo: desde cómo producir hasta cómo moverte en el campo profesional del arte. Eso no se enseña en ninguna universidad”.
De Paraná a Buenos Aires: directo al corazón

En 2016 –a los 22 años- Federico Roldán Vukonich, Artista ganador del Premio en Obra arteba 2025, llamó la atención con "De mis lágrimas brotará un río”, un rancho de chapa de 4 x 5 metros con tres toneladas de arena adentro, presentado en el festival Ciudad Emergente en la Usina del Arte.
Federico acababa de mudarse de Paraná a Buenos Aires, y aún hoy conserva intacta la sorpresa que sintió al ver cómo su obra cobraba vida cada vez que alguien del publico entraba a su rancho/instalación, caminaba sobe la arena y miraba cómo caía una gota desde el techo: una, dos, tres, cuatro, cinco... como disparos, hasta formar un charco.
Si la visión en el Museo de Entre Ríos le indicó el camino (“es por acá”), la experiencia en Usina del Arte le marcó el lugar... o en el que no quería estar.

“La última vez que me imaginé lo que quería hacer (y ser) sabía que no quería darle todas las horas de mi semana a estar encerrado en una oficina, escuchando el pedido de otra persona diciéndome qué hacer”.
En cambio, el artista de Paraná recién llegado a Buenos Aires comenzó a investigar materiales y establecer vínculos, estudiar y probar procesos y formas de trabajo), e indagar profundamente en su propia sensibilidad y en cómo lo que hacía afectaba la de los otros. “Básicamente, la vida del artista”, resume.
No todo lo que brilla es un auto rojo

El día después de LA feria de arte contemporáneo, Federico Roldán Vukonich, uno de los artistas más celebrados –entre +400- de arteba 2025, el creador de “Milenial”, uno de los proyectos más fotografíados y likeados durante los cinco días, en una de las galería más convocantes –entre +60- se quedó “solo” con el automóvil rojo con agujeros en forma de corazones, cada uno VENDIDO, uno por uno, a diferentes coleccionistas e instituciones.
El síndrome del auto con vacíos... O una metáfora de la vida de artista. "No todo es rosa –afirma FRV- Sostener el delirio de ser artista en Argentina te obliga a tener muchos trabajos para mantenerte, como dar clases o asistir a otras personas. Pero aún así sigue siendo más fuerte mi deseo”.
El corazón valiente/sensible de Federico Roldán Vukonich

“Lo que me interesa del arte es generar espacios de encuentro y contacto con otras personas -afirma- Para mí, ahí yace lo más interesante: el crecimiento personal y colectivo que se da a partir de una práctica que activa la sensibilidad”.
¿Cómo lo hace? Por encima de “los conceptos” de su obra, Federico prefiere actuar sobre “capas semánticas... algo que se va develando”, describe. "Me interesa la idea que el espectador vaya descubriendo cosas a la hora de enfrentarse con cada trabajo; y en mi particularmente, la idea de ir descubriendo o encontrando la ubicación de cada cosa que hago dentro de un sistema vital que está gobernado por mi sensibilidad. Un eco visible del inconsciente quizás, rebotando cada tanto en lo colectivo”.
Además de chapa y autopartes, su obra está atravesado por la idea de la performatividad del material. “Uso sobre todo papel maché y cartón, materiales económicos y accesibles, que altero para desafiar la percepción de su forma y generar tensiones entre fragilidad, volumen y peso”, explica.

Lo que Federico Roldán Vukonich quiere es crear espacios u objetos sobre los que cada persona pueda reflejar algo de si, “cambiar su percepción, su estado de ánimo... Activar, siempre busco activar. Algunas veces a partir del silencio y la contemplación, otras veces desde la provocación”.
Y eso es lo que les pasó a los/as que pasaron frente a su auto rojo ahuecado ... “Un chiste sin risa, apariencias, delirio soft, música, diversión, una gota de nostalgia o melancolía”.
Tu conductor ha llegado: Federico Roldán Vukonich / Fiat Palio Rojo

“Mi vínculo con los autos y la chatarra viene de familia”, explica el artista (www.roldanvukonich.com) sobre qué hace un tipo como él en una instalación como “Milenial”,
“Parte de lado materno de mi familia tiene un desarmadero en Entre Ríos, que desde chico fue un espacio de juego y descubrimiento. Y cuando pensé este proyecto, sentí que era el momento de que el auto apareciera de manera figurativa, completo, pero intervenido: el automóvil, símbolo de poder en la clase media, atravesado por la violencia y, a la vez, transformado en un espacio de encuentro: un refugio para descansar, comer o bailar”.
Eso es lo que paso alrededor, adentro y debajo de su auto rojo des/corazonado. Hubo shows musicales y performances, de Dislexical, Hana y Andy Ciliberti, y Agustín Ceretti con Mat Montero, que generaron “distintos estados de excitación y percepción entorno a la obra”.

“Durante arteba, el proyecto tuvo una recepción muy buena y divertida –recuerda con la distancia del que ya se fue lejos- La gente se sorprendía al ver un auto nuevo completamente cortado en corazones. Luego, al descubrir que esos corazones habían sido baleados, surgía otra capa más oscura, que abría múltiples interpretaciones”.
Postdata: te amo (mirá el video)
“Cada persona la interpretó desde su propia experiencia -reflexiona Federico Roldán Vukonich sobre lo que pasó en arteba- La reacción del público, que quería llevarse uno o varios corazones, y las historias que escuché alrededor de ellos, fueron muy valiosas para mí. Lo que había nacido de algo muy personal y ligado a mi historia de vida, se replicó en la particularidad de cada espectador. Eso me pareció hermoso... Ganar el Premio en Obra fue gratificante: sentí que se reconocía todo el trabajo de meses y, además, me dio un sostén económico para proyectar nuevas locuras”.


