Cuando una marca global como IKEA inaugura una nueva tienda, lo habitual es imaginar carteles súper estéticos, muebles impecables y ambientes de revista.
Pero en Brighton, la ciudad costera del sur de Inglaterra conocida por su muelle victoriana y sus playas de piedra, la firma sueca decidió apostar por algo muy distinto: mostrar su mobiliario salpicado con excrementos de pájaros.
Ikea en Brightion: si no puedes evitar los excrementos de pajáros... ¡únete a ellos!

En lugar de evitar el tema, IKEA “lo abrazó”. Su nueva campaña publicitaria para anunciar la apertura de su nueva sede, en pleno centro de Brighton, es con carteles de sillas, mesas y estanterías bombardeadas por gaviotas.
Una elección atrevida, surrealista y a la vez brillante, porque nadie en Brighton puede hacerse el distraído con el asunto: las gaviotas forman parte del paisaje cotidiano.
La sorprendente campaña se inspira en la relación amor-odio que los habitantes de Brighton tienen con estas aves marinas. Quien visita la ciudad por primera vez suele encantarse con el sonido de las gaviotas sobrevolando el paseo marítimo. Evocan vacaciones de verano, pescado con papas fritas envuelto en papel, ferias y juegos de arcades frente al mar.

Sin embargo, esa misma melodía pronto se vuelve una banda sonora incómoda: graznidos a toda hora, aves que se abalanzan sobre cualquier plato de comida al aire libre y un “souvenir” blanco que inevitablemente termina en ropa, autos, ventanas o mobiliario urbano.
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En Brighton, las gaviotas no son simples aves: son protagonistas de la vida diaria. Se las odia y se las quiere al mismo tiempo. Roban papas fritas sin culpa, espantan turistas y dejan manchas difíciles de borrar. Y sin embargo, representan 100 % a la ciudad.
Fue esa realidad, tan evidente para cualquier vecino de Brighton, la que inspiró la campaña. En colaboración con la agencia creativa Mother London, IKEA decidió convertir la seña particular y problema de Brighton en el centro de su mensaje viral.
En los carteles callejeros que anuncian “IKEA Brighton ya abierto”, los productos aparecían intencionalmente manchados con las típicas salpicaduras blancas de gaviota.
La imagen resultaba provocadora y divertida a la vez. Pero nadie pasó de largo sin que esas imágenes le llamaran la atención.

La campaña no se quedó solo en los carteles. IKEA instaló también un “puesto de seguridad anti contra robo de papas fritas” en el paseo marítimo, donde repartió snacks gratis como compensación simbólica por todo que las gaviotas habían robado durante años.
Una acción disruptiva, casi absurda, pero efectiva para ganarse la complicidad de los vecinos.
El mensaje fue claro: “Sabemos lo que pasa en esta ciudad, lo vivimos con ustedes y lo celebramos con humor”. Ese gesto convirtió lo que podría haber sido una simple apertura comercial en un evento comentado dentro y fuera de Brighton.
De alguna manera, la campaña funciona como un espejo: le devuelve a la comunidad su propia historia, exagerada y estilizada, para que puedan reírse de sí mismos. Y al hacerlo, IKEA se posiciona como una marca que no teme ensuciarse las manos —o los carteles— para integrarse al lugar donde llega.
La nueva sede de IKEA en Brighton acaba de abrir sus puertas en el centro comercial Churchill Square. Con más de 6.600 metros cuadrados repartidos en dos pisos, la tienda combina la tradicional experiencia de compra de la multinacional sueca con propuestas gastronómicas, siguiendo el modelo clásico de la marca.

