Donde había un cantero, una habitación de servicio y un lavadero, hoy hay un taller de cerámica, con ventanales que llenan de luz natural el espacio. Y para completar la escena suena Hallelujah en una versión del cantante puertorriqueño Gabriel Ríos. Hallelujah. Mientras la canción de Leonard Cohen se hacía himno de esperanza durante la pandemia, en 2020, Leticia Churba hizo de su proyecto una realidad.
A los 15 años empezó a pintar, como una necesidad vital e impulso expresivo. Más adelante, cofundó la firma de accesorios Perfectos Dragones, y fue un fenómeno.
“La pintura fue una cosa más expresiva, y no lo hice como una carrera -rememora Leticia- Perfectos Dragones, en cambio, fue un proyecto absolutamente comercial, con un producto que claramente tuvo un desarrollo súper interesante a nivel diseño y exploración”.
Y a la vuelta del camino de la artista y la diseñadora, surgió la ceramista. “Después de haber pasado de una experiencia artística a otra más de emprendedora/diseñadora, llegué a un lugar intermedio. No es una expresión artística en sí misma, porque si no estaría haciendo esculturas, ni tiene el proceso de producción de Perfectos Dragones"
"Tarro Cerámica (@tarro.ceramica en Instagram) tiene un fin utilitario, y la búsqueda estética está pensada según el entorno en el que va a estar y lo adapto a la convivencia con lo cotidiano. Es industria hecha a mano, y que se note la mano para mi es primordial. También hay una intención de que todo tenga un estándar y calidad que exceda lo artesanal. Ahí entra mi cabeza más de diseñadora”.
Tarro Cerámica: la creación y el éxtasis
“Cuando me encontré con la cerámica, supe que ya no necesitaba lo otro -afirma- Soy una ceramista en la que se nota una mirada de diseño, y en mis piezas se distingue el paso previo que hice, y la experiencia, desde lo artístico a lo proyectual”.
Ahora Leticia Churba trabaja a su ritmo y según los tiempos (largos) de los materiales. “Hago lo que quiero”, dice, y agrega que Caro, su ayudante desde hace cinco meses, la ordena en el taller y con los pedidos que recibe, de restaurantes (grandes y tamaño boutique) y de clientes particulares.
“Lo que más me gusta es modelar las piezas, el contacto con la materia, con la arcilla. Meter las manos en la masa -asegura Leticia- De la nada, surge algo y das forma. En el medio hay muchos pasitos minuciosos, de cuidados técnicas y de prolijidad, que lo hago con mucha conciencia pero sin disfrutar tanto. Y finalmente, cuando el producto sale del horno, verlo terminado es el momento de éxtasis”.
Platos, bowls, tazas, bandejas, sets de sushi… en colores crema, almendra, café, garden, cielo y “enverdados”. Listos para usar y hacer de cualquier espacio un lugar mejor, y más lindo.
“La decoración es el entorno, el espacio en el que uno vive, con los objetos que uno elige -define Leticia Churba- Si son utilitarios o no, es otra cuestión. Podés vivir en un entorno absolutamente práctico y rodeado de cosas útiles, y a la vez que sea decorativo. O podés estar en un entorno lleno de ornamentos y cuestiones inútiles, y que resulte lo mismo. Una cosa no excluye la otra. A mí me gusta que el objeto utilitario sea a la vez decorativo: lo funcional no quita lo decorativo”.
Sopa de Churba: la importancia de llamarse Churba
Alto en las estanterías del taller de Leticia Churba llaman la atención unas raras figuras agujereadas que rompen los moldes establecidos de la vajilla y objetos de Tarro Cerámica. “Los hice por una cuestión de diversión, más escultórica; es llevar al material a otro lugar, poco ortodoxo, deconstruirlo, y ver qué pasa. Hice una lámina, la armé con un mismo pliego, y si sobrevive, ¡Aleluya! (Hallelujah)”.
La figura en versiones más pequeñas y multiplicadas se replica en foma de collares. “Vuelvo a mi rubro con una materialidad nueva, totalmente opuesta a Perfectos Dragones en la que usábamos materiales sintéticos”, reflexiona Leticia Churba, creadora múltiple, como su apellido lo indica (y manda).
Entre los Churba, su mamá, su papá, sus tíos y tías, sus hermanos y primos, hay arquitectos, diseñadores, artistas… Y hay un secreto nunca antes revelado…
“Hoy en el chat familiar, uno de mis hermanos mandó una receta que tiene que ver con el origen de nuestro apellido Churba, que viene de Siria, de chorba, yorba… Y significa sopa de garbanzos. ¡Comimos mucha sopa de garbanzos!”, bromea Leticia Churba, “la mayora” de tres hermanos, con el reconocido diseñador Federico Churba y Blas Churba, arquitecto recién recibido.
Junto a Federico, Leticia compartió el lanzamiento de Perfectos Dragones y también expuso sus pinturas en la Tienda fCH. Es parte de su historia, como el nombre Tarro que remite a su abuela que usaba mucho ese término para referirse a su suerte en el juego. “Me pareció una linda significación para la marca”.
Escrito en la cerámica
“Creo que nunca podría haber sido otra cosa -asegura la diseñadora graduada en la Universidad de Buenos Aires- Nací en una familia en la que el arte, el diseño y la arquitectura fueron siempre parte de nuestra vida, de mi entorno y mi historia. Y nunca jamás se me ocurrió que podría dedicarme a otra cosa. Fue siempre mi vocación y mi deseo”.
Hoy, como desde hace tres años, Leticia Churba recibe en el lugar donde quiere estar, en su taller, su espacio en su mundo, de cerámica, esmaltes hechos por ella misma, tachos con pruebas de color, moldes y dibujos.
“En pandemia hice muchas clases a distancia. Me puse muy teórica y técnica porque me gusta entender por qué pasan las cosas, y en el mundo de la cerámica pasan muchas cosas -advierte- Para que un barro se transforme en una pieza que no se deshace, hay cuestiones físicas y químicas que si no las entendés, muy difícilmente puedas después explorar en sus posibilidades”.
Lo que Leticia sabe con certeza es que no quiere que Tarro Cerámica se transforme en otra cosa que no sea lo que está siendo y haciendo hoy. “Tengo un par de ideas hacia donde me gustaría ir, pero sin saber cómo -reflexiona- Sería expandir lo que hago de alguna manera que resulte interesante compartir cuestiones más creativas”.
Como la arcilla, es una idea que moldea y lo seguirá haciendo. Lentamente. “Poné las manos y sentí qué es esto… Conocé el material”, son las palabras que ella sugiere en un primer encuentro con una aprendiz en su taller. Y al final del proceso, lo que imaginamos resulta genial.
Texto. Juan Martín Cutro. Fotos y video: Elisabet Correa.