¿Sabías que tu casa puede influir directamente en cómo te sentís? No hablamos solo de si está linda o prolija, sino de algo mucho más profundo: cómo los espacios que habitamos pueden impactar en nuestras emociones, en nuestro nivel de estrés y hasta en la calidad de nuestro descanso. Todo esto lo estudia la neuroarquitectura, una disciplina que cruza arquitectura, psicología y neurociencia para mejorar el bienestar a través del diseño.
En esta nueva edición de guía práctica de deco, la arquitecta e interiorista Constanza Delgado (@arq.constanzadel) nos cuenta todo lo que hay que saber (y más).

“Los espacios no son solo escenarios: son parte activa de nuestra vida emocional”, dice Constanza Delgado, arquitecta e interiorista especializada en este enfoque.
Qué es exactamente la neuroarquitectura
La neuroarquitectura investiga cómo los estímulos del entorno -como la luz, los colores, las texturas o incluso los aromas- activan ciertas zonas del cerebro y generan respuestas emocionales. Básicamente, demuestra que lo que nos rodea nos afecta, para bien o para mal.
Y sí, hay evidencia científica detrás de esto: estudios neurológicos muestran que ciertas condiciones espaciales pueden elevar o reducir el estrés, mejorar la concentración o promover el descanso. Y lo mejor: no necesitás hacer una reforma integral para empezar a notar la diferencia.

Factores que realmente cambian cómo te sentís en tu casa
Constanza nos cuenta cuáles son algunos de los aspectos clave a tener en cuenta para vivir en un entorno que te haga bien:
1. La luz natural
“Regula nuestro reloj biológico, mejora el ánimo y favorece un buen descanso”. Levantar la persiana y dejar que entre el sol puede ser más poderoso de lo que pensás.
2. Los colores
Los tonos cálidos aportan calma, los fríos ayudan a concentrarse. El color que elijas para una pared, un sillón o una manta no es inocente: tiene impacto.

3. La distribución del espacio
Cuando todo está apretado, sobrecargado o desordenado, la sensación de agobio aparece. En cambio, un ambiente con buena circulación transmite orden y tranquilidad.
4. Las texturas y materiales
“Las superficies suaves y naturales suelen generar una sensación de calma y seguridad”. Pensá en una manta tejida, un almohadón mullido o una alfombra de fibras naturales.

5. Los aromas y sonidos
Un espacio silencioso, con fragancias que te gustan, puede ayudarte a relajar o concentrarte mejor. A veces, solo hace falta una vela o un difusor.

Cómo aplicar la neuroarquitectura en casa (sin obra ni gastar de más)
No hace falta meterse en obras ni invertir una fortuna para empezar a aplicar estos conceptos. "Pequeños ajustes pueden hacer una gran diferencia”, aclara la arquitecta en este sentido. Y comparte algunas buenas fáciles para empezar:
- Reorganizá los muebles para mejorar la circulación y dar sensación de amplitud.
- Corré las cortinas y permití que entre más luz natural.
- Sumá colores que te transmitan buenas sensaciones.
- Incorporá texturas suaves en objetos que usás todos los días.
- Usá velas o difusores con aromas que te resulten placenteros.
- Llená tu casa de plantas: además de lindas, son aliadas del bienestar.

La neuroarquitectura nos invita a mirar nuestra casa con otros ojos. A entender que no se trata solo de estética, sino de cómo un espacio puede ayudarte a sentirte más contenida, más tranquila y más en sintonía con vos misma.
“Cuando vivís en un entorno que te contiene, te estimula y te calma, todo cambia. Sentís más equilibrio, más conexión con vos misma y más ganas de estar en casa”, concluye Constanza.
Y sí, tal vez solo necesites mover un sillón, sumar una planta y prender una vela para empezar a sentir el cambio.

Fotos: Pinterest.
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