"'¿Estás bien? Quiero irme a casa'". El mensaje por whastapp que Yuko le mandó a su marido aquel trágico 11 de marzo de 2011 en el cual el mar se tragó a la ciudad de Onagawa, permanece en el celular de Yasuo Takamatsu. Desde aquel día se prometió que buscarla "mientras mi cuerpo se mueva". Por eso aprendió a bucear y cada semana, se sumerge en el mar intentando hallar algún indicio de su mujer. "Estoy seguro de que todavía quiere volver a casa", comenta él cada vez que alguien le pregunta por qué sigue buscándola.

Hace 10 años aquel tsunami dejó 20.000 muertos y 2.500 desaparecidos. Eso marcó la vida de muchas personas... Yasuo Takamatsu fue una de ellas.
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"Me sumerjo como si fuera a encontrarme con ella en algún lugar", dice. "Siempre pienso que puede estar en algún lugar cercano" contó Yasuo en una entrevista. El hombre de 64 años obtuvo su licencia de buceo y además de hacer inmersiones en solitario, se une a las autoridades locales una vez al mes para realizar búsquedas submarinas de las 2.500 desaparecidas en el tsunami.

Álbumes de fotos, ropa y diferentes elementos encontró hasta ahora, pero nada relacionado con su esposa. Él se prometió seguirá buscándola "mientras mi cuerpo se mueva".

En el momento en el cual ocurrió el tsunami, Yuko trabajaba en un banco. Cuando sonó la alerta de tsunami a las 14.50 de la tarde del 11 de marzo de 2011, los empleados del banco estaban ocupados arreglando los daños causados por el terremoto que había sacudido el edificio unos minutos antes.

El gerente estaba acompañando a los clientes a salir de la entidad bancaria cuando vio que el mar se estaba retirando demasiado rápido: venía el tsunami. Entró raudamente al banco y les dijo a los empleados que subieran al techo del edificio.

Yasuo bucea todas las semanas. 
Foto familiar de Yasuo, su mujer y sus hijos. 
Una ojota hallada en el fondo del mar tras el tsunami. 
Ilustración del casamiento de Yasuo y Yuko. 
Yasuo y Yuko.
La radio advirtió que un tsunami de 6 metros de altura golpearía a las 15.10. Los empleados, entre ellos Yuko, estaban nerviosos aguardando el azote de la ola en la terraza. Ella miró a lo lejos el mar, amenazante, tomó el celular y le escribió a Yasuo. "Quiero irme a casa", le escribió y aquel mensaje de whastapp se convirtió en una misión para él.
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