Llegó el día. El 8 de diciembre, la fecha que marca el inicio oficial de la Navidad en miles de hogares. Es el momento de sacar las cajas del altillo, desenredar las luces (otra vez), y revivir esa mezcla de emoción, nostalgia y pequeño caos organizado que solo pasa una vez al año.
Porque armar el árbol de Navidad no es solo poner adornos en un pino. Es un ritual, una tradición, un momento familiar que se repite año tras año con sus propias reglas no escritas. Y si estás por hacerlo hoy, hay ciertas cosas que van a pasar. Sí o sí.

Desde las luces que nunca funcionan a la primera hasta ese adorno que te emociona sin razón aparente, acá van las 10 cosas que todos vivimos cuando armamos el árbol el 8 de diciembre.
1. Encontrás adornos que juraste que habías perdido
Ese Papá Noel de cerámica que te regaló tu abuela hace 15 años aparece mágicamente. Estaba ahí todo el tiempo, escondido entre el papel de seda. Y ahora no podés no colgarlo.
2. Alguien dice "este año lo hacemos minimalista" (spoiler: no pasa)
Arrancás con la mejor intención de hacer un árbol aesthetic, con tres colores nada más. A los 20 minutos ya colgaste el adorno con tu foto de cuando tenías 5 años y el árbol tiene 47 colores diferentes.
3. Las luces NUNCA encienden a la primera
Es una ley universal. No importa cómo las hayas guardado el año pasado. Las sacás, las enchufás, y siempre hay una tira que no funciona. Cue: 40 minutos probando bombita por bombita.
4. Te emociona un adorno random
Puede ser una bola común y corriente, pero te trae un recuerdo tan específico que te agarra nostalgia de la nada. "Esta la compramos el año que fuimos a..." Y ahí estás, con un adorno en la mano, viajando en el tiempo.
5. Empezás a cantar villancicos sin darte cuenta
No lo planeaste. Simplemente pasa. De repente estás tarareando "Noche de Paz" o cantando "All I Want for Christmas" a todo pulmón mientras desenredás las guirnaldas.
6. La pelea por dónde va cada cosa
"Las bolas rojas van arriba." "No, las rojas van abajo con las doradas." "El moño va en la punta." "¿Qué moño? Va la estrella." El árbol de Navidad saca el lado competitivo de cualquiera.
7. Descubrís que compraste adornos nuevos... que olvidaste que compraste
En enero los viste en oferta y los guardaste para este momento. Los encontrás ahora y es como recibir un regalo de vos mismo del pasado. Genio.
8. Tu playlist se transforma automáticamente en navideña
Mariah Carey, Michael Bublé, los villancicos de toda la vida. No importa qué estabas escuchando antes, ahora todo es Navidad. Y no te molesta ni un poco.
9. Te prometés que este año lo guardás ordenado
"Voy a etiquetar las cajas, voy a enrollar bien las luces, voy a..." Sí, claro. Dentro de un mes lo vas a tirar todo en una caja y vas a decir "el año que viene lo ordeno".
10. Cuando terminás, te sentás a mirarlo como si fuera una obra de arte
Pueden ser las 11 de la noche, podés estar agotado, pero te sentás, prendés las luces, apagás las del living, y te quedás ahí. Mirando. Porque oficialmente empezó la Navidad, y no hay nada como ese momento.
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