Siempre se ha pensado que la actividad sexual en la juventud es mayor que en la vida adulta. Sin embargo, hace ya tiempo que las consultas de los más jóvenes han aumentado considerablemente respecto a la baja frecuencia e incluso a la ausencia de vida sexual.
A su vez, aunque la actividad sexual en adultos está tendiendo a ser mayor que la de los jóvenes, las consultas de adultos por baja frecuencia han aumentado un 30% en los últimos años.
¿Estrés, rutina, cansancio? ¿Qué relación tiene esto con la excesiva exposición en las redes y aplicaciones de citas? ¿Cuáles son los factores que influyen en el descenso de la frecuencia e intensidad de nuestras relaciones, en una cultura que en apariencia se muestra cada vez más libre e incluso hipersexualizada?
Nunca en la historia se habló y se escribió tanto sobre sexo, esta hipersexualizacion del discurso, que la podemos ver en redes, revistas, televisión y canciones, no hace mas que banalizar y empaquetar el deseo sexual.
Cuando lo nombramos, y todo lo decimos, llenamos espacios destinados a lo creativo, al deseo. Lacan decía que la falta, la carencia, es el motor del deseo, es decir que no hay forma de desear allí, donde no hay algo que nos falte.
En los tiempos que corren, el sexo esta presente en todos los huecos y esta excesiva e insistente presencia, tapa, obtura de alguna manera, el deseo sexual individual.
En simultáneo, el excesivo uso de redes, y el scrolleo de reels, nos da una permanente sensación de satisfacción inmediata: podemos obtener placer instantáneo, a la vez, que, la actitud que adoptamos frente a esta actividad es totalmente pasiva, no hay una búsqueda. sino que recibimos el estímulo que el algoritmo nos propone. Somos espectadores pasivos.
Las relaciones sexuales, por el contrario estan en las antipodas de esta dinámica, requieren de una búsqueda, de una decisión.
Por otro lado, la respuesta inmediata, el “Quiero todo y lo quiero ya” que me ofrecen las redes y las app de citas, va en dirección opuesta de lo que significa buscar una pareja sexual, generar seducción y erotismo como para que eso vaya sucediendo. El uso del tiempo allí empleado, complica mucho las cosas a la hora del cara a cara.
Las relaciones sexuales requieren de tiempo
La inmediatez, va en contra del tiempo que necesitamos para relacionarnos, y cuando no sucede, nos deja una sensación de fracaso que se reedita una y otra vez, cada vez que no obtengo una respuesta rápida.
Cuando el match no llega enseguida, o transcurre tiempo antes de una respuesta a algún mensaje, comenzamos a tener una percepción del fracaso continua.
En matrimonios de adultos + 40, con hijos, a la rutina, el estrés cotidiano, las crisis económicas y las horas de trabajo se le agrega el uso de redes y dispositivos electrónicos en los momentos donde la intimidad, alguna vez, prevaleció.
En los más jóvenes, además de las expectativas poco realistas, estimuladas por el uso de redes y aplicaciones se les suma una intención permanente de mantener el equilibrio emocional, evitar las frustraciones, la tristeza, y las emociones en general. Esas emociones, que a la hora de vincularnos son inevitables, por la mera presencia de un Otro, que es distinto, que maneja otros tiempos, que me pide o que me niega.
Las relaciones sexuales, aportan intimidad, mejoran la autoestima, disminuyen el estres y contribuyen a a nuestra salid sexual y mental.
Es por todo esto que a pesar del marcado descenso que nos muestran las estadísticas, tanto los jóvenes como los adultos, aún buscan formas de mejorar tanto en frecuencia como en calidad.
Todo se puede trabajar y transformar, y no necesariamente tenemos que prescindir de las redes y la virtualidad, sino, con entender la diferencia entre el vínculo humano real y las posibilidades que nos brinda la virtualidad.
Fuente: Jacqueline Orellana Rosenberg, psicóloga y psicoanalista - Especialista en vínculos y terapia de pareja, y sexóloga
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