Natalia Pochulu -más conocida como Nati Bravo- creció entre micrófonos, escenarios y melodías. Hija del icónico locutor y conductor Fernando Bravo y de la reconocida cantante y actriz Silvana Di Lorenzo, la música formó parte de su vida desde siempre. En su infancia, las clases de canto y los actos escolares fueron su primer acercamiento a lo que más tarde se transformaría en su camino artístico.
En entrevistas recordó que sus padres la impulsaron a formarse en el Collegium Musicum, donde a los 12 años su profesor fue quien la animó a cantar en público. Esa experiencia le permitió descubrir su voz y también una vocación que, con los años, se consolidó como una forma de vida.
Qué hace hoy
Hoy Nati Bravo atraviesa una etapa en la que todo lo que hace parece responder a una búsqueda más profunda. Siguió los pasos de sus padres en la música, pero desde un lugar más íntimo: se define como cantante de country-folk, un género que le permite contar su historia sin artificios. En sus redes, comparte videos, fragmentos de sus canciones y reflexiones que hablan de emociones, de vínculos y de la importancia de animarse a soltar.
Además, Nati encontró en la espiritualidad una nueva forma de expresión. Se formó como coach holística y tarotista, y combina esas herramientas con la escritura. A través de su cuenta de Instagram, publica textos personales en los que mezcla su mirada sobre la vida con mensajes inspiradores que conectan con su comunidad. “El secreto siempre está en la música”, escribió alguna vez, dejando claro que para ella no se trata solo de cantar, sino de usar el arte como un medio para sanar y acompañar.
También mantiene un vínculo cercano con su familia: con su padre, Fernando Bravo, comparte momentos en el escenario -como cuando cantaron juntos en Los Mammones, hace algunos años-, y con su madre, Silvana Di Lorenzo, conserva una relación afectuosa a la distancia, ya que ella vive en Miami desde hace varios años.
Su historia y cómo se define hoy
Natalia tiene 46 años y es mamá de Santiago y Sofía, fruto de su relación con Adrián Noriega. Durante algunos años interrumpió su carrera musical para dedicarse de lleno a la crianza, pero en 2013 decidió volver a su pasión y lanzó su propio disco. Desde entonces, su música mezcla raíces folk con letras que reflejan su experiencia como mujer, madre y artista.
En sus publicaciones, Nati se muestra transparente, cercana y reflexiva. “Yo escribo porque me rescata a mí. Cuando buceo en mis emociones me libero, y si mis palabras pueden servirle a alguien más, le da todo el sentido”, expresó en una carta abierta a sus seguidores. Ese tono honesto y emocional se repite también en sus canciones, que funcionan como una suerte de diario musical.
Recientemente, compartió una reflexión inspirada en el tema Eldest Daughter, del nuevo álbum de Taylor Swift. En ella habló sobre el peso simbólico de ser la hija mayor, sobre la necesidad de bajar la guardia y permitirse ser vulnerable. “Ser la hija mayor no siempre es un rol, muchas veces es una armadura”, escribió junto a una foto de su infancia con sus padres. Un mensaje que, como tantos otros, refleja su manera de combinar arte, emoción y mirada interior.
Una voz auténtica
Lejos de buscar la exposición mediática, Nati Bravo construyó una carrera coherente con su forma de ver el mundo. Su presencia en redes está marcada por la autenticidad: comparte su música, pensamientos y procesos creativos, sin forzar una imagen ni un personaje.
Su voz, cálida y clara, transmite la madurez de quien atravesó etapas, tomó distancia y encontró su propio ritmo. A los 46 años, Nati Bravo no busca parecerse a nadie: elige ser fiel a su esencia y seguir creando desde el corazón.
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