Natalia Nagovitsyna, la alpinista rusa que conmovió al mundo hace pocos días por haber sido abandonada herida en las altas cumbres, vuelve a estar en el centro de la atención internacional. A sus 47 años, Natalia quedó atrapada a más de 7.200 metros en el Pico Pobeda, también conocido como Jengish Chokusu (en Rudia), tras sufrir una fractura de pierna durante su descenso.
Lo que comenzó como un ascenso extremo para celebrar su cumpleaños número 48 terminó en una situación crítica: la montaña es conocida por sus condiciones climáticas extremadamente peligrosas y por ser prácticamente inaccesible para rescates en altura, lo que obligó a las autoridades a suspender la operación de salvamento, dejando a la comunidad internacional en suspenso sobre su destino.

El drama se agravó cuando Luca Sinigaglia, un montañista italiano que se había acercado para asistirla, murió debido a un edema cerebral durante el descenso, recordando el alto riesgo que implican estas expediciones.
Natalia fue vista por última vez por un dron que captó movimientos desde su tienda el 19 de agosto, pero los intentos posteriores no mostraron señales claras de vida. La montaña, considerada prácticamente inaccesible para rescates desde 1955, hizo que las autoridades tomaran la difícil decisión de suspender la búsqueda.

La historia de Natalia y un giro inesperado: habría engañado a su expedición
Sin embargo, la historia de Natalia dio un giro inesperado cuando Alexander Ishchenko, un compañero de expedición, acusó a la alpinista de haber ocultado una lesión de pierna sufrida meses antes en la montaña Ala-Archa.
Según Ishchenko, esta omisión habría generado riesgos innecesarios y puesto en peligro a todo el equipo durante el ascenso, lo que generó un intenso debate sobre la ética y la responsabilidad en el alpinismo extremo.
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La combinación de ambos episodios —el abandono en condiciones extremas y la acusación de engaño— coloca a Natalia en el centro de un debate internacional sobre los límites del alpinismo y la seguridad de los equipos. Expertos señalan que cada expedición de este tipo requiere no solo preparación física y técnica, sino también transparencia absoluta sobre lesiones o condiciones de salud, ya que cualquier omisión puede tener consecuencias fatales, como se evidenció en el caso de Natalia y sus compañeros.
Mientras tanto, la comunidad del montañismo sigue expectante, y este caso sirve como recordatorio de los peligros que enfrentan quienes buscan conquistar las cumbres más extremas del planeta. La historia de Natalia Nagovitsyna ya no es solo la de una alpinista atrapada en condiciones extremas, sino también la de un debate sobre ética, responsabilidad y supervivencia en el deporte de alto riesgo.
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