Durante su esperado regreso en el Trooping the Colour, Kate Middleton volvió a acaparar todas las miradas. La princesa de Gales eligió un vestido celeste con detalles blancos que evocaban los estilismos más recordados de Lady Di.

Según medios británicos, no fue una elección inocente. Esta reaparición pública de Kate —con un estilo cuidado hasta el mínimo detalle— fue interpretada como un gesto claro de su posición frente a Camilla. Sin emitir palabra, la princesa dejó en claro que su figura sigue siendo la más fuerte y querida dentro de la realeza británica. Más detalles del look de Kate, acá.
Rivalidad desde los comienzos
Las tensiones entre ambas mujeres no son nuevas. Según trascendidos recogidos por la prensa especializada, Camilla nunca aceptó del todo a Kate durante sus primeros años de noviazgo con William. La futura princesa, de orígenes de clase media, era vista con cierto desdén por el entorno aristocrático de la reina consorte.

Incluso se llegó a hablar de que Camilla habría influido en la ruptura temporal de la pareja en 2007. Lo reveló el autor Christopher Andersen, quien aseguró que ella estuvo detrás del distanciamiento. Aunque Kate y William volvieron a apostar por su relación, las heridas de aquella etapa no cicatrizaron del todo.
Un regreso estratégico (y molesto para Camilla)
Tras su tratamiento oncológico, Kate eligió al pueblo de Southport para su primer acto oficial. Allí, junto a William, visitó a familias que habían perdido a sus hijos en un ataque violento. Un gesto de empatía muy valorado por el pueblo británico… y poco celebrado por Camilla.
Según versiones, la reina consorte habría considerado inoportuna esa reaparición, ya que restó atención a los preparativos del viaje oficial del rey Carlos a Samoa y Australia. A esto se sumó una fuerte discusión entre ambas, en la que Kate dejó claro que no necesitaba la aprobación de su suegra para volver a sus funciones.
El eje del conflicto: poder, títulos y Harry
Las diferencias también tienen un trasfondo político dentro de la familia real. Camilla habría sido clave en impedir encuentros entre el rey Carlos y Harry, profundizando el distanciamiento entre padre e hijo. Del otro lado, Kate estaría intentando mediar para una posible reconciliación familiar.

En este contexto, también se recuerda el desplante durante la coronación de Carlos, donde Kate evitó hacer la reverencia a Camilla. ¿El motivo? La reina consorte habría limitado el acceso de la familia de la princesa a la ceremonia.
¿Un futuro sin Camilla en el centro?
Con el rey Carlos afectado por su salud, los rumores de abdicación se intensifican. La figura de Kate se fortalece como la más querida del país, y su rol público —aunque todavía no tiene el alta médica definitiva— parece estar cuidadosamente orquestado para sostener la imagen de la corona.
Se especula que, cuando William ascienda al trono, el rol de Camilla será completamente desplazado. Algunas voces incluso aseguran que perdería su título de “Su Alteza Real”, repitiendo el caso de Diana tras su divorcio.
Palabra clave para entenderlo todo: celos
Con cada aparición pública, Kate gana simpatía, poder y presencia mediática. Mientras tanto, Camilla —históricamente asociada al escándalo— siente cómo su espacio se reduce. Y la prensa británica ya lo definió como lo que es: una guerra simbólica, sin enfrentamientos directos, pero con cada vez más gestos que dicen todo.
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