Ley Olimpia y la intimidad vulnerada: el caso Franzoni y Flor Jazmín Peña que encendió la discusión sobre violencia digital - Revista Para Ti
 

Ley Olimpia y la intimidad vulnerada: el caso Franzoni y Flor Jazmín Peña que encendió la discusión sobre violencia digital

}Franzoni reveló que guarda videos íntimos de exparejas y justificó sus palabras como un “chiste”. La situación puso el foco en la revictimización de Flor Jazmín Peña y en la necesidad de respetar la privacidad, el consentimiento y la Ley Olimpia, que protege a las víctimas de violencia digital.
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El reciente episodio protagonizado por Agustín Franzoni en el programa “Circuito cerrado” de La Casa Streaming generó una fuerte repercusión mediática y en redes sociales. Durante una dinámica de "banderas rojas y verdes", Franzoni reveló que conserva videos íntimos de exparejas. Este comentario fue interpretado como una normalización de la violencia digital y la invasión de la privacidad.  

A continuación, comparto una reflexión desde Grow- género y trabajo, de lo sucedido. 

Bandera roja: consentimiento y privacidad 

La dinámica del programa evidenció una clara diferencia en la percepción sobre el consentimiento y la privacidad entre hombres y mujeres. Mientras las mujeres levantaron bandera roja al considerar inapropiado que se guardaran videos íntimos sin consentimiento, los hombres optaron por la bandera verde, validando esa conducta.

Este contraste resalta cómo las mujeres suelen identificar y rechazar rápidamente situaciones que vulneran su intimidad, mientras que los hombres, en muchos casos, las minimizan o normalizan. 

La amenaza: "en algún momento pueden valer mucho" 

La situación empeoró cuando Franzoni, al ser cuestionado sobre la posesión de dichos videos, respondió que “en algún momento pueden valer mucho”. Aunque intentó desmentir sus palabras posteriormente, aclarando que fue un chiste y que no avala ese tipo de comentarios, la frase constituye en sí misma una amenaza.  

También, mencionó que fue sacado de contexto. Además, la posibilidad de utilizar material íntimo sin consentimiento para obtener algún beneficio económico o de otro tipo es una clara manifestación de violencia digital y es importante tener en cuenta que bajo ningún contexto ese comentario debería ser minimizado o justificado. 

Complicidad masculina: ¿por qué sostener la bandera verde? 

Un aspecto preocupante fue la actitud de los hombres presentes en el programa, quienes, al levantar la bandera verde, validaron la situación sin cuestionarla. Esta complicidad masculina ante conductas que vulneran los derechos de las mujeres perpetúa una cultura de violencia y desprotección. Es fundamental que los hombres asuman un rol activo en la denuncia y erradicación de estas prácticas, cuestionando y rechazando comportamientos que normalizan la violencia. 

El tratamiento mediático: ¿quién es el verdadero afectado? 

Si bien es completamente válido preguntarle a Flor Jazmín Peña cómo se siente, la forma en que los medios replican esa pregunta una y otra vez termina revictimizándola. Ella ya atravesó una situación de vulneración y, al salir del espacio original, se encuentra con que múltiples entrevistas y coberturas vuelven a ponerla en el centro de la exposición de su intimidad.

Esto no solo desgasta emocionalmente a la víctima, sino que diluye el foco en la responsabilidad de quien cometió la violencia. Sería más ético y responsable que los medios se organizaran para que haya un único espacio donde pueda expresarse, si lo desea.   

Ir a buscarla para preguntarle cómo se siente también implica no respetar su derecho a decidir si quiere dar la entrevista o no. La libertad de expresar su experiencia debe incluir el consentimiento informado sobre cuándo, dónde y cómo se comparte, y no puede limitarse a que los medios decidan por ella. Forzar la situación, aunque sea con la intención de “darle voz”, puede transformarse en otra forma de presión y revictimización. 

En menor medida también nos llamó la atención que fueran a buscar a su novio para que diera una opinión. ¿Por qué nos importa cómo se siente él? Esto saca de foco a quién sufrió el impacto, que es ella. Desde una perspectiva de género, esto revela un patrón preocupante: seguimos privilegiando los vínculos entre varones por encima de los derechos y experiencias de las mujeres.

Entendemos que quizás esta no es la intención de los periodistas, pero lamentablemente es lo que están haciendo. De alguna manera se valida o custodia la intimidad de las mujeres. Por otro lado, también nos llama la atención como niegan que las mujeres del programa sí se quejaron. Todo el tiempo sostuvieron su bandera roja. 

Las disculpas de Franzoni: ¿realmente asumió su responsabilidad? 

Las disculpas ofrecidas por Franzoni fueron insuficientes y carecieron de una reflexión profunda sobre la gravedad de sus palabras. Al justificar sus comentarios como un chiste y culpar a un corte malintencionado subido a las redes, evitó asumir la responsabilidad de sus actos. Es necesario que los comunicadores reconozcan el impacto de sus palabras y asuman las consecuencias de sus acciones, especialmente cuando tienen una audiencia masiva

Conclusión: la violencia sexual no es un chiste 

Este episodio pone de manifiesto cómo la violencia digital y la invasión de la privacidad se normalizan en la sociedad. La actitud de Franzoni y la complicidad de los hombres presentes en el programa reflejan una cultura que minimiza y justifica estas conductas. Es esencial que se promueva una educación basada en el respeto, el consentimiento y la igualdad de género. La violencia sexual no es un chiste, y es responsabilidad de todos erradicarla. 

En Argentina, desde el 23 de octubre de 2023, la Ley Olimpia tipifica como delito la difusión, publicación o amenaza de difusión de contenido íntimo sin consentimiento, tanto en plataformas digitales como en otros medios.  

Su objetivo es proteger la intimidad, el consentimiento y la dignidad de las personas, especialmente frente a situaciones de violencia digital que suelen afectar de manera desproporcionada a mujeres y disidencias. La ley establece penas concretas para quienes vulneran estos derechos y reconoce que la circulación no autorizada de material íntimo constituye una forma de violencia de género, más allá de que se presente como “broma” o “chiste”. 

Fuente: Georgina Sticco, directora de Grow-género y trabajo 

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