Se la ve radiante, enfundada en un look rosa con brillos y portando su sonrisa característica. Así se paró Mariana Fabbiani en el escenario para presentar lo que ella misma llamó su “bebé”. La conductora se animó a dar el salto de la televisión al mundo de las plataformas, con una producción de Mandarina Contenidos para Disney+.



Desvestida es un documental que le llevó casi dos años. Y que, como ella misma irá develando, empezó siendo una cosa y terminó siendo otra. Viajó y recorrió cinco ciudades consideradas capitales de la moda -París, Nueva York, Milán, Ciudad de México y Buenos Aires-. Realizó más de 30 entrevistas en varios idiomas, se emocionó, se sorprendió y disfrutó. Se lookeó de muchas maneras, pero también se despojó de sus prejuicios para protagonizar una sesión de fotos a cara lavada.


Porque hoy, en este momento de su vida, dice sentirse parada “de otra manera”. Y en ese proceso busca nuevas respuestas, con otra perspectiva, más acorde a quién es hoy. Una mujer que se permite correrse del mandato, que elige su propio ritmo, y que ya no quiere vivir pendiente de la mirada ajena.

De la tele al streaming: por qué este cambio le calza a Mariana
Mariana define la experiencia como una evolución profesional: el formato de streaming le permitió profundizar, investigar y construir episodios que no se solucionan en el minuto televisivo. Ella misma cuenta que el tiempo para repensar, reescribir y volver a filmar fue clave para que el proyecto tomara la forma de lo que terminó siendo Desvestida.
Este proyecto es una producción de Mandarina Contenidos para Disney+ y estará disponible con todos sus episodios en Hulu dentro de la plataforma. En la presentación oficial del documental la conductora lo mostró en Malloy's Punta Carrasco.

¿De qué habla Desvestida?
El documental problematiza la moda desde múltiples ángulos: la representación corporal, el edadismo, la diversidad de género, el negocio del lujo, el impacto ambiental de la industria textil y la relación entre identidad cultural y forma de vestir. A lo largo de siete episodios, la serie recorre distintas ciudades y reúne voces como diseñadores, modelos, fotógrafos y editores (según la gacetilla: Patricia Field, Coco Rocha, Paola Kudacki, Benito Santos, Ari Seth Cohen y Karla Martínez de Salas, entre otras).

-¿Cómo te sentiste durante el proceso de hacer Desvestida, qué cosas te pasaron?
-Para mí fue transformador, realmente. Al principio empecé a investigar un poquito la industria de la moda, a ver cómo encarar esto sin que tuviera que ver con las tendencias y más con lo que a mí me pasa con la moda.
También, con esto de que "sos referente de la moda"… Yo digo, "¿Qué es eso de ser referente de la moda?". A mí me gusta la ropa, pero cuando me puse a analizar un poco qué es la moda, dije: "Pará, hay un montón de cosas que a mí me han generado mucha inseguridad". Entonces me gustaría darle una vuelta más.
Y ahí, la verdad que con Tamara y con Sol (N. de R: Tamara Florín, vicepresidenta documental Mandarina Contenidos y Sol Musa, productora ejecutiva), armamos un equipo divino de chicas, de debate, de lo que nos pasaba. Empezamos a darnos cuenta de que hay una conversación latente, que son un montón de aspectos que están ahí, y que, sin embargo, no se ven reflejados en la industria de la moda, ¿no? Y cuánto de eso que se está conversando realmente está cambiando. Cre que muy poco.
Para mí fue transformador, desde entender cómo funciona la industria, cómo consumimos, cómo contamina… algo que no tenía ni idea qué sucedía y me cambió mi manera de comprar, de relacionarme con la ropa. Esto ya me venía pasando. Yo estaba con una sensación de que quería estar más liviana. Estaba aturdida de ropa, de cosas. No quería pensar más qué ponerme. Estaba en eso, ¿viste?
Dije: "Quiero empezar a divertirme un poco más, a que sea un espacio más de juego, de expresión". Me preguntaba: "¿Por qué no me siento así? ¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué ahora, que tengo esta edad, hay cosas que ya no me puedo poner?". Todos esos planteos que uno tiene, dije: "Bueno, vamos a volcarlo todo acá". Y me inspiró, me dio más libertad y me hizo entender que hay otras realidades que están buenísimas. Me encantaría que le pase eso al que lo vea. Que lo cambie en algo, que lo haga sentirse al otro día con ganas de, o de no vestirse, ponerse una joguineta y salir feliz, o de jugar.

-Sos una mujer joven pero con años de trayectoria en la televisión, que es como tu medio natural. Pero te atreviste a experimentar en una plataforma ¿Qué significó para vos?
- Es otra forma, ¡y me encantó! Porque es una construcción. Te da el tiempo de trabajar algo, de repensarlo, de cambiarlo, de volver a escribir. Para mí, el trabajo de investigación, de ponerle yo el cuerpo, la cabeza, el corazón, de sentarme a hacerlo, de producirlo… Y de encontrarme como entrevistadora con personajes y culturas muy distintas a las que estoy acostumbrada. Fue también un crecimiento en lo profesional. Sentí una evolución después de que lo terminamos de hacer. Y está buenísimo. Me encantaría seguir por este camino. Obviamente a la tele la amo, es mi laburo, pero el streaming tiene esto maravilloso de construir un proyecto. Y eso está buenísimo. ¡Tengo un montón de cosas pensadas para seguir hablando! (Risas).

-Desde afuera se te ve siempre impecable, vestida y arreglada. Hay un trabajo enorme detrás para lograrlo, pero contás que internamente te cansa: llegaste a decir: "Estoy harta de tomar decisiones" sobre la ropa. Este dilema es parte de tu día a día, porque tu carrera está atravesada por la moda.
-Está atravesada, pero también porque de alguna manera uno se impone eso. Si me pongo a pensar, no es una obligación que yo me vista igual todos los días. ¿Quién me lo dice a mí? Es una convención, son los mandatos.
Me empezó a pasar esto de no querer pensar qué ponerme. Remera blanca, jeans y ¡chau!... ¡No quiero pensar más!. Fue toda una época. Inclusive a veces me pasa en la semana, y digo: "Me pongo los uniformes, salgo y arranco". Y me pregunto: "¿Por qué me está pasando esto?". Bueno, porque estoy muy estresada, no tengo ganas, estoy pensando en otra cosa, porque no me estoy divirtiendo.
La manera en que uno elige la ropa que se pone, el acto de vestirse, refleja un montón del momento que estamos viviendo. Entonces, desde ese lugar también podemos repensarnos, cómo sentirnos más libres, cómo muchas veces nos tapamos porque creemos que eso que tenemos es un defecto porque el cuerpo hegemónico no lo tiene. Pero sin embargo ves que otra lo muestra y decís: "Pará, ¡re sexy!". Y no tiene un cuerpo hegemónico. "¡Yo también quiero eso!".
Entonces, también hay algo de imitación, de dar el ejemplo, de hacerlo para que el otro sienta el lugar, y vea que eso es posible y que no está mal, y que nadie lo va a mirar con cara rara. Y el que lo mira con cara rara, cuando llega a su casa, está en el mismo quilombo que vos.

- O sea, el problema está en la mirada del otro, no del que se lo pone.
-Total. Eso es lo que hay que poner en evidencia, ¿no? Y cuánto de nuestro ojo también nos ciega. A veces nos pasa, no sé, yo estoy acostumbrada a verme con el pelo de una manera, vestirme de una manera, entonces si alguien me peina distinto, yo ya siento que estoy fea. Tenemos que educar nuestro ojo también, a vernos de otra manera, a juzgarnos menos, a mirarnos al espejo con más indulgencia, con más amor. No mirar el defecto.
Yo quiero envejecer naturalmente. Tengo mucha ilusión de que los años me pasen sintiéndome cada vez más sabia, que la edad no sea un peso, sino todo lo contrario, una ganancia. Eso creo que es un trabajo. Te pasa si te trabajás a vos misma. Me encontré con muchas historias inspiradoras, y es un desafío.

-Nombraste varias veces a tu hija (Matilda, 15 años). Es inevitable estar pensando qué decir y cómo hacer con un hijo adolescente.
- Bueno, no solo con mi hija, con mi hijo que tiene once, también atraviesa por este tipo de situaciones y de dudas. Porque la ropa siempre fue un tema de mujeres, pero el varón también: "¿Qué me pongo? No, no me quiero poner este buzo". Uno tiene que ver más allá. La ropa, o lo que te pasa con la ropa, es un reflejo de un montón de cosas.
A mí me empezó a pasar con Mati, sobre todo, que cuando yo la veía elegir la ropa, dice: "No, esto me queda mal". Yo decía: "¿Cómo dice que esto le queda mal? ¿Qué parte te queda mal?". No, ¡mal, no!. ¿Cómo querés que te quede? Pero no hay manera que te quede mal. Y ponele que ella es hegemónica. Si no lo fuera… ¡No es mal! Te queda de otra manera que a otra persona. Y quizás si te animás a usarlo así, a otra persona también le dan ganas de usarlo.
Esto me hizo pensar que yo creía que esta generación venía más libre, más canchera, más desprejuiciada, ¡y no! Me parece que esto empezó, pero que hay mucha corrección política todavía, y que no está pasando de verdad. Es un poco responsabilidad de la industria de la moda, sin duda, pero también responsabilidad de todos nosotros. Y las redes tienen el doble efecto, ¿no? Por un lado, la posibilidad de poner esto en evidencia, porque cualquiera tiene voz para denunciar una marca y hacerla temblar. Pero también somos víctimas de tener que vernos perfectos y llenarnos de filtros y cosas. Es un arma de doble filo.
Creo que es un desafío para las nuevas generaciones haber crecido con la imagen tan protagonista. Hay que revisar, hay que pensar. Yo ya no quiero que nadie más me diga cómo tengo que vivir, qué me tengo que poner, cómo no tengo que usar.

-¡Crecimos en los noventa, Mariana!
- ¡Somos de los noventa! Y yo ahora veo, hablando de los noventa, que se usaban las flaquitas escuálidas, el tiro bajo, no tenía que haber un gramo de panza. Después vinieron los cuerpos más curvy, más exuberantes, y ahora volvieron los noventa. Volvió la tendencia al trastorno. Y ves que las nenas están todas que no comen para llegar a la fiesta "chatita". Decís: "No, pará, esto es cíclico. Está volviendo a pasar". No cambió mucho.
Y las cifras asustan, saber que somos el segundo país con mayor trastorno alimenticio. Yo no me lo imaginé nunca en la vida en Argentina. ¿Qué nos pasa a nosotras también? Somos muy exigentes.

-Me parece que nos montamos en un discurso que no reflejamos en la práctica, ¿no?
- Hay algo que sabemos que tenemos que hacer, pero todavía nos está costando que nos pase. Entonces, es un poco ponerse en el lugar de "a mí también me pasa". Yo que vos me ves así… esta mañana me levanté y dije: "Ay, tengo el ojo hinchado, ojalá que se me deshínche". Todos tenemos nuestras situaciones.
Y en lo que a mí me cambió es en tener ganas de ser más libre, tener menos ataduras, menos cosas. Ya bastantes problemas tenemos con todo. Quiero sentirme más libre, no tener nada que me limite. La ropa nos recontra limita.

-Hay algo hermoso que contaste sobre ese vestido que tenés puesto…
-Este vestido… tengo tres o cuatro vestidos de mi mamá. Alguno una vez lo mostré, creo que ustedes lo subieron (N. de R: se refiere a un look que subió a Instagram con otro vestido de su mamá y salió como nota en Para Ti). Me puse uno en el campo, hace un par de años. Lo subí a Instagram. Mi mamá me dio una maleta, a ver qué quería hacer con toda esa ropa, porque se mudaba y quería desligarse. Yo me acuerdo que en ese momento dije: "Ah, esto lo voy a mandar a arreglar. Esto es oro en polvo". Pero quedó ahí colgado durante, no te miento, diez años.
Y pensando qué ponerme para esto [la promoción del documental], dije: "Ay, ¿qué me pongo?". Porque es un documental de moda, pero no quiero ponerme el típico vestido de moda. Quiero apoyar la industria nacional, las problemáticas. Y dije: "¿Por qué no el de mi mamá?". Claro, primero porque quiero apoyar la moda circular. Después porque tiene un valor histórico para mí. Después, por el trabajo que tiene hecho.
Me lo hizo, y se lo hizo a mi mamá, una señora llamada Dorita Morelatto (la googleé porque mi mamá la amaba). Se ve que en los sesenta, en los setenta, ella empezó a traer telas y cosía ella misma alta costura. ¡Tiene un valor! Y es ideal, porque lo que yo quiero transmitir justamente es eso: que cuando uno le da valor a la prenda, esa prenda representa algo para vos, no es solo lo que te compraste. Y lo vas a cuidar. Y eso va a significar que capaz no te compres otra cosa.
Es como elegir en qué queremos estar, qué queremos conservar. Que la ropa circule. Yo ya me puse una ley: lo que no usé una temporada, así sea algo que vengo atesorando hace años, lo regalo, lo dono. Si es algo de mucho valor, a alguien que lo vaya a valorar. Pero no conservar aquello que ya no tiene que ver con vos: uno va cambiando. Conservar lo que tiene valor en el lujo artesanal. Y también el valor histórico que uno le da a los objetos.
Pero bueno, eso es educación también. Porque vas a las tiendas y te tentás. Quizás afuera hay ropa que está a dos mangos. Y bueno, "ya que estoy, me lo compro". Y no, ese "ya que estoy" es algo que no vas a usar, es algo que no le das valor, es desecho, contamina. Bueno, elegir. Elegir desde uno y no desde lo que nos impone o desde las estrategias que nos hacen comprar.

-Qué interesante la parte del documental que problematiza la parte no sustentable de la moda y cómo nosotros podemos contribuir cambiando hábitos
- Porque estamos hablando todo el tiempo de la contaminación, de la industria, los basurales y después vas y ves la remera a dos dólares y la comprás. ¿La necesitás, la querés? Una de las entrevistadas, la que era más militante de la sustentabilidad, muy interesante, me dijo que piense esto cuando me tiento a comprar algo: "Tomate veinticuatro horas. ¿Vos te querés comprar esto? Bueno, tomate veinticuatro horas. A ver si lo deseás, si lo querés". Para no caer en el impulso.
Y ahí también entra todo el tema del placer inmediato, qué tapamos con ese placer inmediato de la dopamina rápida que no es felicidad. (Y Bachrach lo explica rebien: más dopamina, menos felicidad. Más consumismo, más placer).

-Al final terminaste haciendo algo súper profundo de algo que, a primera vista, suele ser catalogado como frívolo. Es interesante que hayas puesto tu voz en este producto para correr un poco esto de que la moda solo tiene que ver con frivolidad. Después de todo, nos atraviesa a todos por distintos aspectos y los tenemos que discutir
- Primero, que todos nos vestimos. Nadie está exento. Nos atraviesa, quieras o no quieras, te tenés que vestir. Entonces, analizar todos estos temas que nos están interpelando a través de algo que tenemos que hacer todos: vestirnos. Inevitable.
Y a mí me encanta también la parte frívola de la moda. No está mal, es parte de todo, pero que no sea lo único.

-De hecho, te iba a decir que es estéticamente precioso, mostrás unos looks divinos, las imágenes como están construidas, todo está planteado de una manera que nos invita a disfrutar de la belleza de la moda
- ¡Está buenísimo! Es más, invitemos a jugar con eso. A tener curiosidad, a probar, a vernos de otra manera. A jugar a ser otra persona un día. ¿Cuántas veces te pasa tener una reunión de trabajo y decir: "¿Cómo me visto?"?. La ropa es re importante, es nuestra herramienta, es lo primero que entra por los ojos del otro.
Bueno, empezar a pensar que tenga que ver con nosotros y que no nos limite. No es que si no tenés eso que querés, no podés ir a la reunión o no vas a sentirte segura. Por eso para mí, todo parte del autoconocimiento. Atreverse a mirarse, a la autocrítica, la autoobservación es sana. Y a partir de ahí, poder tratar de cambiar.

-Una de las entrevistadas, al referirse a si se siente bella o no, dijo que ella se sentía "Alice", lo cual resulta muy emocionante... porque es un camino muy valioso para uno emprender en la vida.
-Llegar a tener tu estilo. Y Alice, cuando la veas, no sabés lo que es. Es lo más. La ves, ¡y tiene una onda Alice! Creo que Alice es la que se viste con trajes de hombres, tiene el pelo rojo corto. Y seguramente a los veinte no era así. Eso tiene que ver con conocerse, con saber qué es lo que te hace sentir cómoda, dónde sos vos, e ir acompañando los cambios que uno va teniendo.
Pero hay algo en el tema de la edad que es muy difícil: vernos distintas. Aceptarnos. Dolores Fonzi dice algo lindo en la entrevista. Yo le pregunto: "¿Cuándo te sentiste mejor? ¿A los veinte, a los treinta, o ahora?". Y ella me dice: "Es increíble, ahora". Cuanto más sabias estamos, más se descompone el cuerpo. Es inversamente proporcional: mejor nos sentimos, peor está nuestro cuerpo. ¡Pero mejor estamos! Está pensado así.

-Cuando una está más parada sobre lo que es y lo que quiere, tal vez el cuerpo no le acompaña, pero no… Tal vez me acompaña de otra manera.
- De otra manera. Por ahí ese es tu cuerpo. Hay que cuidarlo más también, querernos más. Este dedo, el juanete, no sé, tiene una historia. Esta cicatriz. Estamos todos en la misma. Es mentira, ¡estamos todos con los mismos problemas! ¿A quién queremos engañar? Si no hacés ese trabajo, inevitablemente vas camino a la infelicidad porque no estamos nunca satisfechos, nada alcanza. Y aparte, todos vamos a envejecer. ¡Es inevitable! Tarde o temprano te vas a encontrar ahí. Ahí llegamos todos. Ojalá lleguemos más sabios.

La mirada DE&I de Disney en Desvestida
Silvina Baiardi, Manager de Diversidad, Equidad e Inclusión en Contenidos para The Walt Disney Company Latin America, fue parte de la curaduría del documental. “La moda pasó de moda, ese equipo ya tenía una mirada sensible”, dice, y explica que su rol fue acompañar “un compromiso genuino por mostrar otros tipos de cuerpos, identidades y formas de belleza”.
Dice que el desafío siempre es doble -“que la historia sea atractiva y que la representación de la diversidad sea genuina”-. Y plantea que no cree en la “inclusión forzada”: “Históricamente ciertas representaciones se excluyeron. Lo único que hacemos es sumarlas como existen en el mundo real”.
Y aunque reconoce avances -más presencia, más matices- advierte que aún queda mucho camino por recorrer. Porque, afirma, “la verdadera transformación requiere multiplicar esas presencias y sostenerlas en el tiempo”.
Fotos: Rocío Bustos @rrociobustos
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