Victoria Beckham no sonríe. O, al menos, no cuando hay cámaras. “En cuanto veo una cámara, me transformo”, confiesa en su nuevo documental. “Se levanta la barrera, me pongo la armadura. Y ahí aparece esa mujer que no sonríe”.
Durante años, esa máscara fue su refugio. Detrás, estaba la chica de colegio a la que llamaban “rara”. La que se sentía sola. La que aprendió que para sobrevivir había que fingir. “Cuando tenés un trastorno alimentario, te volvés muy buena mintiendo”, dice sin rodeos. Y en esa frase —tan sencilla como brutal— se condensa una vida entera de perfección aprendida y ternura reprimida.
La serie Victoria Beckham (Netflix) no habla tanto de moda como de fragilidad. La empresaria y ex Spice Girl, de 51 años, abre la puerta de su historia con la misma precisión con la que ajusta un blazer blanco: cuidando los pliegues, pero sin disimular las costuras.

Habla de sus crisis con el peso, del acoso escolar, de los titulares crueles, de las fotos que no mostraban hambre sino miedo. Habla también de la época WAG, de los vestidos imposibles y las sonrisas congeladas. “Intentaba encontrarme. Me sentía incompleta, congelada en el tiempo”, recuerda.
En otro momento del documental, la voz se le quiebra. “Casi lo pierdo todo. Lloraba antes de ir a trabajar porque sentía que estaba apagando incendios”. Habla de su marca, pero también de sí misma. Durante años, su empresa de moda acumuló pérdidas millonarias y la empujó al límite. “Me di cuenta de que había perdido el rumbo”, admite.
Mirá También

Victoria Beckham en la Semana de la Moda de París: las 5 tendencias que marcan la nueva temporada
David Beckham, socio y esposo, intervino. Las discusiones eran diarias, inevitables. “Sí, volvía a casa con mi marido, pero también con mi socio. Lo odiaba. Lo odiaba absolutamente.” A veces, el éxito no se mide en cifras, sino en la capacidad de sostenerse cuando todo parece derrumbarse.
Hoy, Victoria dice que se siente en paz. Que entendió que la estabilidad no está en la balanza ni en los balances, sino en la forma en que se mira a sí misma. A su hija, Harper, le repite cada mañana: “Sé quien sos”. Quizás porque a ella le llevó medio siglo aprenderlo.
Y aunque todavía no sonría frente a las cámaras, sonríe por dentro. Dice que desde la izquierda se ve mejor. Tal vez porque del lado izquierdo, donde late el corazón, la mentira ya no manda.
Suscribite al newsletter de Para Ti
Si te interesa recibir el newsletter de Para Ti cada semana en tu mail con las últimas tendencias y todo lo que te interesa, completá los siguientes datos:


