Las palabras abren espacios emocionales e imágenes. No se puede pensar sin palabras.
Cuando cambiamos las palabras, cambiamos el estado de ánimo, y cuando cambia nuestro estado emocional, cambia la biología.
Nuestra mente inconsciente se programa a través del lenguaje y del pensamiento, pero ¿qué vino primero? Cuando somos niños aprendemos a comunicarnos a través de un lenguaje gestual, luego aparece el pensamiento y el idioma.
Como pensamos con palabras, comenzamos a aprender frases y dichos que, sin darnos cuenta, son la base de lo que más tarde o más temprano se materializará en nuestra vida.
La mente está repleta de creencias, estructuras mentales, paradigmas y mitos, que nos dictan qué es y qué no es real. La clave está en lo que nombrás cuando decís algo. Sólo entra a tu vida lo que llamás, si algo falta en tu vida es porque no sabes cómo nombrarlo para que se materialice.
La clave está en prestar atención a lo que nombrás. Una vez que aprendés
BENDECIR tu vida (decir bien), dejás de MALDECIRLA (decir mal). Y cuando aprendés a utilizar el fin de la palabra, encontrarás la llave que abre, maneja y cambia el tiempo.
Primero tengo que prestar atención a los verbos que utilizo en mis metas, porque ahí está la clave de lo que vamos a materializar, ejemplo:
Lo siguiente es el factor tiempo, tengo que poner un lapso de tiempo. Ejemplo: “este mes concreto tal cosa”, “antes de finalizar tal mes concreto”.
Las metas son un reflejo de cómo pensamos, el tema es que nuestro pensamiento tiende a repetir el pasado, por eso prestar atención a lo que decimos es clave si queremos REALMENTE CONCRETAR nuevos objetivos.
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