En medio de un bosque de robles, esta tiny house rodante fue pensada para una artista y su hija como un refugio íntimo, cálido y conectado con la naturaleza.
Compacta pero funcional, se convirtió en una verdadera joyita de diseño sobre ruedas que respira calma y creatividad.
En detalle: así es esta tiny house sobre ruedas
Desde afuera, ya impacta. El revestimiento de cedro japonés carbonizado no solo suma una textura sofisticada y duradera, sino que se mimetiza con el entorno natural de una forma que enamora.
Las aberturas de madera termoplástica, generosas y estratégicamente ubicadas, refuerzan esa conexión con el paisaje: desde adentro, las vistas son de postal y la luz natural lo invade todo.
El interior mantiene esa misma armonía. La sala de estar cumple múltiples funciones: puede usarse para relajarse, trabajar o incluso como cama extra para invitados.
Las ventanas con estructura de madera térmica refuerzan esa sensación de tener el bosque adentro, haciendo del living el verdadero corazón de esta tiny house.
Arriba, el área de descanso se esconde en un loft acogedor, al que se accede por una escalera tan funcional como elegante, hecha con madera exótica.
Debajo de ella se distribuyen inteligentemente la cocina y el baño, diseñados con foco en la eficiencia y el estilo: muebles de contrachapado de abeto, líneas limpias, todo pensado al milímetro.
El piso de pino portugués recorre toda la casa y aporta esa calidez que termina de cerrar el concepto: una tiny house rodante que, aunque pequeña en tamaño, es gigante en detalles bien pensados, respeto por el entorno y personalidad.
Ficha técnica
Ubicación: Portugal
Arquitectos: Madeiguincho
Fotos: João Carranca
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