Resistente, decorativa y fácil de cuidar. Así es la clivia, la planta perfecta para ponerle color a tu casa en invierno. Acá te contamos todas sus curiosidades y cuidados para que te animes a sumarla.
La temporada más fría del año no tiene por qué ser opaca y apagada. Y es que aunque el termómetro asuste, el universo de la jardinería tiene especies que soportan airosas el otoño-invierno; o que directamente se benefician con ese clima. Y la clivia es una de ellas.
Nativa de Sudáfrica, Clivia Miniata (su nombre científico) pertenece a la familia de las Amarylliaceae y la variedad más popular es la Grandiflora.
Descubierta a mediados del año 1850, se trasladó a Inglaterra donde se empezó a cultivar y en la época victoriana se puso muy de moda como planta ornamental. Incluso su nombre es en honor a Charlotte Florentine Clive, duquesa de Northumberland.
La clivia alcanza un tamaño mediano, unos 50 cm de altura aproximadamente, y llama la atención a primera vista con sus bellísimas flores de color naranja y sus hojas con forma de cinta que surgen desde la base de la planta.
Su floración es bastante larga, comenzando a finales del invierno y extendiéndose hasta finales de la primavera.