“Mi esperanza es que comencemos a desarrollar una fusión más saludable entre lo digital y lo físico”
Andrés Reisinger
El mundo según Andrés Reisinger es color de rosa… Envolvente, cálido, etéreo, tan extraordinario como inclasificable. Demasiado bello para ser real. Y sus objetos de diseño son únicos. Como sus instalaciones, también desafían el mundo físico y virtual, y nada es lo que parece. ¡Pero es encantador!
El artista y diseñador digital vistió con suaves telas rosa pastel y de formas orgánicas fachadas de viviendas, locales y edificios de las principales ciudades del mundo que se hicieron virales a través de las redes sociales bajo la consigna y hashtag #TakeOver. Londres, Roma, París, Tokio, Nueva York. Y todo comenzó en Buenos Aires, en un juego, recordó en una entrevista exclusiva con Para Ti DECO.
-¿Cuál fue la primera experiencia de diseño de tu vida?
-Todavía estaba en la escuela primaria cuando todos mis amigos estaban obsesionados con los videojuegos. Yo nunca logré encontrar la misma determinación para jugar y ganar. Pero estaba fascinado por todos los entornos en los que se desarrollaban esos juegos. Y recuerdo haber pensado para mí mismo: ¡Qué genial sería crear esos mundos! Pronto me di cuenta de que era una posibilidad y comencé a experimentar tanto como pude.
Andrés Reisinger nació en Buenos Aires, en 1990, en una familia de padres científicos, y cuenta que ellos le enseñaron a “buscar y encontrar siempre mi propia metodología y procesos”. A su método de creación y producción heredado, más adelante le sumó su vocación y formación musical. “Dedicarme a la música desde muy joven me dio disciplina -asegura- Es uno de los elementos más importantes en mi práctica”.
Fue a la universidad, la dejó… “Digamos que la metodología académica y la disciplina no encontraron una aplicación adecuada conmigo”, reflexiona. Y se mudó a Barcelona, España, donde fundó -en 2018- Reisinger Studio, su fábrica de mundos imposibles.
Un artista y diseñador "inclasificable"
A Andrés Reisinger el título de “inclasificable” le sienta bien. “Me gusta alejarme de las definiciones lo antes posible. El significado que asociamos con las palabras es una limitación increíblemente poderosa. Inclasificable, me gusta”, asegura.
-¿Cómo se conjugan y combinan artista y diseñador en tus obras y proyectos?
-Trabajo con contexto y siempre me ha gustado ese enfoque. El diseñador en mí entiende los espacios, la ergonomía y la funcionalidad, mientras que el ´yo artista´ me ayuda a encontrar una visión inusual, siempre novedosa y poética de las cosas.
-¿Creés que la percepción (experiencia) humana para diferenciar entre lo físico y lo digital es cada vez más difusa y flexible?
-Mi punto es que las experiencias no deben diferenciarse entre reinos, sino entenderse cada vez más como complementos entre sí. Cuando comencemos a verlos como un todo, obtendremos más beneficios. Y enfatiza: “Hay mucho margen de mejora, pero cada gran cambio requiere tiempo. Ciertamente reconozco un fuerte deseo y curiosidad, a veces mezclado con miedo”.
-¿Cuál es la próxima frontera -el siguiente nivel- del arte digital que te ha convertido en referente global?
-El que aún no conocemos. En general, me gusta pensar en la vida como un proceso constante de mejora. Y mi esperanza es que comencemos a desarrollar una fusión más saludable entre lo digital y lo físico, entendiendo lo primero como un “amigo” útil que nos ayudará a ahorrar recursos de tiempo y materiales para construir una mejor relación con nuestro mundo tangible.
La vida color de rosa
-¿Cómo surge el proyecto Take Over a través del cual envolviste al mundo de rosa?
-Fue un proyecto de experimentación muy personal. Estoy constantemente trabajando en algo, y esta vez comencé a pensar en ciudades que sirven como escenario físico de nuestra vida cotidiana, experimentados constantemente pero nunca como protagonistas principales. Con Take Over quise que estas interacciones fueran absolutamente teatrales, invitando a tener una apreciación novedosa de dónde pasamos más tiempo. También quería experimentar con traer al ámbito digital algo que está tan fuertemente relacionado con una ubicación geográfica y tangible, como son estas ciudades, y así crear un momento de celebración para ser compartido por todos, en todo el mundo. Es un ejemplo de cómo lo digital puede ayudar en la democratización de las artes.
-¿Qué papel juega el color en tus proyectos?
-El color es atmósfera, tono, define el estado de ánimo. Mi paleta está para transmitir una sensación de calma, manteniendo un ambiente surrealista o hiperrealista. Inquietante… pero no demasiado inquietante.
-¿Y por qué elegís el rosa como tu tonalidad fetiche de tus piezas de arte y diseño?
-El rosa es el color de nuestros órganos, algo que todos los humanos tenemos en común de forma natural. Para transmitir esa sensación relajante, para mí es importante mantener un elemento de reconocimiento, algo con lo que todos podamos relacionarnos de inmediato. Y el rosa hace precisamente eso.
La afición por el rosa de Andrés Reisinger no tiene comparación con ningún material de los que utiliza para sus obras físicas. “Tal como sucede con mi trabajo digital, me gusta usar tantas herramientas como pueda. Las exploraciones pueden y deben ser interminables”, expresa desde su usina creativa en Barcelona.
El sillón hortensia (o un diseño cumplido)
-¿Hay alguna seña particular en tu obra que te gustaría dejar identificada como sello de autor indeleble?
-Si. La extrañeza de entender si pertenece al ámbito digital o físico. Así es como Andrés Reisinger concibió una de sus obras más icónicas: el Sillón Hortensia. “Fue otro experimento creativo más. Mi intención inicial era solo dar una expresión visual de un sueño que tuve, en el que aparecía un asiento hecho completamente de pétalos, como una flor de hortensia. Y ese sueño pronto encontró más y numerosas declinaciones y expresiones”.
Recientemente, Andrés Reisinger creó para el festival Lollapalooza Argentina la instalación site-specific “Todos los días sale el sol”: una estructura minimalista y completamente rosa, en forma de cuadro, de 8 metros de altura, 5 metros de profundidad y 10 metros de largo. Una instalación real, inspirada “en la energía y el poder que irradia cada uno de nosotros en el festival” y “para abrir las puertas de la imaginación”.
-¿Cuáles son tus fuentes de inspiración?
-Los procesos infinitos, increíblemente complejos y fascinantes de la naturaleza.
-¿Cómo es tu proceso creativo?
-Todo nace de una idea, seguida de una minuciosa investigación en los campos más dispares. Tomo notas, leo mucho y tomo más notas. Una vez que el concepto está muy claro y perfilado en mi cabeza, empiezo a crear.
-¿El diseño digital y la inteligencia artificial amplían las posibilidades del diseño y la producción física o exponen sus limitaciones?
-Diría que expone las limitaciones que creemos que tenemos en las producciones físicas. Si tomás como ejemplo a Hortensia, nadie pensó que realmente sería posible crearlo.
Si bien comenzó como una edición limitada, ahora forma parte con éxito del catálogo de Moooi. El campo de la experimentación sin fin, como pienso en el ámbito digital, nos ayuda a ampliar nuestras perspectivas y darnos cuenta de que hay mucho que no se ha hecho en la esfera física, pero que podría hacerse.
Producción y entrevista: Martín Cutro.
