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El doloroso relato de la mamá de una víctima de bullying: "Me daba miedo que le hicieran algo peor... como empujarla por las escaleras"

Una historia que le pone el cuerpo al abuso escolar, contado por la madre de una chica que en su último año de secundaria sufrió agresiones físicas y verbales. Y que pone de manifiesto la importancia del rol de los adultos (padres, educadores) para contener esta clase de situaciones.

Publicado por
Florencia Bocalandro

S (vamos a llamarla así para preservar su identidad) transitó sus años de escolaridad sin mayores problemas. Buena alumna, rodeada de amigas y llamativa por su modo de ser respetuoso y afable. Más allá de algún que otro "comentario de más", nunca tuvo mayores problemas.

Durante su último año de secundario, empezaron a cambiar las cosas. "Empezaron a darse pequeñas situaciones que en su momento no les dimos importancia pero que más adelante, influyeron. Alguna que otra vez escuchó comentarios, cosas que decían sobre ella por ahí", cuenta la mamá de la protagonista de esta historia.

"S se puso de novia con un chico un tanto posesivo y cometió el error de apartarse de sus amigas, quedó sola, creando la situación ideal para que el bullying se empezara a producir en contra de ella", comenta.

Había una situación de rivalidad por la relación de S con uno de sus compañeros, los comentarios en su contra se empezaron a intensificar, hasta que un día las cosas pasaron a mayores: "Un día, a la salida de Educación Física, veo que tiene la cara demasiado colorada y le pregunté qué le había pasado. Me contestó que "nada" pero yo le insistí y al final me contó que jugando al handball, una de sus compañeras dijo al aire "voy a aprovechar para romperle la nariz" y le tiró un pelotazo en la cara, golpeándola muy fuerte".

Ese mismo día, más temprano, cuenta la mamá de S, "le habían advertido por lo bajo que tuviera cuidado, porque un grupo de compañeras estaba planeando aprovechar el partido para romperle la nariz".

"En ese momento -cuenta-, me dirigí al colegio y pedí hablar con la profesora de Educación Física para pedirle que por favor se fijara qué estaba sucediendo. Ella en seguida comprendió la situación y prometió desalentar todo aquello que podía empeorar las cosas como, por ejemplo, poner a mi hija en equipos rivales con las que la atacaron".

La familia se tranquilizó por un momento, pero nuevamente se dio un ataque en contra de la joven: "A la salida del colegio le pisaron tan fuerte la parte de atrás del zapato (eran del tipo Guillermina escolar) que se rompió la tirita y ella casi se cae", con lo que la mamá de S creyó que tenía que volver a intervenir de manera radical.

"Ante estos dos episodios me acerqué nuevamente al colegio para hablar, me recibió la profesora de Contabilidad que la tenían en varias materias, me dijo que me quedara tranquila, que en el colegio se estaban dando cuenta de lo que estaba pasando y que la estaban cuidando. Me daba miedo que le hicieran algo peor, como empujarla de las escaleras", narra "M".

La situación no resolvía sólo con eso. "El tema del bullying es que ninguno de los compañeros habla y el tema se retroalimenta, porque hay una víctima y un victimario, y un entorno que se calla porque tiene miedo de ser objetos de este rechazo o persecución".

Otro de los hostigamientos que sufrió S fue a través de las redes sociales: "Decían que era la más "cornuda" del colegio porque su novio le era infiel con otra chica. Lo twittearon y luego lo reenviaron al grupo de whatsapp de compañeros, donde todos se sumaron a la burla. Esa fue una de las situaciones más fuertes", aclara la mamá de S.

Los ataques fueron cesando, el colegio intervino oportunamente disipando los enfrentamientos sin tomar represalias para no agravar el conflicto. Y resultó fundamental el rol de la familia, atenta a los cambios que veían en S, para escucharla sin juzgarla, contenerla e intervenir.

"Me quedé tranquila con la contención que nos brindó el colegio y con el compromiso que asumieron las profesoras, la preceptoras y la directora. No buscaba una sanción para las compañeras de mi hija porque tenía miedo de que la situación se tornara aún peor. El colegio asumió la responsabilidad de cuidarla y de estar pendiente, de que no se produjera ningún tipo de agresión física", cierra su valiente relato la mamá de S.

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