La palabra francesa voyeur quiere decir “el que ve”, en realidad es el mirón, el que espía sin que el otro sepa que es mirado. Si bien cuando se usó esta palabra para nombrar una parafilia (perversión sexual), no existían las redes sociales ni otros avances audiovisuales, hoy en día la mirada que espía el mundo del otro se amplía a otras dimensiones de la conducta, no necesariamente patológicas.
Los que desean adentrarse en las lides del voyeurismo buscan escenas excitantes en las ventanas de los vecinos o juegan a espiar en clubes especiales con habitaciones para voyeurs. En estos casos es el deseo y el interés sexual lo que guía la búsqueda para mejorar la performance sexual.
Cuando existe acuerdo vincular y es una experiencia más entre tantas formas de obtener placer, no se considera una patología. Hablamos de trastorno cuando la persona no solo desea: se siente impulsada a obtener placer espiando a otros que ignoran que son observados, con los riesgos que esto supone.
La importancia de la mirada
Percibir al otro desde la mirada es parte fundamental de la interacción humana, tanto que mirar a los ojos está muy valorado en desmedro del “no me miró”. Mirar tiene un efecto en la valoración de uno mismo y del vínculo.
Este efecto subjetivo fue descrito por el psicoanálisis como visión escópica y se refiere a una pulsión que nos permite descubrir el mundo y configurar nuestro mundo propio. En el adulto, el efecto de mirar puede conservar esa fuerza pulsional: un impulso que lleva a buscar ese objeto (el otro desnudo o en poses eróticas) para obtener el máximo de placer sexual, mucho más que el que pudiera obtener con el coito u otras prácticas. Esto sucede en el Trastorno por Voyeurismo.
“Mirar tiene un efecto en la valoración de uno mismo y del vínculo: no me miró, no me reconoció”
Trastorno por Voyeurismo
En el trastorno por voyeurismo el sujeto no puede controlar el impulso sexual y busca mirar situaciones que lo eroticen. Por lo general el voyeurista no tiene una compulsión por el porno, que le resulta insuficiente: busca al otro de carne y hueso para excitarse.

Puede tener una buena vida sexual con su pareja, pero buscará sacar su impulso fuera de la misma, como un acto marginal. El voyeurista sufre por no poder controlar el impulso y por arriesgarse a situaciones que en un primer momento lo excitan más, para luego terminar en culpa y angustia (siempre y cuando no sea un narcisista o un psicópata).
Por lo tanto, es importante diferenciar entre el deseo acordado de mirar con fines sexuales —conducta voyeurista no patológica— y el impulso irrefrenable de hacerlo con los riesgos que esto supone —conducta patológica o parafílica—.
“Las redes sociales transformaron al voyeur en un fisgón de la vida ajena: el llamado Efecto Voyeur”
Qué es el efecto Voyeur 2.0
Las redes sociales han instalado una versión más general de la conducta voyeur al convertir al que mira en un fisgón de la vida ajena: el Efecto Voyeur.
Del otro lado, aquel que exhibe sus atractivos físicos o seduce con miradas o poses sugerentes está buscando una mirada que reconozca sus capacidades para llamar la atención, generando un efecto positivo con un like, una llamita o un comentario (el Efecto Exhibicionista).
El efecto voyeur se extiende sobre historias o mensajes publicados y sirve al que mira para encontrar afinidades, compararse con lo ajeno o “pispear” cómo los demás resuelven sus problemas vitales (pareja, familia, enfermedades, sexo, muerte).
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“La vida del otro, expuesta en redes, tiene un poder de convencimiento sobre la propia”
En estos tiempos, esta visión del mundo ajeno interviene en el propio, modificando pensamientos, puntos de vista y conductas. La vida del otro tiene poder de convencimiento sobre la propia.
Respecto a lo sexual, podemos preguntarnos si la apertura hacia nuevos modos de relaciones sexoafectivas surge de las necesidades de las parejas o es consecuencia de la visibilidad en redes de aquello que estaba oculto y ahora se muestra en imágenes poderosas.
Si hay algo que se impone con este “efecto voyeur” es que la mirada ya no se aventura en el mundo para aprender de él: solo busca respuestas en un afuera que muestra únicamente su lado más exitoso o efectivo.
Por el Dr. Walter Ghedín, psiquiatra y sexólogo, autor de la obra "Voyeurs, el Lado B" que se estrenó en el teatro El Tinglado.
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