No hacen falta demasiadas palabras cuando las imágenes hablan por sí solas. Anne Hathaway y Meryl Streep están en Nueva York para rodar la segunda parte de "El diablo se viste a la moda", y sus looks nos dejaron una inspiración clara para quienes buscan vestirse con elegancia, comodidad y fuerza después de los 40 (y los 50 también).
Ambas llevaron outfits clásicos, pero con un twist contemporáneo. ¿El resultado? Dos formas distintas —pero igual de poderosas— de pararse frente al mundo laboral sin perder estilo ni autenticidad.
Anne Hathaway: sastrería moderna y sin rigidez

Anne eligió un look de oficina que combina estructura y fluidez. El saco rayado con solapas finas, los pantalones amplios en negro y la básica negra son un combo infalible. Pero el secreto está en los detalles:
- Las perlas, que aportan sofisticación sin edad.
- El cinturón, que define la silueta y actualiza el conjunto.
- Y el bolso negro estructurado, que grita “profesional” pero con onda.

Tip para replicar: cambiá el blazer clásico por uno con textura o estampado sutil. Sumá un accesorio protagonista (collar o cartera) y vas a ver cómo tu outfit se transforma.

Meryl Streep: minimalismo oversize y femenino

Meryl fue por el minimalismo cool que tanto identifica a las mujeres seguras de sí. Su conjunto oversized en tono gris claro es relajado pero elegante, ideal para climas templados y jornadas largas.

- La falda midi fluida le da movimiento al look.
- El blazer amplio, sin demasiadas estructuras, aporta comodidad sin perder forma.
- Y los tacos al tono estilizan sin exagerar.

Tip para replicar: animate a los trajes monocromáticos, especialmente en tonos neutros suaves (gris perla, beige, arena). Son tendencia y se adaptan a cualquier tipo de cuerpo.
La clave después de los 40: comodidad + actitud
Lo más inspirador de esta dupla no es solo la ropa, sino cómo la llevan. Postura erguida, paso seguro, y ese “algo” que viene con los años: saber quién sos, y reflejarlo con tu estilo.
En definitiva, los looks de Anne y Meryl nos recuerdan que vestirse para trabajar no tiene por qué ser monótono. Después de los 40, el estilo puede volverse más sofisticado, más personal… y sí, mucho más chic.
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