Cuando el COVID-19 comenzaba a expandirse por el mundo, Li-Meng Yan —viróloga china formada en Hong Kong— aseguró que el virus no era producto de la naturaleza, sino el resultado de una manipulación en laboratorio. Poco después hizo algo que marcaría su vida para siempre: huyó del país y desapareció del mapa público. Hoy su familia sigue buscándola.
Su testimonio se volvió explosivo en plena pandemia. Mientras la comunidad científica debatía hipótesis, Yan sostuvo que las autoridades ocultaban información y que hablar podía ponerla en riesgo. Su respuesta fue escapar. Desde entonces, vive oculta en Estados Unidos bajo protección, según medios internacionales. Su historia se convirtió en un símbolo de los costos personales que pueden tener ciertas revelaciones.

Un matrimonio fracturado y la huida que lo cambió todo
Antes de la fuga, Yan trabajaba junto a su esposo, también virólogo. Compartían laboratorio, proyectos y vida cotidiana. Cuando ella denunció el origen artificial del virus y decidió irse del país, la relación se quebró. Él continúa buscándola y afirma que no volvió a tener contacto directo desde entonces.
La familia, según relatan allegados, no sabe dónde está ni si regresará. El silencio mantiene viva la intriga y alimenta la discusión: ¿escapó por miedo? ¿Sigue bajo resguardo? ¿Qué información tiene?
Por qué su caso volvió a encender alarmas
A cinco años del inicio de la pandemia, el debate sobre cómo surgió el coronavirus continúa abierto. La teoría del “escape de laboratorio” reapareció en informes oficiales y volvió a instalar preguntas incómodas. El caso Yan quedó asociado a esa discusión: su fuga, su aislamiento y el quiebre familiar son parte de una historia donde ciencia, política y seguridad se cruzan.
Para algunos, ella es una alertadora que se adelantó al tema. Para otros, sus afirmaciones aún no cuentan con evidencia verificable. Lo cierto es que su testimonio —y las consecuencias que enfrentó después— muestran la tensión que puede generar la investigación científica cuando cruza límites diplomáticos y de poder.

Una vida oculta y un capítulo todavía abierto
Yan continúa en paradero reservado. No asiste a eventos públicos, no volvió a su país y solo aparece esporádicamente a través de voceros o entrevistas puntuales. Su esposo insiste en encontrarla. Su familia espera noticias. El mundo observa.
La historia está lejos de cerrarse. Mientras las teorías sobre el origen del virus siguen dividiendo opiniones, la figura de Li-Meng Yan permanece como recordatorio de todo lo que todavía no tiene respuesta.
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