Romina Fanego llegó al club Gimnasia y Esgrima de Villa España con la naturalidad de quien repite un ritual de todos los fines de semana: ver jugar a su hija, que integra el equipo Estrella de Plátanos. Había ambiente de barrio, familias en las gradas y el clima típico de un torneo femenino juvenil. Nada que anticipara lo que vendría: que su marido iba a tener que ser intervenido de urgencia porque en una pelea le incrustaron una llave en la cabeza.
“Cuando veo que mi nena con otra empieza a pelear entré para separar, pero estaba lejos”, contó Romina, todavía con la voz tomada por el impacto. Para intervenir, tuvo que rodear la cancha. Ese breve trayecto alcanzó para que todo se descontrolara.
“Cuando llegué se estaban peleando todos. Se habían involucrado los papás de ambos clubes. Algunos con intenciones de separar, otros quizás no. Ahí empezó a empeorar todo”, relató.
En segundos, la tensión subió como una ola imposible de frenar. Gritos, empujones, corridas. Lo que había empezado como una discusión entre adolescentes derivó en una pelea generalizada entre adultos.
El ataque que nadie vio venir
En medio de ese caos, Jonathan Smith —35 años, mediocampista de Lamadrid, con años de trayectoria en el Ascenso— intervino para defender a un amigo que estaba siendo golpeado por varios hombres. Romina lo perdió de vista por momentos.

Fue solo después que supo lo que había ocurrido: un hombre se acercó por detrás y le clavó una llave de auto en la cabeza.
“No vi el momento exacto porque fue un revuelo de cinco minutos donde todos tratábamos de separar”, relató Romina. La violencia fue tan repentina que ni ella ni los presentes entendieron inmediatamente la gravedad del ataque.

“No nos habíamos dado cuenta de que él tenía la llave clavada. No vimos el momento exacto. Cuando nos dimos cuenta de que era una llave fue impactante”, recordó.
En la frente de Jonathan, la llave quedó incrustada como un objeto imposible, un signo brutal de una escena que nunca debería ocurrir en una cancha juvenil. La herida comenzó a sangrar profusamente.
La carrera contra el tiempo y el miedo
El futbolista fue trasladado de urgencia al Hospital Evita Pueblo. Sangraba, estaba en shock y nadie sabía todavía qué profundidad tenía la herida. Por la gravedad del caso, lo derivaron al Hospital El Cruce, en Florencio Varela.
El agresor —un hombre de unos 40 años— fue identificado y detenido. La causa quedó caratulada como “tentativa de homicidio”. Mientras tanto, Romina atravesaba las horas más largas de su vida.

“Lo operaron y está bien. Al principio no estaban las garantías para la operación, pero después no quedó opción porque ya llevaba 12 horas con la llave en la cabeza”, explicó. “Por suerte salió bien”, agregó con un alivio que todavía convive con el shock.
Los médicos confirmaron que, pese a la violencia del golpe, la llave no comprometió arterias ni venas principales, un dato que hoy ella repite como una suerte de milagro.
Un jugador querido en el Ascenso, un padre presente en la cancha
Jonathan Smith debutó en 2011 en Claypole y pasó por varios clubes del fútbol metropolitano: El Porvenir, Deportivo Paraguayo, Victoriano Arenas, Ituzaingó, Berazategui, entre otros. Actualmente integra el plantel de Lamadrid, que este año disputó el Reducido por el ascenso a la B Metropolitana. También trabaja como chofer de aplicaciones.
Pero el miércoles no estaba en la cancha como jugador. Estaba como papá. Acompañando a su hija. Viviendo un momento que debía ser de orgullo y alegría. Y Romina estaba a su lado, hasta que todo se torció.
Una violencia que interpela
Lo ocurrido en Berazategui generó conmoción en el Ascenso y entre las familias que asisten cada fin de semana a partidos juveniles. La escena —un padre que termina con una llave clavada en la frente al intentar separar una pelea entre adultos— funciona como un espejo incómodo de una violencia que se filtra donde menos debería existir.
Para Romina, todavía es difícil procesarlo. No solo por lo que pasó, sino porque ocurrió frente a su hija, en un espacio que debería ser seguro. Hoy, su prioridad es acompañar la recuperación de Jonathan y devolverle a su familia la calma que la violencia les arrebató en cuestión de minutos.
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