Los príncipes de Gales suelen tomarse un respiro cada verano para desconectarse del protocolo, y este 2025 no fue la excepción. Kate Middleton y el príncipe William viajaron a Grecia junto a sus tres hijos y los padres de la princesa, Michael y Carole Middleton. Pero lo que parecía un descanso discreto pronto se convirtió en el foco de una controversia inesperada.
Según informó diarios locales, la familia aterrizó en la isla jónica de Cefalonia en un avión privado. Desde allí, se trasladaron al puerto en una furgoneta especial y abordaron un yate que dejó a más de uno sin palabras: se trata de The Opera, un megabarco valuado en 450 millones de dólares.
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Lo que volvió este viaje tan comentado no fue solo el lujo del destino elegido, sino la identidad de su dueño: el yate pertenece a Abdullah bin Zayed Al Nahyan, ministro de Asuntos Exteriores de los Emiratos Árabes Unidos. La cercanía con un poderoso miembro de la realeza árabe —y la opulencia que representa— encendió las críticas.
En tiempos en los que la monarquía británica busca mostrarse más cercana, ecológica y austera, el contraste entre el relato oficial y estas imágenes privadas genera ruido. Mientras Kate reapareció este año en la escena pública tras meses de tratamiento oncológico, y William duplicó su agenda institucional, esta escapada en un yate millonario pone en jaque la narrativa de sencillez que ambos construyeron con tanto esfuerzo.
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Según trascendió, la elección de este destino no fue comunicada por los canales oficiales del Palacio de Kensington, lo que refuerza la idea de un viaje mantenido bajo estricta confidencialidad. Aun así, las imágenes se filtraron y no tardaron en viralizarse.
Para muchos, William estaría “profundamente arrepentido” de que el viaje haya salido a la luz. Sin embargo, desde su círculo íntimo aseguran que se trató de una merecida pausa familiar.
El “Opera”, construido por Lürssen, está diseñado para acomodar hasta 48 huéspedes y 80 tripulantes. Cuenta con helipuertos, piscina, gimnasio y un beach club privado. Gracias a esta infraestructura, la familia pudo navegar por paisajes de aguas turquesas, calas ocultas y pueblos tranquilos como Fiskardo y Assos, con total privacidad y alejados del bullicio turístico.
Lejos de compromisos formales, la pareja recorrió puntos escondidos de la isla griega, como Fiskardo y Assos, y disfrutó de la vida en el mar. Aunque no publicaron imágenes oficiales, trascendió que hubo paseos en lancha, juegos con los chicos y cenas íntimas a bordo.
El “Opera”, con su atmósfera silenciosa y sofisticada, ofreció el escenario ideal para que los futuros reyes de Inglaterra recuperen la calma, celebren la salud de Kate y fortalezcan la intimidad familiar.
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