La China Suárez lo deja claro cada vez que puede: sus hijos tienen a sus padres presentes, y eso nunca estuvo en discusión. Y así lo hizo durante la entrevista que tuvo con Moria Casan. Pero también habla de cómo Mauro logró, sin forzar nada, ocupar un espacio importante en la vida diaria de Rufina, Magnolia y Amancio.
“Los chicos lo llaman Mauro. Yo jamás permitiría una cosa diferente. Cada uno tiene muy claro su rol”, dice Eugenia. Aun así, la realidad cotidiana hizo lo suyo. “Mis hijos saben perfectamente quién es su papá. Pero también saben que Mauro es parte de nuestra vida.”
La vida familiar en Estambul: rutinas, colegio y equipo
Desde que se instalaron en Turquía, aparecieron nuevas costumbres y un tipo de convivencia más puertas adentro: La China se levanta temprano para llevar a los chicos al colegio; Mauro entrena entre las 9 y 10, o a la tarde si jugó la noche anterior; comen en casa, los cuatro juntos, “tipo 8, 8:30, porque a los chicos les gusta esa rutina”... No son de salir a cenar: “Somos muy caseros los dos”, cuenta ella.
El idioma también marcó un antes y un después. Hoy los tres niños cuentan hasta el 20 en turco, cantan canciones del Galatasaray y empiezan a armar pequeñas comunidades en su colegio.
La revelación: entender que Mauro era una estrella
La China contó una escena que la emocionó: La primera vez que los chicos fueron a la cancha en Estambul, escucharon a todo el estadio gritar “MAURO, MAURO”. Y ahí cayó una ficha: “Me miraron y me dijeron: ‘Ah… él vive con nosotros’. No entendían que era una figura tan grande allá”.
Ese descubrimiento los hizo mirarlo de otra forma: no solo era el novio de mamá, sino alguien querido por miles.
Un hogar donde se prioriza la armonía
La China lo dice sin vueltas: “Él fue muy bueno con mis hijos, con mi familia, conmigo, con mis amigos. La lealtad para mí es todo, y él es leal de verdad.”
Cuando Mauro atravesó su momento más difícil —la lesión que ella define como “un antes y un después para un futbolista”—, encontró en esa estructura familiar un refugio.
Y en los chicos, una presencia diaria que lo sostuvo.
Él lo explica así: “Ella apareció en el momento más oscuro. Y desde ahí construimos todo esto.”
Lo que cuenta Eugenia es que todo fluyó, incluso cuando la organización familiar parecía difícil: “Fue difícil al principio coordinar tiempos con los papás de los chicos, pero la paz que siento hoy es inmensa.”
Ella misma admite que Mauro maneja mejor que ella la presión externa, los rumores y la exposición: “Él, que no es del medio, lo maneja mucho mejor que yo. Es un genio.”
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